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CARTA ABIERTA


La cronicidad del sistema universitario argentino

Ya no podemos hablar de constantes del sistema universitario, sino más bien tenemos que referirnos a problemas crónicos que la universidad atraviesa desde sus inicios. Por esto una vez más tenemos que repetir palabras que ya forman parte del vocabulario universitario como lo es “fragmentación”, la cual cada año lejos de desaparecer se nos presenta como una realidad. Departamentos y cátedras en constante lucha por tener un espacio más relevante, no hacen más que aumentar la brecha que existe entre componentes de la misma universidad. Esta situación se ve reflejada también en el ámbito nacional, donde se presenta una topografía de archipiélago con universidades que son islas sin ninguna relación.
Desde el comienzo de la universidad existe el planteamiento no muy erróneo de “la maquina de formar profesionales”. Hoy, casi un siglo después, seguimos alimentando este modelo con políticas que se alejan de la colaboración con la sociedad, la investigación y la actividad productiva.
No sólo los alumnos sufrimos estos problemas. Los docentes luchan incansablemente por un salario acorde a sus funciones que ponga un fin definitivo a la baja profesionalización de los pedagógicos universitarios. No queremos profesionales poco dedicados y comprometidos cumpliendo el rol de educadores. Necesitamos verdaderos profesionales de la educación formados para cumplir esta misión.
Todos estos problemas antes mencionados dan como resultado el panorama desolador que muestra la universidad actual. La deserción ya no es algo que llame la atención, los que logran mantenerse no pueden dedicarse por completo a la carrera universitaria porque los planes de estudio son interminables y mal formulados, y llevan al estudiante a buscar otra actividad que sirva para financiar su instrucción. Acudimos a ofertas educativas donde se les promete a los futuros alumnos universitarios carreras cortas, con alta salida laboral, sistema de becas, posgrados en diferentes áreas, ¿se adjuntará a esta folleteria números como éstos?: menos del 10% de los que ingresan se gradúan, sistema de enseñanza memorista y autoritario, promedio de edad del egresado 28 años, sólo el 3,6 % de los egresados realiza un posgrado, planes de estudio desactualizados e enciclopédicos, menos del 4% del alumnado accede a una beca.
Cuántos de nosotros ha escuchado discursos en donde se prometen bibliotecas actualizadas, pero cuántos de nosotros ha asistido a esas bibliotecas. Tanto alumnos como docentes soñamos con bibliotecas equipadas y actualizadas con ejemplares acordes a la población universitaria en donde podamos tomar ese espacio como un lugar de apoyo académico y un centro de investigación, no un lugar en donde se va a competir por un libro con nuestros pares.
Es imprescindible que tomemos conciencia de lo que le sucede a la universidad y a partir de esta toma de conciencia podamos entre todos reformular el sistema universitario, dando fin a estos problemas que llevan casi un siglo dividiéndonos y haciendo que nuestros sueños como estudiantes se vislumbren en un horizonte casi inalcanzable. Es hora de buscar una solución en conjunto para darle fin a este mal que afecta a toda la Universidad. Hay que dejar de proponer soluciones individuales que parecen utópicas, y empezar a ejecutarlas, comenzando por uno mismo para lograr que el esfuerzo personal se convierta en una fuerza que impulse el movimiento grupal.

Luis Acuña
Gonzalo Sánchez
Luis Molina
Alumnos de la cátedra Integración Cultural III de la carrera Licenciatura en Ciencias de la Información, Facultad
de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales - UNSJ
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Los primeros profesores del Central

He leído “Cuatro décadas de compromiso en la calidad educativa”, con motivo del aniversario del Colegio Central Universitario “Mariano Moreno” que abarca las páginas 10 y 11 del número 14 Año II de junio-julio de 2005.
Quiero aportar un dato para completar la historia. En 1965, como lo dice la publicación, comenzó a funcionar el CCU. Se llamó a concurso para cubrir las cátedras del Primer Año del Bachillerato de Artes que funcionó en la Escuela Julia León, en turno vespertino hasta la noche.
Nos presentamos muchos docentes para once asignaturas de ese único curso que funcionaría aislado de los otros establecimientos (Fray Justo; Belgrano y en la casa de calle Caseros 665 Sur). Como resultado de ese concurso ocupé el primer lugar entre los postulantes para las asignaturas Castellano, Educación Democrática e Historia.
El 19 de julio de 1965 comenzó a funcionar con una asistencia de alumnos mayores de lo que estábamos acostumbrados a ver en el secundario de otros establecimientos y que tenían muchos deseos de cursar su nivel secundario.
Se nos comunicó que íbamos a cobrar menos que en la Nación porque se necesitaba dinero para equipar con material didáctico el buen funcionamiento del incipiente colegio. Era regente en este curso la profesora Corina Jorquera de Montero. De esta manera ese grupo de profesores que podríamos llamar “fundadores” estuvo aislado en ese lugar un tiempo hasta que se nos integró al edificio de la Escuela Nacional Nº 134, en turno tarde temprano, en donde funciona actualmente.
Agrego este dato con el objeto de completar la reseña inicial de este prestigioso Colegio y el sacrificio que hicimos en sus comienzos un grupo de docentes soñadores, para que creciera en relación con los objetivos que motivaron el proyecto de creación que presentara la profesora Antonia Moncho de Trincado. Dirigía el Colegio la profesora Rosa Collado y era regente la fallecida profesora Ivonne Dubós de Tinto.
Agradezco su publicación.

Profesora María del Carmen Reverendo
DNI 2.502.560

 

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