Trastornos Alimenticios y Adolescencia: A qué estar atentos

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Un equipo de la Universidad Nacional de San Juan desarrolla acciones de prevención y abordaje de los trastornos alimenticios en adolescentes de los Institutos Preuniversitarios y realizó una conferencia respecto a esta problemática.

Por Belén Ferrer

Los Equipos Psicosociales de los Institutos Preuniversitarios de la Universidad Nacional de San Juan vienen desarrollando acciones de prevención y abordaje de conductas adolescentes en el marco del Programa “Escuelas que ejercen cuidados”. Esta vez, se desarrolló una conferencia sobre un tema central que afecta a estudiantes de la provincia. Se trata de «Dificultades de las conductas alimentarias en adolescentes. A qué estar atentos”, que se transmitió por la plataforma de YouTube del SIED.

La charla contó con la participación de integrantes del equipo de orientación del Hospital de Día del Hospital Guillermo Rawson, que trabajan con Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) y brindan orientaciones a padres, madres y público en general que tengan interés en profundizar en la problemática.

Según datos de la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (ALUBA), entre un 10 y un 15% de la población argentina tiene algún trastorno alimentario. Por otra parte, un informe de la Fundación La Casita, un centro especializado en TCA muestra que Argentina es el segundo país que tiene mayor cantidad de casos, después de Japón. En la conferencia, las especialistas hablaron sobre qué es, cómo saber si alguien del entorno lo padece y cómo prevenirlo.

Los TCA se dividen en anorexia, bulimia y trastornos por atracón. Cada uno tiene características particulares, pero una persona con TCA puede tener varios de estos en simultaneo o por separado a lo largo de su enfermedad.

Como se sabe, la comida tiene una carga emocional muy importante, por lo que la psicóloga Andrea Cañas, integrante del Equipo del Hospital de Día del Hospital Guillermo Rawson, diferenció dos conceptos: hambre y apetito. Por un lado, el hambre es una necesidad de energía y tiene señales corporales distintivas. Pero el apetito es cultural, ya que tiene que ver con el deseo y con el hedonismo, por ejemplo “quiero comer chocolate”.

Los TCA se caracterizan por alteraciones graves de la conducta alimentaria que no están relacionadas al hambre sino al apetito y al deseo: “Una persona con TCA puede pasar mucho tiempo sin comer, porque lo que quiere comer no es precisamente comida. Aquí viene el rol de los aspectos por los que trabajamos salud mental y que son enfermedades de origen psíquico, ya que hay hambre de vínculos, hambre de relaciones, de identidad, hambre de un montón de cosas que nos componen como sujeto, como individuos humanos que no necesariamente tienen que ver con lo alimentario”, señaló la psicóloga. Por eso, remarcan, es importante detectar las problemáticas alrededor de la persona y no centrarse solamente en la comida.

Según Cañas, en los TCA siempre el disparador es una dieta: “Cuando nuestros hijos quieren cambiar su alimentación, quieren ser veganos, quieren una dieta macrobiótica, que muchas veces tienen que ver con modas, con entornos sociales (sin que haya una ideología de base que lo sustente) empezamos a ver que hay una predisposición para ir desarrollando un trastorno alimentario. Estas dietas, por lo general, no son supervisadas por especialistas, sino que son sacadas de redes sociales o de boca en boca. Entonces, se comienza a generar este pensamiento a darle toda la importancia a lo que estamos comiendo”.

Otro de los puntos clave de estos trastornos es conocer que son multicausales: “La primera causa es vivir en Occidente, el mundo occidentalizado tiene trastornos alimentarios. Por ejemplo, en Japón no había hasta que se occidentalizó y adoptó modas, modos de vida que vienen de Occidente. Otra de las causas es tener predisposición genética, en esto si se puede ver en varios pacientes que han tenido familiares con TCA, pero esto no determina, es importante de recalcar ya que el trastorno se va a desarrollar si hay un factor social que lo permita o un ambiente que le permita desarrollarse. Por otra parte, hay factores biológicos que hacen que determinada persona vaya a desarrollar esta enfermedad; también factores psicológicos, por ejemplo, la autoestima. Una persona que se siente menos o está expuesta a bullying tiene mucha influencia en cómo va creciendo o va formado si opinión sobre lo que es. Y, por último, el clima o la dinámica familiar, que tiene que ver con roles que muchas veces son confusos dentro de la familia, la falta de límites, etc. Si sumamos todo eso y le agregamos la manera que tienen los adolescentes de compartir entre ellos y que su manera de crecer es identificándose se va dando un campo mucho más fértil para la aparición de estos trastornos”, detalló la psicóloga.

Anorexia

La Anorexia es la enfermedad de las 3 A, según explicó la expositora: “La primera A es de Anorexia, que significa falta de hambre, esto lo podemos tener en una gripe, en un cáncer; pero cuando la falta de hambre se transforma en la falta de apetito hay una negativa de comer por el temor a ganar de peso y aparte tengo una imagen corporal distorsionada. Por otro lado, la Amenorrea que es la suspensión del ciclo menstrual, ya que el cuerpo intenta mantener las funciones mínimas en funcionamiento y deja lo demás sin trabajar. Y, por último, el Adelgazamiento que primeramente es progresivo hasta llegar a casos extremos”.

Bulimia

Esta condición se caracteriza por ser la enfermedad de las 4 “C”, ya que existen compulsiones, comilonas, control excesivo del peso corporal y catarsis auto inducidas, según se explicó en el video: “La primera tiene que ver con la falta de control de los impulsos, la segunda con los atracones para saciar la extrema necesidad de comer. El control del peso refiere a que cuanto más controlo mi peso y adelgazo mejor se siente mi autoestima, esto es que 300 gramos de diferencia me pueden hacer sentir muy bien o muy irritable. También es muy característico de la bulimia autolesionarse. Las catarsis autoinducidas hacen referencia a cómo eliminar los atracones que se realizaron, a través de vómito autoprovocado, actividad física excesiva con obsesión. El problema es que cada vez hay más facilidad para acceder a esto, hay aplicaciones que dicen específicamente cuánta actividad física hay que realizar dependiendo de lo que hayamos comido y cada vez es más difícil para los padres controlar”.

