Mujeres en la construcción de una tecnología equitativa

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La ciencia y la tecnología configuran nuestras formas de vivir y de ver el mundo, por esto es importante que las mujeres aporten a esas concepciones y formen parte de su diseño y creación. La única forma en que vivamos un futuro justo es incorporando diversidad entre quienes lo diseñan.

Por Belén Ferrer

Oscar Varsavsky, especialista mundial en la elaboración de modelos matemáticos aplicados a las ciencias sociales, escribió en uno de sus textos: “La misión del científico rebelde es estudiar con toda seriedad y usando todas las armas de la ciencia los problemas del cambio social, en todas sus etapas y en todos los aspectos teóricos y prácticos. Esto es hacer ciencia politizada”. Este científico fue un referente intelectual para toda una generación de investigadores/as, que promovía la necesidad de plantear una ciencia al servicio del pueblo y de una revolución social.

El trabajo del feminismo no sólo debiera basarse en velar por los derechos de las mujeres. La función de mujeres y disidencias en la producción de tecnología es sumamente importante, por lo que sería saludable emplear tiempo y esfuerzo en crear tecnología con una perspectiva inclusiva.

En una nota publicada recientemente por la Agencia de Noticias Catalejo se propone una reflexión que reafirma lo dicho en el párrafo anterior: “Claramente, a las mujeres nos queda un largo camino por recorrer para garantizar los derechos que tenemos y alcanzar los que nos faltan. El problema es que no sólo nos queda recorrerlo, sino que tenemos que militarlo, marcharlo, pelearlo, lucharlo, si no, no tendremos nada. Es como si dependiéramos, exclusivamente, de nosotras mismas para conquistar, garantizar, conseguir nuevas políticas públicas”. Y agregamos, quizás el día en que las mujeres tengan garantías de sus derechos y dediquen ese tiempo de lucha en su carrera, ahí tal vez la brecha de género deje de ser un problema.

¿Por qué el número importa?

El reporte “Futuro Programado: la brecha de género en las carreras universitarias del ámbito tecnológico«, del sitio chicasentecnologia.org, plantea que debería importarnos que más mujeres se reciban de carreras Tec porque de eso depende que las tecnologías que se creen o los sistemas que se implementen tengan una mirada inclusiva, con una experiencia de otros cuerpos q no sean masculinos para que no tengan sesgos. El informe recurre a varios ejemplos sobre cómo afecta la falta de mujeres en el diseño de nuestro mundo: “Originalmente los cinturones de seguridad no eran seguros para mujeres e infancias, porque los prototipos con los que los probaban eran de cuerpos masculinos; los celulares se diseñan para que sean cómodos de tener en la mano de un hombre, aun cuando eso implica que resulten incómodos para las mujeres; y hasta los dispositivos de realidad virtual (gafas, auriculares, guantes y trajes) están diseñados para los estándares masculinos”.

Además, el informe evidencia, muy dinámicamente, la brecha de género en las carreras universitarias del ámbito tecnológico y sostiene que para encontrar una mujer programadora hay que ampliar el universo universitario a 235 personas egresadas. De esto, concluye que las razones detrás de este fenómeno son muchas y complejas, pero que, sin embargo, lo importante no es buscar las razones sino por qué este número debería importar.

Los avances de la tecnología y especialmente la Inteligencia Artificial proponen facilitar la vida y los procesos, pero no logran este objetivo por igual para todas las personas. En la nota anterior sobre IA de la Revista la U (http://www.revista.unsj.edu.ar/?p=6202) explicamos brevemente sobre el origen del aprendizaje de estas herramientas que genera sesgos y por ende discriminación en su utilización.

La reducción de la brecha de género en las TEC y una mayor pluralidad de actores que estén involucrados/as en el desarrollo de inteligencias artificiales y tecnologías, va a lograr que éstas representen mejor a las diversidades y que los productos nos faciliten la vida a todas las personas por igual.

El caso de San Juan

Esta inquietud se la presentamos a Marita Benavente, secretaria de Estado de Ciencia, Tecnología e Innovación de San Juan (SECITI) e ingeniera Química de la UNSJ, y nos dijo: “No tengo estadísticas sobre la participación de las mujeres en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática (con sus siglas STEM referidas a las palabras en inglés: Science, Technology, Engineering and Mathematics) en la UNSJ. Pero es fácil darnos cuenta de que en algunas disciplinas logramos avanzar notablemente en cuanto a participación”.

