EMPEZÓ A MOLER EL MOLINO SARDIÑA

Una rueda que produce cultura

Símbolos de una cultura del trabajo y de la producción que necesitamos rescatar, los molinos harineros del Norte jachallero están empezando a revivir. Como culminación de una nueva etapa en una tarea que lleva ya varios años, este mes la nueva rueda del Molino Sardiña ha comenzado a funcionar. Un logro que fue posible gracias al compromiso de la comunidad sanjuanina y de sus instituciones, entre ellas la Universidad Nacional de San Juan.

 


 
El agua ya mueve la rueda, y este sencillo acto mecánico lo resume todo. El Molino Santa Teresa, más conocido como Molino Sardiña, en Jáchal, ya está en funcionamiento. Este mes se terminaron las obras de albañilería y se puso a funcionar la rueda. El viernes 19, en un acto al que asistieron autoridades provinciales y universitarias, se molió trigo por primera vez en muchos años. La nueva rueda, de cuatro metros de diámetro fue confeccionada completamente nueva gracias a la preocupación y la ocupación y esfuerzo de personas que representan a la Universidad Nacional de San Juan, Gendarmería Nacional y Canal 8, con el respaldo del Gobierno de la provincia.
El Proyecto Cultural "Puesta en Valor de los Molinos Históricos del Norte Sanjuanino", que esta Casa de Altos Estudios viene desarrollando desde hace varios años en el marco de las actividades de la Dirección de Cultura dependiente de la Secretaria de Extensión Universitaria de Rectorado, ha alcanzado así uno de sus objetivos: el Molino Sardiña ya está en condiciones de producir harina y otros subproductos. Si bien esta producción no tiene las características de competitividad de los mercados actuales, su importancia es otra.

El molino y su valor

El molino "Santa Teresa" o Sardiña es uno de los molinos harineros de la provincia de San Juan que el Congreso Nacional declaró Monumento Histórico Nacional en el año 2000, gestión que fue iniciada por el ingeniero José Luis Gioja, actual gobernador de San Juan, durante su mandato en el Senado de la Nación. Esa declaración implicó un reconocimiento al valor de estas construcciones que datan de las primeras décadas del siglo XIX. En 1830, Jáchal albergaba la cuarta parte de la población provincial y era el segundo centro urbano de San Juan. En ese entonces aparecieron los primeros molinos harineros y los trapiches mineros. En 1870, los cereales jachalleros se expandían por todo el país. Sobre fines del siglo XIX, Jáchal contaba con once molinos harineros. Hasta fines de la década de 1960 muchos de estos molinos aún producían harina, aunque ya habían comenzado a notarse los estragos de las circunstancias económicas, políticas y sociales que apagaron el viejo esplendor.
Las edificaciones de adobe y sobre todo los techos de caña y barro se deterioraron y eso puso en peligro las maquinarias características de la época previa a la Revolución Industrial, traídas de Europa y Estados Unidos, que los molinos albergaban. Esta fue la razón por la cual lo primero que se hizo, en el Molino Reyes y en el Sardiña, fue la reconstrucción de los techos. Otras obras se fueron agregando a medida que el tiempo y los fondos lo permitieron pero, específicamente en el caso del Molino Sardiña, la rueda, corazón del mecanismo, estaba tan deteriorada que era imposible pensar en hacerlo funcionar. El trabajo conjunto de la UNSJ -en cuyo seno funciona desde hace años una Comisión Permanente para este tema- con las demás instituciones de la provincia hizo posible que antes de terminar el 2004 ya esté instalada y funcionando una rueda que construyó totalmente nueva, de madera dura, un experto artesano de Jáchal.

Un compromiso de toda la sociedad

El Molino Sardiña constituye un importante patrimonio arquitectónico-cultural que no tiene igual. Por tratarse de una provincia sísmica, San Juan perdió casi todo su patrimonio arquitectónico con los sucesivos terremotos, diluyéndose así la "memoria colectiva". Apuntalar la identidad no sólo jachallera sino de toda la provincia aparece como una necesidad ineludible en tiempos de globalización.
La puesta en valor de estos molinos permitiría montar un circuito de turismo cultural que daría un nuevo impulso a Jáchal y su zona de influencia.
La experiencia mundial indica que cuando el cuidado de la herencia cultural no es un compromiso de toda una comunidad, sean cuales sean las acciones que se emprendan, éstas fracasan. El caso de los Molinos jachalleros es un ejemplo de lo contrario. El Estado, las instituciones educativas y las empresas comerciales, el carpintero de Jáchal, los vecinos del lugar, los miles de sanjuaninos que asistieron y colaboraron con su entrada en los dos festivales folklóricos organizados para recaudar fondos, los músicos que cantaron gratis, son el ejemplo de una sociedad que asumió su compromiso con la historia.

 

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