¿A qué estar atentos y atentas?

Belén Seva, también psicóloga integrante del Equipo del Hospital de Día, detalló las “señales” que hay que tener en cuenta sobre esta enfermedad y dijo: “Estas enfermedades no son caprichos, no son elecciones, no son comportamientos que van a terminar solamente porque los obliguemos a comer, sino que son enfermedades que tienen una base psicológica y emocional, que tienen un alto impacto biológico y que ponen en riesgo la vida de las personas que la padecen”.

En relación a la alimentación, Seva expuso las señales de alerta ante estos casos: “La utilización injustificada de dietas restrictivas y sin supervisión de un especialista; estar en un estado de preocupación constante, sobre todo referido al cuerpo: a cuánto se come, a cuánto se adelgaza o se engorda; el interés exagerado por recetas de cocina, quizás cocinan muchísimo pero nada de lo que hacen lo comen; preferencia por no comer en compañía, suelen comer a solas, en su dormitorio, o llegan tarde a la hora de la comida aduciendo que ya comieron en la casa de la amiga, del novio u otro lugar; el sentimiento de culpabilidad por haber comido; comportamiento alimentario extraño, por ejemplo separar en el plato los alimentos por colores, cortar los alimentos muy chiquitos y comer muy lento o muy rápido; marchar de la mesa y encerrarse en el baño después de las comidas; pérdida de peso injustificada o detención del aumento normal de peso; miedo y rechazo exagerado al sobrepeso; práctica del vómito autoinducido; práctica de ayuno; utilización de laxante o diuréticos con el objetivo de controlar el peso o de perderlo o de suplementos dietarios”. Además, explicó que, en relación al ciclo menstrual, se puede observar la falta del ciclo o el atraso en la aparición de la primera menstruación.

Sobre la imagen corporal, explicó que se visibiliza una percepción errónea de tener un cuerpo gordo, por ejemplo, se miran en el espejo todo el tiempo, se tocan el cuerpo, se miden el diámetro de sus brazos o sus piernas; intentan esconder su cuerpo con la utilización de ropa ancha, evitando usar bikinis, etc. En cuanto al ejercicio físico lo hacen en exceso; muestran nerviosismo si no se hace ejercicio físico; utilizan el ejercicio físico solo con el fin de adelgazar.

En relación al comportamiento, una persona con este trastorno nota una insatisfacción personal constante no solo referido a lo físico sino al rendimiento en la escuela, con las relaciones, sienten que nunca alcanzan el nivel; tienen un estado de ánimo depresivo, con cambios de humor frecuentes, falta de muestra de emociones; disminución de las relaciones sociales, con tendencia al aislamiento, dejan actividades que antes les gustaban; dificultad de concentración, el aprendizaje y la atención porque les cuesta mucho más ya que no se alimentan bien y tienen el pensamiento ocupado en el peso y la comida.

El tratamiento

En cuanto al objetivos del tratamiento, si bien las especialistas aclararon que cada persona tiene objetivos específicos ya que cada persona tiene su historia y necesidades individuales hay un marco general: “Ordenar la conducta alimentaria con la adquisición de hábitos alimentarios saludables con un registro alimentario, intentando ordenar ese gran desorden que es la alimentación, es un primer paso básico; programar la educación física de acuerdo a su estado de ánimo, a su estado nutricional y a su necesidad; frenar o disminuir la hiperactividad ya que suelen ser personas con esta característica; manejar los impulsos y las tensiones, además les cuesta reconocer las emociones; controlar atracones y métodos compensatorios que tienen que ver con el control de los impulsos”.

El equipo estuvo de acuerdo a que es muy importante que la persona con TCA pueda integrar su psique(mente) y soma (cuerpo) a través del registro de interioridad (hambre/saciedad, lleno/vacío, dolor/no dolor, tensión/relajación, frio/calor, placer/displacer, sostén/equilibrio/movimiento, etc.): “Esto es reconocer y discernir entre qué siento emocionalmente, si estoy enojado, aburrido, si estoy bien, y la necesidad del cuerpo. También se busca reconstruir una imagen corporal positiva y realista a través del criterio de valoración, esto es aprender a valorar y respetar el propio cuerpo tanto para aceptarlo como para modificarlo. Además, el criterio de responsabilidad, esto de hacerse cargo del propio cuerpo disfrutándolo y aceptándolo como fuente de sentimientos y necesidades”, explicó Cañas.

Por último, una de las enfermeras del Hospital, Elena Castro, que día a día recibe pacientes con estos trastornos, comentó que es muy importante la contención de la familia, por ejemplo, no hacer chistes gordofóbicos a las personas que atraviesan esta enfermedad, además de comentarios descriptivos sobre los cuerpos: “Cambiar la forma de tratarlos “, dijo.

Un dato alarmarte revela que en la pospandemia los TCA han crecido entre un 500 y 700 % y existe un gran aumento de trastornos en hombres. Además, se pensaba que este trastorno era propio de la adolescencia, pero ahora también se da en personas aún más jóvenes.  

Las disertantes recomendaron que, ante cualquier duda o sospecha, las personas acudan al Servicio de Psiquiatría del Hospital Rawson y, en el ámbito privado, al Centro Vitta y Clínica Alda.

 

Conferencia en el canal de YouTube del SIED UNSJ: Aquí 

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