“Ustedes nunca vieron un motor»

La Secretaria expresó que no cree que exista brecha de género en un sistema público que permite elegir las carreras en las que participar y comentó su experiencia en la UNSJ: “En todo caso, hay que continuar trabajando en la vinculación de las niñas con estas disciplinas desde pequeñas para ir gradualmente apartándonos de los estereotipos de género que vinculan a estas carreras con varones más que con mujeres. Cuando me inscribí en Ingeniería en 1988, había dos mujeres por cada 100 estudiantes, hoy avanzamos. Recuerdo mi primera clase de Física I en las aulas de Ingeniería, el docente de entonces arrancó la clase con la siguiente frase: ‘Bienvenidos a todos, veo algunas mujeres en la clase, van a tener que esforzarse mucho porque vamos a poner ejemplos prácticos de la física y ustedes nunca vieron un motor’. Un minúsculo ejemplo de cómo recibíamos un bombardeo diario de prejuicios de diverso calibre en torno a nuestra decisión de seguir Ingeniería. ¿Cómo respondimos entonces? Nos inscribimos con una compañera en un curso de mecánica de tele escuela técnica, era una forma de suplir la discapacidad que nos endilgaba el docente y ponernos a tono con los varones de la clase”.

Para Benavente, Argentina necesita cada vez más personas vinculadas a las carreras STEM, ya que el país precisa dos veces más de matrículas de las que hay actualmente para garantizar el desarrollo económico, que implica desarrollo científico y tecnológico: “No nos alcanzan los profesionales en estas áreas para poder garantizar la curva de desarrollo prevista para los próximos años. Es por esto que los Estados nacionales y provinciales implementamos políticas públicas que estimulan la inserción de cada vez más gente en estas disciplinas. Las mujeres deben avanzar en estos espacios y aprovechar oportunidades si así lo desean”.

En los últimos años se han generado varias políticas públicas que promocionan la inclusión de mujeres en las carreras STEM pero, según opina la Secretaria de la SECITI, las políticas públicas habilitan espacios, pero no cambian la cultura: “Es la conjunción de políticas públicas que faciliten verdaderamente la inclusión de mujeres en estas disciplinas junto con la decisión de las mujeres y la sociedad toda de seguir luchando para avanzar en la justicia de género. Para ser más concreta, cuando se propicia el acceso de una mujer con las políticas públicas típicas de ‘cupo igualitario’ se hace una parte del trabajo, está muy bien, pero si esa misma mujer no puede tomar la oportunidad por cuestiones familiares, sociales, económicas o geográficas, las barreras no fueron derribadas y serán obstáculo para la equidad de género. El problema de la incorporación de las mujeres al estudio o trabajo en STEM y en otras disciplinas es complejo y requiere de un abordaje multidimensional”.

Un poco de historia

El libro “Mujeres – Presencia y Protagonismo”, de la Editorial de la UNSJ, explica que las mujeres habían ganado terreno dentro de las universidades hasta 1940; luego, en 1960 el número se amplió con una incorporación masiva a carreras de la institución. La participación femenina alcanzó un 44 % en menos de una década, consecuentemente se fortaleció la necesidad de estudiar para hacer carrera como lo hacían los hombres. Pero, como era de esperarse, el periodo renovador científico y académico se vio frenado por el golpe de Estado de 1966.

El libro analiza que hasta 2017, año hasta el que se tomó para realizar esta investigación, hubo una creciente incorporación femenina al ámbito científico, pero esto no ha significado una consecuente igualdad de género, todavía existen “techos de cristal o barreras invisibles que limitan el acceso de las mujeres a los lugares de mayor prestigio y poder de decisión”, denuncia la publicación.

Otra conclusión a la que llega el estudio es que en los últimos años ha crecido el número de mujeres que optan por seguir carreras tradicionalmente consideradas masculinas, como son las ingenierías, lo cual es indicativo de que algo está cambiando en los roles de género. Sin embargo, el problema que denuncian es que las mujeres graduadas no siempre encuentran cabida en el mercado laboral de su ámbito, y en el mejor de los casos, es la misma universidad la que las absorbe.

La importancia de tener en cuenta estos números radica en que la única forma en que vivamos un futuro justo es incorporando diversidad entre quienes lo diseñan. La pluralidad de personas trabajadoras en el desarrollo de inteligencias artificiales y tecnologías va a lograr que éstas representen mejor a las diversidades y que los productos nos faciliten la vida a todas las personas por igual.