Inteligencia Artificial y Periodismo: El futuro llegó (¿hace rato?)

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La automatización de tareas representa riesgos tanto en el ámbito laboral como el social. ¿Estamos preparados para lo que se viene?

Por Belén Ferrer

En Argentina, a finales del siglo XX, las/os periodistas se enfrentaron a un gran cambio en su forma de trabajo: en 1995 los primeros diarios en papel comenzaron la conversión digital, en la misma época que Internet empezó a comercializarse. Debido a la masificación de las computadoras e Internet en muchos hogares y, gracias a la mayor popularidad de los portales digitales, los diarios de papel tuvieron que mutar para no morir.

Esta drástica migración a lo digital, que parecía un mero cambio de soporte, resultó en transformaciones que tuvieron efectos en las formas de trabajar, pensar, comunicar y recibir la información. En una entrevista del 2011, el secretario general de la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPREN), Gustavo Granero, afirmó que mientras los medios digitales adquirieron masividad, las condiciones laborales en las redacciones fueron cada vez peores y las noticias más rápidas y con menos producción, crítica y solvencia.

En la actualidad, ya existen varias redacciones que utilizan bots que funcionan en base a Inteligencia Artificial (IA) para escribir sus noticias, como The New York Times y Los Angeles Times. En Argentina, el diario La Nación fue uno de los primeros en incorporar un laboratorio de IA con diversos usos, como el análisis de canciones de trap y la detección de errores en los telegramas de centros de votación en las elecciones legislativas nacionales de 2021. Si bien fueron textos sin interpretación periodística, estos requirieron de un filtrado y una revisión humana para subsanar errores.

Extensión de la mente o… amputación

La famosa frase de Marshall McLuhan “El medio es el mensaje” que explica la capacidad de un soporte para influir en el pensamiento de una sociedad, nos invita a rever el camino y a reflexionar sobre las problemáticas que se pueden generar si no entendemos el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs). Por eso, cabe preguntarnos, ¿qué pasa si consideramos que el medio es internet? Ese mundo casi infinito de información se convierte en una extensión de nuestra mente, pero también, puede llegar a ser una amputación, por ejemplo, en el caso de que una inteligencia artificial se convierta en una prótesis del pensamiento y de una parte del quehacer periodístico. 

De esto se desprenden al menos dos temas: por un lado, las repercusiones de estos cambios específicamente en la realidad cotidiana de las y los periodistas (despidos, precarización laboral, sobreexigencia en la velocidad de producción de notas) y, por el otro, las consecuencias en el derecho a la comunicación de las y los consumidores (fakenews, sesgos del algoritmo, brecha digital).

El espejo retrovisor en 2023

En los océanos de Internet ya navegan generadores de contenido que sólo necesitan de una oración para, en cuestión de segundos, producir una novela, una foto, una obra de arte o una noticia periodística. Esta herramienta funciona gracias a la “Inteligencia Artificial”, palabras que fueron elegidas como la expresión del año 2022 según la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE), promovida por la Agencia EFE y la Real Academia Española, definida como una disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico.

Sin dudas, la velocidad de estos avances en la vida cotidiana es abrumadora, y no deja que procesemos estos cambios. Al momento de publicada esta nota, más de 1500 expertos en IA y CEOs de las empresas tecnológicas más importantes han firmado una petición para suspender por al menos 6 meses las investigaciones en estas tecnologías por posibles “grandes riesgos para la humanidad”. En la carta se preguntan consternados: ¿Debemos permitir a las máquinas inundar nuestros canales de información con propaganda y mentiras? ¿Debemos automatizar todos los trabajos, incluidos los gratificantes? ¿Debemos arriesgarnos a perder el control de nuestra civilización? A pesar de que esta carta pretende tener buenas intenciones, también puede estar pensada para frenar la competencia en el mercado tecnológico.

Divisar en el espejo todas las posibilidades que se pueden dar en un futuro cada vez más inmediato –con el ojo en todas las realidades- permitiría anticiparnos a las distopías.

IA y labor periodística: que el futuro nos agarre con el teclado afilado

Aunque la herramienta suene prometedora y suponga progreso en cuanto a la facilidad y rapidez para producir noticias, también tiene su lado B. Lorena Retegui, investigadora de la Universidad Nacional de Quilmes, afirma que las tecnologías no son malas ni buenas per se, por lo que la convergencia mediática no debería resultar necesariamente en precarización laboral ni despidos pero para que eso no suceda se deberían aplicar derechos laborales en las redacciones del país: un problema real que sufren los periodistas a diario.

