Una original concepción historiográfica

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A los estudiantes de Historia tal vez les pueda ser de mucha utilidad un repaso por la concepción histórica de Alfredo Terzaga que, si bien no es un autor consagrado por la historiografía oficial ni académica, aporta una nueva visión a la comprensión de nuestro pasado y presente históricos. La Universidad Nacional de Río Cuarto acaba de publicar el primer tomo de sus Obras Completas.

Por Elio Noé Salcedo

Imagen de portada: Córdoba Cultura, extraída de lmdiario.com.ar

En Temas de Historia Nacional. Revolución y Federalismos (1995), Alfredo Terzaga adelanta una hipótesis historiográfica original: “Entre nosotros -opuestamente a lo que sucede con la historiografía inglesa y europea en general, señala el historiador- la confrontación de juicios sobre épocas y personajes de la Historia Argentina se sale continuamente del cenáculo de los especialistas y de las academias, para convertirse en una disputa entre partidos y partidarios, con toda la aspereza y hasta con la violencia que el choque de partidos suele tener”.

Ello sucede principalmente en la medida en que “el pasado inglés es visto como un todo, ya que la forja de esa nación -y la de todos los países europeos y desarrollados como EE.UU. y Canadá- concluyó hace tiempo. Y aunque su historia puede ser escrita de nuevo muchas veces, ya no quedan en el crisol trozos sueltos ni materiales incandescentes”.  En cambio, entre nosotros, si alguien quiere saber de qué se trata, o formular un juicio sobre el pasado, tiene que atenerse a las circunstancias de que “ese pasado está muy cerca, y -como la historia de los países latinoamericanos y la de los que todavía no han podido realizarse completamente- está lleno de pleitos sin fallar”.  He allí la clave para comenzar a entender nuestra historia, pero, sobre todo, nuestro presente, lleno de dificultades y problemas sin resolver, en la medida en que nuestro pasado ha construido el presente que tenemos.

Ya no existen Moreno, Rivadavia, Rosas ni Sarmiento, pero sigue habiendo morenistas, rivadavianos, rosistas y sarmientistas. Es en la supervivencia de esos “istas”, sostiene Terzaga, “donde se expresa la supervivencia del espíritu de partido”, lo que demuestra que “algo de ellos ha quedado vivo, o que los problemas que los dividían no fueron solucionados del todo, o que la Nación que los engloba no ha terminado de fraguar: que ella no es aún un todo concluso”. Eso es lo que hace también de la historia como disciplina “un pleito sin fallar”, dada la sobrevivencia de los problemas de fondo de ayer, que hoy exigen de nosotros soluciones definitivas. Es por eso -y no porque nos guste mirar hacia atrás- que se hace necesario entender cabalmente la historia: para comprender el sentido y los problemas del presente y a nuestros contemporáneos.

Hay otra observación general que es interesante destacar en la original concepción historiográfica de Alfredo Terzaga, a fin de comprender cabalmente la metodología terzaguiana al abordar los hechos históricos.

Escritores hay -dice Terzaga- que se aferran a las fechas como si fueran zanjas”, y “los que envían al desván de las cosas inútiles toda la historia colonial anterior a mayo de 1810, o aquellos otros que hacen de Caseros un Apocalipsis, donde la patria se habría perdido para ser reemplazada por una república descastada y fenicia, y ponen en un mismo saco a Avellaneda y Tejedor, o a Mitre y Roca”. Ello radica, explica Terzaga, “en que nuestra historia fue escrita por sus propios actores, y para servir de justificación a sus propios partidos”.

Finalmente, apunta Terzaga, existe otro tipo de esquema, “de efectos peores que la rotulación por períodos” (a la que cuestiona), y es “la tendencia estimulada desde la escuela, a petrificar los personajes convirtiéndolos en “tipos”, con prescindencia del ambiente y del número de años que vivieron, y en que actuaron muchas veces con diversos signos. Lo que se sacrifica en este caso es nada menos que el tiempo, o sea el elemento específico del proceso histórico”.

Dicho esto, introduzcámonos en esa perlita de la metodología terzaguiana que nos permite entender la historia desde un tercer punto de vista tanto más original cuanto fidedigno (verdaderamente científico), de la mano de otro historiador nacional de Córdoba: el Dr. Roberto A. Ferrero.

La concepción histórica de Alfredo Terzaga

En el estudio preliminar que el historiador Roberto A. Ferrero realiza sobre la metodología para abordar la realidad pasada por parte de Alfredo Terzaga (Claves de la Historia de Córdoba, UNRC, 1996), marca los principales aspectos que la conforman.

El primer aspecto de esta metodología -señala Ferrero- “está dado por la meticulosidad y la responsabilidad con que el escritor riocuartense encaraba su labor”, a través de un “examen crítico de todo cuanto se había escrito sobre un tema, sin descuidar la consulta de los archivos y a la tradición oral”.

Una segunda faceta metodológica la constituye “su rechazo a la falsa objetividad, que tras la máscara de “imparcialidad” del historiador… desliza el contrabando de una ideología determinada, generalmente antinacional, entre nosotros”, dificultad que se supera “mediante la cruda exposición de su orientación ideológica” de parte del historiador, y “en la consideración exacta y honesta de los hechos y de la opinión ajena”. Por eso, “no se encontrará en Terzaga un falseamiento de las circunstancias, de las causas o de las fechas, ni la omisión de acontecimientos, el ocultamiento de documentos o la desnaturalización de las posiciones de sus adversarios para mejor combatirlas”.

Finalmente, un tercer rasgo de la metodología de Alfredo Terzaga mencionado por el Dr. Roberto Ferrero, es “la visión globalizadora (como totalidad), que permite una comprensión más cabal de un acontecimiento o proceso”. En ese sentido, “toda historia particular era siempre explicada por el contexto cultural, por el clima de la época, por las relaciones de fuerza entre los partidos, las clases y las facciones, elementos éstos que a su vez eran explicados por el estadio específico en que se encontraban las fuerzas productivas y la civilización material correspondiente a ellas, sin caer por eso en un absurdo y estrecho determinismo economicista”. De esa manera, el escritor se transformaba en historiador, superando ampliamente el nivel de la anécdota personal y la simple cronología de los hechos, “para constituirse en pequeñas joyas de la ensayística histórica que pintan una historia más general, refractada en cada uno de los protagonistas del itinerario social” del espacio donde transcurre la historia.  

Obras consultadas: Alfredo Terzaga (1995). Temas de Historia Nacional. Revolución y Federalismos. Editorial Argos; Alfredo Terzaga (1996). Claves de la Historia de Córdoba. Universidad Nacional de Río Cuarto. Estudio Preliminar de Roberto A. Ferrero.