Crisis, productores
y Estado
en la vitivinicultura sanjuanina (1930-1943)
Las continuas crisis de la vitivinicultura
en nuestra provincia han puesto en relieve la fragilidad de
un sistema asentado en la especialización productiva
y la necesidad de aplicar políticas estatales que atiendan
la superación de los problemas. se muestra aquí
cómo la crisis de 1930 fue encarada por parte de los
productores y por el estado nacional y provincial.
ESCRIBE
Magíster Lía Alejandra Borcosque
Licenciada en Historia - UNSJ
Magíster en Historia Económica - UNICAMP
Contacto: laborcosque@hotmail.com
PARTE DE PONENCIA PRESENTADA
EN LAS XX JORNADAS
INTERNACIONALES DE HISTORIA ECCONÓMICA,
MAR DEL PLATA, OCTUBRE DE 2006
Hacia la década de 1880 se dieron
en nuestro país numerosas transformaciones, entre las
cuales resulta importante en el ámbito socioeconómico
la consolidación del Estado nacional moderno y el ingreso
al circuito capitalista mundial como país agro exportador.
En este último aspecto, las diferentes regiones se
adecuaron a la nueva situación, desarrollando Mendoza
y San Juan una actividad complementaria con la producción
pampeana: la vitivinicultura.
Esta actividad, al principio relegada ante el desarrollo de
otras actividades económicas relacionadas con el cultivo
de cereales y alfalfa para el engorde de ganado y su traspaso
a Chile, fue iniciando un proceso de modernización
y, paulatinamente, el viñedo y la bodega pasaron a
ser la base de la economía regional.
Es posible detectar con anterioridad
a la década de 1880, coincidiendo con el auge de la
economía ganadera-cerealera, el surgimiento de un tipo
de vitivinicultura denominada como “criolla”.
En esta primera etapa vinícola la elaboración
y comercialización de vinos era escasa, estaba destinada
casi totalmente al consumo local y el transporte era realizado
en carros tirados por animales, lo que terminaba por afectar
la calidad del producto. Los vinos eran producidos por bodegas
artesanales, caracterizados por la escasa incorporación
de tecnificación, maquinarias y personal científico
especializado en el proceso de elaboración de los productos.
Los establecimientos eran organizados por particulares con
muy poco apoyo por parte del Estado.
La confluencia de una serie de condiciones internas y externas
favorecieron un cambio en la economía de San Juan:
el estado de paz y organización nacional, el impulso
a la agricultura y ganadería, el fomento de la inmigración
y la colonización, la extensión de la red ferroviaria
y la importación de capitales. Todo esto dio lugar
a la aparición de un nuevo modelo económico
basado en el cultivo de la vid en gran escala y su industrialización.
La llegada de una masa inmigratoria de
europeos, principalmente españoles e italianos, aportó
mano de obra, nuevas tecnologías y capitales aplicados
al trabajo. El ferrocarril contribuyó a integrar económicamente
a San Juan con el resto del país incentivando, a partir
de su llegada en 1885, un aumento de las áreas cultivadas
con vid. Sin embargo, este impulso inicial se logró
también con la participación conjunta de dos
instancias: el accionar del Estado provincial y el de los
propietarios particulares.
A partir de este momento, las antiguas y pequeñas bodegas
comenzaron a ser reemplazadas por las de gran porte, transformándose
muchas de ellas en importantes sociedades anónimas.
Estos productores, bodegueros y viñateros, y comerciantes
se fueron asociando en gremios, centros y asociaciones para
defender sus intereses ante los gobiernos locales y nacionales.
La Bodega del Estado y la Sociedad
Vitivinícola
Al modo en que se fue conformando el
modelo vitivinícola (uso de variedades de uvas inadecuadas,
atraso tecnológico, mala calidad, fraude y “estiramiento”
del vino, entre otros) se sumaban factores negativos externos
(climáticos, crisis económicas nacionales e
internacionales que provocaban la caída del consumo
y de los precios). Esta situación ocurría periódicamente,
determinando la aparición de las llamadas “crisis
cíclicas” de la vitivinicultura, las cuales se
desarrollarán a lo largo de todo el siglo XX.