La aplicación de estas nuevas herramientas rememora cambios de paradigmas que ya se gestaron donde ganaron las nuevas tecnologías y, según Retegui, produjeron muchos cambios en la organización de las redacciones. Entre ellos, la autora destaca la inestabilidad laboral, la aparición de nuevos oficios y la desaparición de otros, la reducción de los costos mediante la simplificación de las fases de trabajo, la flexibilización de las plantillas, la descualificación de algunos trabajos desplazados por la información almacenada y la implementación de redes sociales.

Otros autores como Ignacio Ramonet, teórico español de la comunicación y crítico de la globalización, afirma que actualmente la calidad del trabajo de los periodistas se encuentra en regresión, al igual que su estatus social, ya que se está produciendo una “taylorización de ese trabajo”. La precarización de esta labor produce un debilitamiento en el contenido periodístico, como por ejemplo en la falta de chequeo de fuentes por la exigencia de la inmediatez, el clickbait o fakenews para conseguir más vistas. Ramonet afirma que hay un riesgo real de pasar de la profesión del periodista a la de proveedor de información, donde entran en juego los intereses del mercado y no del bien público y su derecho a la comunicación.

Más allá de que la IA pueda ser una herramienta útil para el desarrollo del periodismo y la comunicación, especialistas aseguran que este desarrollo debe estar acompañado de educación para su consumo y para su utilización.

Una voz desde la UNSJ

Para seguir profundizando en esta temática, hablamos con Norma Velardita, docente de la carrera de Comunicación Social de la UNSJ e investigadora de tecnologías digitales usadas en el periodismo: Todos y todas estamos expuestos a la IA de alguna manera, más sencilla o más sofisticada, por eso es necesario que sepamos qué hace, cómo se generan esos datos, cómo se utilizan, cuáles son los riesgos y cuáles son los derechos que tenemos al utilizarla. La idea es poder estar informados para tomar decisiones al respecto. En el caso del periodismo, la IA se está utilizando cada vez más, desde la traducción o corrección gramatical de un texto, en la búsqueda de datos y hasta la personalización de ciertos contenidos a partir de saber cómo reacciona el público. Nada resulta azaroso o casual, la producción de noticias está cada vez más mediada por estas tecnologías, por lo cual debe ser verificada y contextualizada. Uno de los problemas que puede ocasionar el uso desmedido y sin ningún tipo de criterio de estas herramientas es la reproducción de sesgos y estereotipos, solo regidos por algoritmos, y que puede incidir directamente en la falta de diversidad y pluralidad de voces y perspectivas, solo ofreciendo una mirada homogeneizante sobre alguna problemática, sin tener en cuenta la complejidad”.

La investigadora de la UNSJ indicó que es muy importante y necesario que las personas conozcan de qué se trata la IA para advertir los alcances y limitaciones de estas herramientas, las cuales no son ni imparciales, ni ingenuas: “Están justamente alimentadas con información generada por humanos. Es decir, las resoluciones o productos que uno puede obtener no son “perfectos”, como muchas veces se piensa de las máquinas, y en muchos casos pueden ser incorrectos, si no se tiene en cuenta el contexto en el cual se producen”.

Velardita explicó que ante la abundancia de información que circula, y las dificultades de procesar dicha información, tenemos que saber que nuestra tarea es verificar y chequear lo generado automáticamente: “Ese es nuestro valor desde un trabajo creativo, y no una simple tarea sistematizada y rígida que solo responde a patrones cargados anteriormente. Particularmente, desde el periodismo, es una responsabilidad que lamentablemente muchas veces no se asume como tal. La IA es una tecnología compleja, que su uso sin dudas impacta en la sociedad, por eso es necesario debatir desde diferentes perspectivas, que incluyan los aspectos económicos, sociales, culturales, políticos, legales”.

Para la docente de la UNSJ, es importante que cientistas sociales se involucren en la construcción y revisión de estas herramientas ya que le confieren una perspectiva social a la tecnología: “Si no, el peligro es que podemos caer en un mero determinismo tecnológico, solo observando los avances y no sus implicancias, reduciendo la mirada, sin realizar un análisis crítico e integral sobre los usos. Los avances tecnológicos son el resultado de una compleja red de relaciones entre personas, instituciones, culturas, normativas, poderes económicos y Estados, por ellos esos avances deben interpretarse en el marco de ciertos contextos sociales. En otras palabras, la tecnología no determina la sociedad, sino que es la sociedad es su conjunto la que va moldeando la tecnología, es una construcción social que depende de la interacción entre los actores sociales. Por ello, debemos desarrollar los mecanismos para regular estar herramientas, y no solo responder a lo que proponen las grandes corporaciones, que sin dudas persiguen sus propios objetivos”.

