A 213 años de Mayo de 1810: Argentina ayer y hoy

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El país está inmerso en una disputa política de intereses. No es nuevo y viene desde sus orígenes. Pero lo cierto es que a principios del siglo XIX hubo convicciones tan fuertes que llegan al presente. Dos historiadoras y un historiador de la UNSJ destacan esos principios y los contraponen con algunos actuales.

Por Fabián Rojas

Imagen de portada: Telam

Basta recorrer los canales de televisión o recalar en cualquier medio de comunicación y en las redes para saber que no existe una sola Argentina. El tema es que esto no es una novedad, ni siquiera puede decirse que es producto de una resolución económica de 2008 (la 125, de retenciones)  o de la pelea de un gobierno con uno de los grupos de medios más fuertes del país.

En su libro “La Argentina imaginada”, el historiador Hernán Brienza rescata la obra de otro historiador, Eric Hobsbawn, cuando en “Naciones y nacionalismos desde 1870” el británico sostiene que “la idea de nación está ligada a la construcción que hace el Estado nacional, en el siglo XIX, para que –y acá está la trampa- la clase que edifica ese tipo particular de Estado pueda justificar su predominio (…) sobre las otras”. Brienza señala lo interesante de esa idea para tomar a la “nación” como un concepto en disputa política. “Se podría pensar, entonces –anota Hernán Brienza-, que las interpretaciones diferentes e incluso antagónicas de una ‘nación’ responden, en realidad, a las clases, los sectores, los intereses que representan y que logran o no construir su hegemonía en un Estado”.

Al Estado argentino también lo hicieron –hay que decirlo, entonces- las ideas de librecambismo con Europa (sobre todo con Inglaterra) sin depender ya de España. Había que salir del monopolio español, eso de poder comerciar sólo con la metrópoli. Y es cierto, hubo intereses traccionados por la clase más poderosa. Fue un fin perseguido por hacendados y comerciantes de Buenos Aires, de gran influencia política en esos primeros años del siglo XIX. “Este poder económico y político será mantenido por la elite porteña a lo largo de toda la historia argentina”, apunta el libro “Argentina – Más de doscientos años de historia”, coordinado por Felipe Pigna.

Pero también hubo todo un pueblo movilizado por un sentimiento que buscaba soberanía. Hubo presión de milicias criollas y de un grupo de jóvenes revolucionarios, entre quienes sonaban fuerte las ideas y sueños de Mariano Moreno y Manuel Belgrano. Así se llegó al Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810, que buscó la destitución del virrey Cisneros, y al 25 de Mayo (ya con M mayúscula), en que quedó conformada una nueva Junta de Gobierno. Un proceso con convicciones demasiado fuertes, tan fuertes como para que desde aquella Historia de ya 213 años lleguen valores que se chocan con una matriz muchas veces de dudoso apego a lo argentino, con signos culturales de neocolonialismo por doquier.

Revista la U planteó dos preguntas simples a dos historiadoras y un historiador de la UNSJ.          

A – ¿Qué valores o acciones rescataría de aquella Revolución de Mayo para traerlos a este presente del país?

B – ¿Hoy falta sentimientos de argentinidad? ¿El apego a la moneda extranjera puede ser un ejemplo de ello?

Mg. Fabiana Puebla

A – “De los sentimientos y emociones que involucra la Revolución de Mayo y más tarde la Guerra por la Independencia, rescataría ante todo la convicción de que los intereses de la Patria estaban primero que los intereses particulares. Los protagonistas de esa gesta patria no dudaron en poner en riesgo su bienestar, ‘sus bienes y su vida’, para ponerse al servicio de la causa que consideraban justa. También me parece valiosa la iniciativa que los llevó a cuestionar el sistema colonial y buscar alternativas posibles para proyectar la construcción de un estado libre e independiente”.

B – “En muchos aspectos creo que sí. No sólo por el amor al dólar, sino también por no sopesar las consecuencias que a largo plazo traen las decisiones tomadas y, sobre todo, por privilegiar los beneficios particulares obtenidos antes que el bienestar general. Hace falta honestidad, patriotismo y valor para asumir responsabilidades”.

Prof. Cristina Nacif 

A – “Rescato el debate del Cabildo Abierto del 22 de mayo en torno a la soberanía popular en oposición al poder monárquico. La soberanía es del pueblo y él la delega en quienes lo representan. En la Argentina de hoy no logramos aun desmantelar poderes monárquicos, tal como la Corte de Justicia, recientemente en nuestra provincia hemos tenido una experiencia concreta de ello al intervenir arbitrariamente en el proceso electoral, impidiendo al pueblo sanjuanino elegir su representante en el ejecutivo local. A lo que debemos agregar los intentos de proscripción y persecución de líderes en los que parte del pueblo deposita su confianza y esperanza. En simultaneidad con ello y de manera convergente, las ideas económicas de Belgrano y un grupo de patriotas acerca de la necesidad de desarrollar un modelo productivo industrial autónomo, sostenido además por una buena educación al alcance de todos y todas”.

B – “Claramente hay una puja entre un sector empresarial trasnacional, cuyos intereses son la especulación financiera y la renta, sus negocios en el mercado financiero internacional, que conducen a parte de la dirigencia política, y un sector industrial que busca la inversión productiva industrial de valor agregado a nuestros productos a tono con una sociedad más igualitaria. Esto se expresa claramente en la gran puja por la distribución del ingreso que se manifiesta en las diversas propuestas económicas que están circulando en estos tiempos de campaña electoral, en que la política monetaria juega un rol central”.

Mg. Alejandro Salazar 

A – “La Revolución de Mayo en 1810 puso en marcha ideales y pasiones que hasta aquel momento eran inconstantes. Por un lado, el valor de territorio y de sus habitantes, y la necesidad de construir un presente donde haya un protagonismo propio. Y será desde ese lugar donde se construya un proyecto político y económico que se consolida en 1816, más allá de las diferencias. Creo que hoy debe existir un nuevo acuerdo social y político, no con el fin de eliminar las diferencias, sino de establecer prioridades necesarias que permitan establecer puntos de partida para mejorar el bien común”.

B – “La política argentina y el empresariado hoy dan valor a lo extranjero como parte de lo que es ‘bueno’. Creo que en los últimos 50 o 60 años la imposición económica de Estados Unidos ha potenciado y aún potencia el valor de lo ajeno en detrimento de lo propio. Y eso es como el dólar, patrón monetario mundial que anula la propia autonomía, nuestra independencia económica. En aquel mayo de 1810, el debate de monopolio comercial, dependiente de España, y librecambistas también fue parte de los valores y principios en pugna”.