Revista de la Universidad Nacional de San Juan | Septiembre-Octubre 2005 | Año II - Nº 16


Cambio lingüístico,
reflexión gramatical y enseñanza de la Lengua

¿Hablamos mal? ¿Escribimos bien? El uso de la lengua es un acto totalmente creativo y, por ende, tiene variaciones y conduce al cambio. Las concepciones rígidamente prescriptivas niegan la propia naturaleza de lo lingüístico. De eso trata este texto.

Que la lengua cambia es una realidad inexorable. Como toda institución social implica dinamismo, pero se debate entre la innovación propia de los hablantes y la resistencia al cambio. Así, los conservadores optan por una posición purista, relacionada con las nociones de lo correcto / incorrecto valorizando ciertos usos selectos como norma académica. Según Silva Corvalán (1989:12) “la noción de corrección es una noción social y no lingüística [...] la aplicación de los términos correcto o incorrecto está basada en actitudes subjetivas que subyacen a ciertas normas sociales”, es decir, aparece ligada a la idea de “prestigio social”. Esta es la posición instaurada en nuestra sociedad; los hablantes manifiestan una constante preocupación por seguir las “reglas del buen decir”, y adhieren a una actitud normativa heredada de una educación sistemática conservadora, que intentaba asegurar la “estabilidad y perdurabilidad” de las formas y el prestigio de sus usuarios. Pero tal actitud extrema de idealizar la lengua como un código de comunicación homogéneo impide comprender el cambio lingüístico como un proceso natural, producido inevitablemente por los cambios de cosmovisión de mundo conceptualizados a través del lenguaje. Por ello, el uso de la lengua es esencialmente creativo, y por lo tanto presenta variación que conduce al cambio lingüístico.
¿Qué queremos decir cuando nos referimos a que la lengua presenta variación? La realidad lingüística es compleja, los hablantes no usamos todos, en un mismo momento y lugar las mismas formas lingüísticas para comunicarnos. Existen variedades lingüísticas -sociales, regionales, culturales, generacionales– y distintos registros de estas variedades, adaptados a las distintas situaciones comunicativas (Halliday, 1994), así lo muestra el siguiente diálogo registrado en un negocio de Buenos Aires, entre una posible clienta sanjuanina, de 2º generación y nivel medio alto, y una vendedora porteña, de primera generación y nivel medio:

- Si? qué necesitás?/
- Una pollera violeta/
- Noo, no no tenemos poleras /
- Pollera/ cómo y eso qué es? [señala un perchero con polleras colgadas] /
- Ah! una falda color uva?
- Mirá soy sanjuanina y las uvas… no son de ese color//

Ahora bien, esas diferencias no sólo se dan entre discursos de distintos hablantes, sino también en el discurso de una misma persona, producto de una elección motivada por su fin comunicativo. Es el caso de algunos usos, tal como el del artículo con el nombre de la persona (la Ceci / la Cecilia), que si bien contraría la norma académica (e incluso se enfrenta con la variedad lingüística de la región del Río de la Plata, percibida por los hablantes como la única estándar), es una forma usada con alta frecuencia por el hablante del interior (no sin dejar de “sentir culpa”) porque con el artículo comunica la cercanía entre los interlocutores y la de éstos con la persona referida en el discurso. Es decir, a mayor conocimiento y/o proximidad(*) entre los interlocutores y la persona referida, mayor uso del artículo, como vemos en el siguiente ejemplo:

- Ayer vi a Silvina /
- A quién? /
- A la Silvina! te acordás? / la que iba a gimnasia//

Otro ejemplo de cambio motivado se da en el uso del tiempo verbal futuro. Actualmente alternan las formas “cantaré” (futuro sintético) y “voy a cantar” (futuro perifrástico), las que manifiestan significados diferentes: el uso del futuro perifrástico expresa mayor grado de vinculación del hablante con lo dicho y por lo tanto mayor grado de certeza; mientras que sucede lo contrario en el caso del futuro sintético. Tal como se observa en el siguiente registro:

- Che empezarán las clases o seguirá la huelga? /
- Nooo el diario dice que las clases van a empezar /

El futuro perifrástico ha avanzado hasta prácticamente desplazar al sintético en la oralidad, hecho relacionado con la mirada que el hombre posmoderno tiene del futuro: sólo se compromete con acciones realizables en un tiempo inmediato, tanto real como psicológico. Este cambio, que surge en la oralidad y luego se infiltra en la escritura, no transgrede la norma pero sí repercute en la enseñanza de la lengua: actualmente el paradigma verbal no da cuenta de la nueva forma perifrástica a pesar de ser la más frecuentemente empleada.
Por todo esto sostenemos la necesidad de que la escuela a la par de enseñar los paradigmas gramaticales, reflexione sobre el uso concreto del lenguaje y su motivación, sólo así formaremos hablantes competentes comunicativamente. Bregamos, entonces, por una concepción reflexiva y menos prescriptiva del uso del lenguaje ya que la propia historia de la lengua española nos demuestra que homologar uso con corrección sólo contribuye a la negación de la inherente mutabilidad de las lenguas naturales, que a largo plazo puede generar una mortandad lingüística: “la decadencia del latín se debió primordialmente no a los que se oponían a la Antigüedad clásica, sino a quienes la sostenían, los humanistas, cuya insistencia en las normas clásicas convirtió al latín de una lengua viva en una lengua `muerta´”(Burke, 1996: 52).

 

NOTA
* Hablamos de conocimiento en el sentido de “identificación del otro”; y de proximidad en el sentido de “compartir un vínculo afectivo positivo o negativo, en un espacio social común: familiar, laboral, etc.”

 

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