Revista de la Universidad Nacional de San Juan | Mayo 2005 | Año II - Nº 13


E D I T O R I A L

La Universidad: un espacio
democrático, creativo y plural

Desde la fundación de la primera universidad de habla hispana, la Universidad de Salamanca en 1218, por Alfonso IX, el régimen de éstas estuvo ligado a un concepto de autoridad basado en el orden eclesiástico y monárquico. En Latinoamérica, en 1551 por Cédula Real, se crea la Real y Pontificia Universidad de México, denominada así porque, como las demás universidades del mundo hispánico, fue fundada por concesión del monarca y del papa. Con la creación de la Universidad de Córdoba en 1622, se inicia la historia de la educación superior en Argentina, igualmente marcada por un perfil teológico-filosófico que lentamente se va abriendo al desarrollo del estudio de las leyes, la ciencia y la técnica.

Este concepto de autoridad es cuestionado con el paso del tiempo en razón de los cambios ideológicos y movimientos sociales. Así, por ejemplo, en 1885 se promulga la Ley Avellaneda que contemplaba el gobierno autónomo y dotaba de presupuesto propio a las universidades. Tal ley lamentablemente fue reformulada retrotrayendo este concepto. En la UBA, en 1904, se reforman los estatutos transformando las Academias Vitalicias, órgano aristocrático de conducción, en Consejo de orden electivo con representación docente, lo que puede considerarse un paso más hacia la democratización universitaria.

Es reconocido en toda Latinoamérica el manifiesto del primer Congreso Nacional de Estudiantes, realizado en 1918 en Córdoba, que proclama la necesidad de la autonomía, del gobierno tripartito paritario, de la asistencia libre, del régimen de concursos, y de la libertad y periodicidad de la cátedra. Esta proclama es el punto de quiebre con el concepto de universidad aristocrática y clerical y constituye el germen que introduce el concepto de democracia en la vida universitaria. Aún en permanente debate, el concepto de democracia indisociable del de universidad, adquiere sentido en relación con los conceptos de autonomía, libertad de pensamiento, gratuidad y participación.

Actualmente, en relación con el Estado, la Universidad es autónoma en tanto tiene capacidad para darse sus propias normas de funcionamiento y de gobierno, y regular aspectos académicos en el marco de las leyes universitarias. Cada uno de sus miembros, en el ejercicio de sus actividades, tiene libertad para la exposición de sus ideas en el plano científico o artístico. La libertad implica simultáneamente la responsabilidad frente a estas opiniones. Este principio es lo que hace que la universidad sea un espacio abierto, creativo, plural, con fronteras dinámicas, con fuerza para resistir imposiciones a través del poder del pensamiento y del conocimiento.

El concepto de democracia implica la participación de los distintos sectores en el gobierno de la institución de la que forman parte. En las Universi-dades Nacionales, los estamentos de docentes, estudiantes y graduados participan a través de sus representantes en los Consejos Superiores y Consejos Directivos. Nuestra Universidad, junto a algunas otras, por la incidencia de los movimientos sociales de los trabajadores y estudiantes, amplía tal esquema de representación incluyendo al Personal de Apoyo Universitario. Recientemente en la UNSJ, avanzando aún más en la modalidad de participación, la elección de las autoridades ejecutivas, es por el voto directo. Este sistema de elección a la vez que profundiza la democracia hace de la participación no sólo un derecho sino también una obligación que no debe eludir ningún miembro de la comunidad universitaria

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