Algunas ideas sobre el tango

E S C R I B E
Juan Carlos Perucca
Profesor Emérito
Facultad de Ingeniería - UNSJ

El programa que llevamos más años escuchando por nuestra Radio Universidad está dedicado al tango, todos los domingos a la mañana. Y es natural que esto sea así porque es la música argentina que más se ha difundido por todo el mundo, por la cual nos distinguen desde Tokio a París o Nueva York. Además, está bien que en San Juan nos dediquemos a recordar nuestra música ciudadana, pues fueron dos sanjuaninos, Héctor y Luis J. Bates quienes escribieron en 1936 el primer libro que trató el tema, en dos tomos llamados “La Historia del Tango”.

Son muy pocos los géneros musicales populares que pueden mostrar tan amplia difusión desde bastante más de un siglo, constituyendo a la vez la esencia del alma de un pueblo, luego de surgir en el ambiente rioplatense como resultado colateral de las grandes transformaciones demográficas, sociales y culturales de las últimas décadas del siglo XIX.

El arribo desde lejanas tierras de grandes oleadas inmigratorias, sin perspectivas inmediatas de retorno, obligó a echar raíces en esta nueva patria y a crear, aunque no se tuviera noción expresa de ello, un verdadero “ser nacional” presente sin dudas en la conciencia colectiva. Estos sentimientos florecieron alrededor de 1895, cuando las distintas raíces confluyeron en valores artísticos y culturales que tendían a uniformarse porque, como dice Horacio Ferrer (“El Siglo de Oro del Tango”), con el tango ocurrió algo similar a lo que sucedió con las costumbres, la forma de hablar y de contar, la narrativa y el teatro rioplatenses.

Según H. Ferrer el tango nació como tal alrededor de 1895, mientras José Gobello establece como 1905 la fecha del feliz alumbramiento. De todos modos, el primer registro que se conoce de un tango con letra y nombre propio corresponde a “Mi noche triste”, de S. Castriota y P. Contursi, grabado por Carlos Gardel a fines de 1917. Por la misma época G. Matos Rodríguez había compuesto “La cumparsita”, de modo que esa segunda década del siglo pasado puede ser considerada con razón la del nacimiento oficial de nuestro tango.

Hacia 1920 el tango, que ya ha debutado y triunfado en París generando una moda contagiosa en toda Europa, llega al cabaret, donde se inaugura una suerte de nueva etapa como música y danza. No obstante, todavía no era muy popular nuestra música ciudadana, tanto es así que durante varios años todos los cantantes más conocidos dedicaban sus presentaciones con gran preferencia a la música criolla, y vemos que entre 1917 y 1921 Gardel grabó 115 canciones gauchescas (estilos, chacareras, zambas, etc.) y apenas 10 ó 12 tangos. Pero luego éste se fue imponiendo y el mismo Gardel en 1927 de casi 100 grabaciones unas 90 fueron tangos.

A este respecto, es interesante mencionar la opinión de Jorge Luis Borges, pues según él Gardel y Filiberto habían degenerado su verdadera esencia, llevando el tango a los salones del centro cuando en realidad su ambiente natural era el orillero, el de los campadritos que defendían sus razones a fuerza de cuchillo “allá el bajo”. También recordaba Borges, con justa razón esta vez, que con la letra de los tangos se podría crear otra “Comedia Humana”, feliz afirmación porque es casi imposible imaginar un tema referido a las peripecias humanas que no haya sido tratado por alguna letra de tango. Desde situaciones cotidianas y familiares hasta los más graves problemas sociales, pasando por la descripción de virtudes y defectos de hombres y mujeres, dolores y alegrías, toda la vida en suma, tiene lugar en los distintos tangos.

Como ejemplo, recordemos el drama social de:
“Declaran la huelga, hay hambre en las casas
es mucho el trabajo y poco el jornal”

para llegar a casos risueños que le pueden ocurrir a cualquiera:
“En seis meses me morfaste el mercadito,
el puestito de la feria, la ganchera, el mostrador ”…

También se plantean escenas de enorme nostalgia y dolor:
“… y una mañana de niebla espesa
pobre francesa, se me murió…”

hasta incluir poesías de alto vuelo, dignas de un Bécquer o un Darío:
“Yo soy aquél que lució
como blasón su moño volador
y que cenó en sus noches de infortunio
con pan de plenilunio y vino de ilusión.”

¿Puede alguien asegurar que no siente cierto cosquilleo en el corazón escuchando estas letras? Por eso el programa de tangos de nuestra Radio Universidad perdura en el tiempo, manteniendo su popularidad y gratificando a la gran audiencia que lo sigue desde hace tantos años

“Contando tangos”
es un programa que se emite por Radio Universidad,
FM 93.1, los domingos de 9 a 13.
Su conductor es Carlos Washington León.

 

 

 

 

 

 

 

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