La primera de estas crisis tuvo lugar entre 1901 y 1904, la
segunda entre 1914 y 1916, y aunque de alguna manera éstas
aparecían vinculadas a factores externos como la crisis
económica nacional que afectaban el consumo, o a conflictos
externos como la Primera Guerra Mundial; la superproducción
vínica y la adulteración de los vinos eran constantemente
apuntadas como importantes causas de la misma. Así,
las soluciones implementadas por el Estado o por los mismos
productores, tenían como fin último disminuir
los excedentes de uvas y vinos para equilibrar la oferta ante
la disminución de la demanda.
Luego de la superación de la crisis de 1914-1917 siguieron
años de prosperidad para la industria vitivinícola
sanjuanina con el aumento de la producción de uvas
y vinos. A esto se sumó otro factor: las heladas que
afectaron la producción de uvas en Mendoza en 1927
y 1928 redujeron la producción mendocina en un 50%
y aumentaron el precio nacional del vino. Esta situación
benefició a la economía de San Juan, cuando
los bodegueros sanjuaninos pudieron colocar sus productos
en el mercado con importantes ganancias. Sin embargo, las
excelentes cosechas de 1928 y del año siguiente crearon
un panorama desalentador al combinarse con el descenso del
consumo.
Para hacer frente a esta situación de la vitivinicultura
y mantener los márgenes de rentabilidad por la caída
de los precios, los bodegueros organizaron en Mendoza y en
San Juan las Sociedades Anónimas Vitivinícolas.
Estas fueron constituidas como entidades comerciales de carácter
privado cuyo objetivo final era crear un stock de reserva
de producción conformado con las cantidades aportadas
por los bodegueros y viñateros y que sería comprada
por la Sociedad. De esta manera, las Sociedades funcionaban
como reguladores de la producción, al evitar la caída
de precios por el exceso de salidas de vino al mercado.
En San Juan un sector importante de productores organizó
la Sociedad Vitivinícola en octubre de 1929, adquiriendo
acciones las más importantes empresas bodegueras: la
S.A. del Bono Ltda.; la S.A. Bodegas y Viñedos Santiago
Graffigna Ltda.; Bodegas y Viñedos “El Parque”
de Manuel A. Gutiérrez; Bodegas y Viñedos “El
Globo” Ltda., Firma Gutiérrez y de la Fuente;
S. A. Bodegas y Viñedos Copello, Siboldi y Cía.;
Bodega Tinto Hnos., Blas Polloni, Alberto Paviolo, Saúl
Aubone, José Yanzón y otros. También
compraron acciones algunos viñateros, aunque la representatividad
de este sector era mínima. Además los bodegueros,
cuando se suscribían, firmaban un contrato de compra
venta de vinos y uvas estableciendo la cantidad de vino que
cada miembro debía vender.
Esta Sociedad Vitivinícola tomó medidas para
evitar los excesos de producción, pero la crisis se
agudizó en los primeros años de 1930, cayendo
aún más el consumo y creando una nueva situación
de superproducción. A esto se sumaron otros factores:
la resistencia y desconfianza de los mismos productores ante
las obligaciones estipuladas en los contratos de la Sociedad,
la falta de circulante en la provincia para financiar la compra
de vinos y uvas, la paralización en la salida de los
vinos que permitiera dar entrada a la elaboración de
la próxima cosecha y finalmente, la negativa de las
entidades financieras nacionales para otorgar créditos
hasta que las Sociedades Vitivinícolas obtuvieran el
número de adherentes, que representara el 95% de la
producción de vinos en San Juan y Mendoza. Estos elementos
contribuyeron para la liquidación de la Sociedad Vitivinícola
de San Juan a mediados de 1932.
A instancias del gobierno cantonista1
se creó Bodega del Estado en febrero de 1932. Esta
bodega, en su momento la más grande de Argentina, significaba
la intervención y regulación oficial directa
en la vitivinicultura. Su función era aumentar la capacidad
de elaboración de la provincia mediante la ampliación
de la vasija vinaria, facultando al gobierno a comprar a precio
de costo el excedente de vinos de las bodegas particulares.
Con esto se buscaba terminar con la especulación que
hacían los bodegueros con el precio de la uva comprada
a los viñateros sin bodega, ya que intentaban adquirir
la uva lo más tarde posible y retardar la cosecha,
argumentando que no podían elaborar nuevos vinos por
falta de capacidad de almacenamiento en sus bodegas. De esa
manera los bodegueros obtenían doble beneficio: por
un lado obligaban a los viñateros a vender las uvas
al precio que establecía el bodeguero; y, por otro,
con las uvas tardías, de mayor grado azucarino, producían
vinos de alta graduación alcohólica, que les
permitía obtener mayores ganancias al “estirarlo”,
mediante el agregado de agua.
