Universidad Nacional de San Juan - Argentina - Abril 2006 - Año III - Nº 19

    Principal
    Editorial
    Agenda
    Libros
    Equipo
 

Escríbanos
Nombre
E-mail
Confirme su E-mail
Mensaje

LOS OBJETOS Y EL DISEÑO

Cuando los materiales hablan

La expresión de la materia en el contexto de los
productos tecnológicos


ESCRIBE
Roberto Tomassiello
Profesor Titular e Investigador (II) en la UNC y UNSJ. Profesor en el nivel de Posgrado de la UTN y la UNSJ.
Responsable del Laboratorio de Diseño Industrial y Gráfico del Centro Regional de Educación Tecnológica (CeRET), dependiente del Gobierno de Mendoza y la UTN.

El mundo objetual, en otros términos, aquel entorno de productos desarrollados a fin de satisfacer necesidades humanas, podríamos interpretarlo como la convergencia de materia, forma, expresión, función y uso, en un todo denominado “objeto”. Los objetos son productos de las tecnologías duras, se caracterizan por su tangibilidad, y pertenecen al contexto inmediato de las personas, donde tienen el propósito de facilitar sus actividades cotidianas.

La materia que da vida a dichos productos, es portadora de información y de una capacidad expresiva que contribuye a determinar sus rasgos mórficos, otorgando identidad a los mismos. La expresión de la materia, está determinada -entre otros factores- por su propia naturaleza, por los recursos tecnológicos puestos en juego para transformarse en productos y también, por el uso.

Considerando como centro del análisis la propia naturaleza de cada material, se pueden advertir comportamientos diferentes: algunos son flexibles, o bien elásticos, otros en cambio se presentan como rígidos e indeformables. Finalmente, se encuentran aquellos que son relativamente pesados, en contraposición a los que muestran liviandad.

Por otra parte, según la capacidad de transmisión de la luz, algunos materiales resultan transparentes, permiten ver con marcada definición, como si no se interpusieran al observador. Otros se oponen al paso de la luz, siendo entonces opacos. Entre ambas categorías, pueden ubicarse los materiales conocidos como traslúcidos: a través de ellos las imágenes se perciben borrosas, y por ello tienen un modo de expresión característico. Se podría decir que en lo expresivo, actúan como un filtro con capacidad para seleccionar lo que dejan pasar (sólo la luz) de las imágenes que no permiten ver con nitidez.

Asimismo, con respecto a la percepción táctil, los materiales pueden aparecer como porosos o compactos, texturados o lisos y cada sustancia tiene una temperatura que la distingue de otras. Por otra parte, la materia es portadora de un sonido, un olor, se contrae o se dilata según las variaciones de temperatura o humedad, y también es capaz de responder frente a ciertos estímulos, como sucede con los materiales inteligentes. La materia es, por lo tanto, sensible.

El usuario de los productos, desde el mismo momento en que los percibe por primera vez, y más adelante durante su manipulación, está en condiciones de captar estas cualidades, llevando a cabo entonces un proceso de lectura -decodificación- a través de la vía sensorial, según sus propias pautas culturales. La materia y la forma, determinantes de las características los objetos, constituyen simultáneamente una potente usina expresiva, capaz de estimular no sólo los sentidos, sino también el campo emocional de los sujetos que interactúan con los productos.

Hacia una expresión sincera de la materia

Si bien la realidad cotidiana se encarga de poner en evidencia modos de expresión auténticos, que revelan la propia identidad de los materiales, en ciertos casos parecería que los acabados ocultan las posibilidades expresivas genuinas de los sustratos en los que están aplicados.

Es frecuente encontrar productos tecnológicos donde los metales aparecen recubiertos por esmaltes que reproducen vetas para emular la madera. Otras veces, la madera es laqueada con revestimientos de apariencia metálica, perdiéndose sus rasgos propios, aquellos que la caracterizan y otorgan particular belleza.

En la opinión del autor, debería existir una necesaria sinceridad en la expresión de los materiales, tema que no pueden desconocer los responsables del diseño y de la factura de los objetos.

Los materiales, su potencialidad expresiva y el uso

A los efectos de profundizar el análisis sobre los materiales y su potencialidad expresiva, es conveniente tener en claro qué se entiende por “material”. En tal sentido, Carlos Rangel Nafaile1 aporta una visión interesante, al intentar definir los materiales. Este autor los caracteriza como “la porción de materia a la que se le da un uso particular para desarrollar una actividad específica”. Podemos inferir que un material no solamente es una sustancia, sino algo más complejo: es la suma de la materia y el uso que ésta va a tener.
Desde lo expresivo, el uso también promueve la metamorfosis de la materia, confiriéndole variadas apariencias. Es evidente que después de varios años de utilización, la empuñadura de madera de una herramienta pierde su aspereza superficial y, adquiere en cambio un aspecto liso, bruñido, obra del contacto de la mano del usuario sobre el material.
De igual modo, un trozo de acero expuesto a la acción de los factores ambientales -en particular, su contacto directo con el aire y el agua- pierde el brillo metálico y se convierte progresivamente en un material de color rojizo, donde la formación de óxido avanza hasta que lo corroe y perfora. Como se puede advertir, hasta la materia que en apariencia no tiene vida -como el caso de los metales- está en permanente cambio, puede ser transformada y como consecuencia de ello, es capaz de expresar diferentes identidades.

De lo anteriormente expuesto podemos concluir que la materia, en su interacción con el ser humano, posee -al decir de Manzini2 - una reconocibilidad: se sabe cuál es el campo de sus posibilidades y limitaciones, y la potencialidad expresiva que puede ofrecer en diferentes situaciones.

Los materiales y su expresión, según los recursos tecnológicos utilizados

La expresión de los materiales manifiesta variaciones significativas, según el modo utilizado para su conversión en productos. A los efectos de poder ejemplificar lo expresado, vale la pena retomar el caso del acero: cuando un lingote de este material es laminado en frío, cobra una apariencia brillante, bruñida, con una superficie lisa. La estructura cristalina resultante de este proceso, le da al material características de acritud, es decir dureza y fragilidad, lo cual determina que sea difícil de procesar.

En oposición, un lingote del mismo material trabajado al rojo muestra una superficie rústica y ennegrecida por el efecto del óxido que, a modo de cáscara, ha cubierto temporalmente su superficie. El acero laminado en caliente posee condiciones de maleabilidad que no se consiguen fácilmente de otro modo, y que favorecen las operaciones futuras sobre el material.

Como se puede advertir, los diferentes modos de procesamiento de los materiales, a la par que determinan sus características expresivas particulares, también establecen cualidades de la estructura interna.

A modo de conclusión

El universo objetual es tal gracias a la materia que le confiere tangibilidad. Cada material es portador de rasgos expresivos particulares, según su propia naturaleza, por el modo en que han sido procesados, o también por la impronta que el uso va dejando en los productos, en su contacto directo con el ser humano.

El Diseño, como actividad proyectual dedicada a la resolución de los aspectos formales de los objetos, debe extraer las potencialidades expresivas de sus materiales, aplicándolas de modo inteligente en la definición del lenguaje de los objetos que se conciben.

 

Copyright © 2004 Revista la U | Universidad Nacional de San Juan | Todos los derechos reservados | revista@unsj.ed.ar