La entrevistada indicó que es imprescindible tener en cuenta que estas tecnologías tienen sesgos que ponen en peligro la diversidad: “Como cualquier tecnología, la IA no es neutral, sino que está influenciada por los valores, los intereses y perspectivas de los actores sociales que la diseñan y la utilizan. Como ya se ha observado en algunos casos de publicaciones en redes sociales, la IA puede ser sesgada y discriminatoria, si no se toman en cuenta ciertas medidas para garantizar su correcto uso, en cuanto por ejemplo al respeto de diversidades en general”.

Finalmente, Velardita recalcó que debería ser urgente la incorporación de contenidos tendientes al consumo y al análisis crítico de las tecnologías en la educación: “Los estudiantes no solo deben aprender contenidos aislados, sino también marcos para entender el mundo en el que viven, entendiendo que la intervención humana sigue siendo imprescindible, tanto desde la producción como en el uso responsable de las tecnologías”.

La Inteligencia tiene sesgos

Una herramienta de la que se está hablando mucho en estos días es el ChatGPT, un sistema que ha sido entrenado por la empresa OpenIA para mantener conversaciones o escribir textos con cualquier persona y en cualquier idioma. Sus algoritmos analizan las palabras que el usuario escribe, entienden la orden y su sentido y lo interpretan para, en segundos, generar una respuesta basada en la información con la que ha aprendido.

De acuerdo con el documental Prejuicio Cifrado, estas tecnologías están rodeadas de cierto oscurantismo ya que no es completamente claro con qué información son entrenadas, pero sí son visibles sus sesgos racistas y sexistas: “La IA se basa en datos y los datos reflejan nuestra historia”, afirma Joy Buolamwini, protagonista de la película, informática y activista digital. La IA no tiene prejuicios, pero los datos que la integran sí, ya que está adiestrada con información de nuestra historia como humanidad. «El pasado vive dentro de nuestros algoritmos» afirman en el film, y ya sabemos lo mal que les fue a las minorías en el pasado. Por esto es tan importante que el usuario tenga criterio propio sobre el tema consultado, sino heredará los sesgos y preferencias del alimentador del chat.

Además, el documental plantea que las empresas TEC están inmersas y forman parte del capitalismo más crudo, ya que piensan en resultados monetarios. Esto hace que la información que consumimos esté inclinada a ser un producto y no un derecho. Por esto, el documental plantea que la tecnología no se debe separar de lo social, y para esto es imprescindible que las Ciencias Sociales interfieran en los temas que están aconteciendo y que definirán nuestro futuro. Una solución que plantean las activistas digitales que aparecen en el film es vigilar constantemente cada proceso en busca de sesgos, y eso lo deben hacer personas especializadas en sesgos, no en IA.

Para Laura Alonso Alemany, Doctora en Ciencia Cognitiva y del Lenguaje, es fundamental auditar con perspectiva de derechos humanos tanto las bases de datos como los sistemas algorítmicos y que, además, en estos se introduzcan mecanismos de compensación para evitar esas discriminaciones. Por otro lado, insiste en que estas herramientas deben estar legisladas en base a derechos humanos por los Estados o por entidades públicas para que el mercado no tenga control total de algo tan influyente para la sociedad.

A su vez, Alonso indica que cuando estamos frente a los contenidos de internet, tres preguntas siempre deben estar para no caer en la ingenuidad: ¿Quién produce?, ¿A quién beneficia? y ¿A quién perjudica?

Una metarespuesta

En un intento curioso por buscar una respuesta en la misma herramienta, le preguntamos al CHATGPT 4 si creía que la IA puede quitarle el trabajo a periodistas y esto fue lo que respondió:

También le preguntamos qué pensaría McLuhan sobre la IA y respondió:

 

Lo que queda

Ningún tipo de tecnología o creación está por fuera de los problemas de su cultura. Por eso, si asumimos la utilización de la IA en más aspectos de la vida es imprescindible realizar las preguntas correctas para aclarar la exacerbada opacidad del contenido que produce.
Lo que queda es apropiarnos de las tecnologías y criticarlas como si fueran extensiones de nuestra mente, en pos de un mundo con códigos justos, trabajo digno e información democrática.

 

Imagen de portada: Ilustración generada con Inteligencia Artificial de la aplicación Canva, a partir de la frase «Periodista luchando contra la Inteligencia Artificial».