Otra función de la Bodega del Estado, a más
largo plazo, consistía en mejorar la calidad de los
vinos. Para esto la ley establecía que los vinos de
esta bodega fueran añejados por cinco años,
luego serían intercambiados por otros nuevos provenientes
de las bodegas particulares, sin ningún costo para
éstas. También se facultaba al gobierno para
intervenir los vinos “torcidos”2 comprándolos
a un precio de un 20% menos para ser destilados y convertidos
en licores, anisados, aguardientes, cognac, ron, fernet, vermouth,
vinos licorosos, etc.
Desde el comienzo la Bodega del Estado
tuvo problemas con los sectores afectados, sobre todo con
los bodegueros, además de las continuas protestas por
los impuestos que los productores debían pagar para
financiar su funcionamiento. Ésto, sumado al alejamiento
del cantonismo del poder, al agravamiento de la crisis vitivinícola
y a las políticas de la Junta Reguladora de Vinos,
determinó el fracaso de la Bodega del Estado, que si
bien siguió funcionando, no pudo cumplir con los objetivos
para los que había sido creada. A partir de 1935 la
Bodega del Estado se convirtió en el lugar donde la
Junta Reguladora almacenaba los vinos comprados o prendados
en garantía de los préstamos a los bodegueros.
La Junta Reguladora de Vinos
Luego
de la caída del cantonismo en 1934, el consumo nacional
de vino se encontraba en franco descenso y la producción
provincial no encontraba salida y seguía almacenada
en las bodegas. Ante esto, el precio del vino y de la uva
continuó bajando. Dentro del marco de la crisis que
afectaba a todos los sectores de la economía, el gobierno
nacional comenzó a crear diversas comisiones asesoras
y juntas reguladoras para proteger los intereses de los diversos
sectores productivos. En Cuyo tuvo incidencia directa la Junta
Reguladora de Vinos, creada mediante la ley 12.137 de diciembre
de 1934 con la finalidad de evitar la superproducción
y la baja rentabilidad de los vinos y demás productos
derivados.
En San Juan la Junta Reguladora, recibida con entusiasmo por
los productores, aplicó un conjunto de medidas de emergencia.
La primera consistió en la adquisición de vinos
y uvas para impedir su vinificación. Estos fueron comprados
a bajo precio; una parte de la uva fue entregada a escuelas
y hospitales mientras que otra gran cantidad permaneció
sin cosechar en los parrales. El vino fue guardado en las
bodegas de los productores para ser vendido más adelante,
aunque se veía frecuentemente situaciones donde la
uva comprada era destinada a la elaboración clandestina
de vinos.
También fueron entregados préstamos a los productores
para cubrir 3 millones de hectolitros de vinos provenientes
de las existencias de vinos precedentes a 1935. Aún
así, como la cosecha de 1936 en San Juan fue superior
a las anteriores, se intentaron, entonces, soluciones extremas
con la extirpación de viñedos en las zonas productoras,
medida controvertida que provocó numerosas críticas
en todo el ámbito de la república. También
es cierta que esta circunstancia fue aprovechada por algunos
propietarios, que vendieron fincas que habían abandonado
hacía algún tiempo y ya no las trabajaban o
venían siendo atacadas por un nuevo flagelo, la filoxera.
El año 1938 se presenta como el más crítico
para los productores sanjuaninos debido a las cantidades de
vino acumulado de años anteriores sumado a la excelente
cosecha de 1937. Ese año se aplicó la contribución
en especie a los bodegueros que debían entregar la
producción equivalente al 15% de lo elaborado y, para
evitar su comercialización, se ordenó su derramamiento.
El vino corrió por las canaletas de las bodegas perdiéndose
en las acequias de riego. Esta situación tuvo grandes
repercusiones negativas en la opinión pública
de todo el país.
En 1938 fue sancionada por el Poder Ejecutivo
la Ley General de Vinos Nº 12.372. Por la misma se creaba
la Dirección General Vitivinícola, dependiente
del Ministerio de Agricultura, que atendería con exclusividad
todos los asuntos relacionados con la industria vitivinícola:
comercialización, control y fiscalización técnica,
con excepción de la percepción de impuestos.
Y además se creaba la Comisión de Industria
Vitivinícola. Se establecían las características
de los vinos genuinos y demás productos derivados de
la uva con el propósito de evitar el fraude y la comercialización
de productos de mala calidad o nocivos para la salud. En este
sentido se establecían las prácticas enológicas
permitidas y las que estaban prohibidas, las penalidades a
las mismas, mientras que la función de control quedaba
en manos de las Oficinas Químicas Nacionales.
Pero quedaron fuera de la ley una serie de consideraciones
importantes tales como la prohibición de corte, fraccionamiento
y manipuleo del vino fuera de las bodegas o de los locales
adscriptos a las bodegas para el expendio al público
y la necesidad de la especificación sobre el tipo de
envase de venta al público. Otra gran ausencia de la
ley era la falta de representatividad de los viñateros
sin bodegas (que constituían el sector más desprotegido),
de los enólogos (éstos últimos si tenían
representante en la Junta Reguladora) y de los trabajadores.
La Junta Reguladora desconocía las instancias de esta
ley y no dio lugar a las disposiciones que atendían
el control de la calidad ni a las diferentes instituciones
creadas.
A partir de 1939 la situación de la industria vitivinícola
nacional comenzó mejorar con la disminución
general de stock de vinos y el aumento de su consumo per cápita,
equilibrándose la relación entre oferta y demanda,
por lo que la Junta disminuyó las medidas de restricción
de la oferta. Al considerar que no habría excedentes
de vino por el momento, la Junta eliminó la contribución
en especie exigida a los bodegueros y vendió parte
del vino de propiedad fiscal almacenado en la Bodega del Estado,
destinando los recursos a la campaña anti-filoxérica
en la provincia, y a la construcción de la Planta de
Elaboración, Clasificación y Empaque de Fruta
Seca. Sin embargo, lejos estaba la posibilidad de abandonar
totalmente las políticas restrictivas: el replante
de nuevos viñedos solo se haría con la expresa
autorización del Ministerio de Agricultura y usando
variedades injertadas sobre pie americano, único modo
de evitar la filoxera.
La Junta Reguladora fue disuelta por el gobierno militar tras
el golpe de 1943. Casi la totalidad de las funciones fueron
traspasadas a la Dirección Nacional de Vitivinicultura,
organismo que había sido creado por la ley de Vinos
de 1938 pero que sólo sería instituida en ese
momento.
El accionar de la Junta tuvo como balance
positivo la producción de gran cantidad de estudios,
estadísticas e investigaciones sobre vitivinicultura
sin precedente en la historia y economía argentina.
Sin embargo, en realidad ninguna de las medidas de la Junta
tuvo una gravitación fundamental en los índices
de producción y, como había sucedido en las
crisis anteriores, las soluciones dependieron de factores
externos, como los climáticos o la situación
económica nacional. Además las medidas tendieron,
sobre todo, a favorecer a los bodegueros exportadores, quienes,
al mismo tiempo que mantenían cargos en los gobiernos
locales, conformaron la dirigencia de la Junta Reguladora.
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DIARIO DE SESIONES DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS.
Debate de la Ley de Vinos 4 de agosto de 1938.
NOTAS
1 El gobierno “bloquista”, de origen radical
alemista, surgió en la provincia de San Juan
en 1918, liderado por los hermanos Cantoni. Los gobernadores
que pertenecieron a la etapa bloquista ocuparon tres
mandatos: Federico Cantoni (1923-1925 y 1932- 1934)
y Aldo Cantoni (1926-1928) y se caracterizaron por ser
gobiernos populistas, con amplio apoyo de las masas
trabajadoras y gran oposición de los liberales
conservadores. Estos gobiernos aplicaron una política
económica en la que el Estado adquiría
una importancia fundamental mediante la regulación
de todas las actividades económicas, principalmente
de la vitivinicultura. Las obras de gobierno eran financiadas
con los impuestos a los vinos, por lo que el sector
de los bodegueros estuvo siempre enfrentado al cantonismo
y contribuyeron al alejamiento definitivo de su lider,
Federico Cantoni, en 1934.
2 Vinos torcidos o enfermos eran las denominaciones
que se les daban cuando las propiedades organolépticas
del vino se modificaban debido a las técnicas
o procedimientos inadecuados en la elaboración
del producto. |
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