Distinción a Eduardo Peñafort: la esencia docente es Honoris Causa

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La Universidad Nacional de San Juan entrega el Título Honorífico a Eduardo Peñafort, maestro de escuelas primarias en Mendoza en sus inicios y, desde los años ´70, profesor en la UNSJ. Disciplinariamente, en San Juan estuvo siempre ligado la Filosofía. Fue el responsable de la ejecución en 2007 del Segundo Congreso Internacional Extraordinario de Filosofía. Hace poco, además, fue declarado Ciudadano Ilustre por Diputados de la Provincia. Hoy dirige la «Universidad para Adultos Mayores – Por un Nuevo Proyecto de Vida», de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes.

Por Fabián Rojas

Juan Jaime Eduardo Peñafort este miércoles 3 de agosto será distinguido con el título Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de San Juan. Es un reconocimiento luego de una intensa y amplia tarea en el campo de la docencia, cuyo recorrido comenzó en Mendoza, en instituciones de educación primaria, y se consolidó, ya como profesor universitario, en San Juan, en el seno de la UNSJ, en contexto de dictadura cívico militar en la Argentina.

El título Doctor Honoris Causa será entregado al Prof. Lic. Eduardo Peñafort este miércoles 3 de agosto a las 11 en el hall del Edificio Central de la UNSJ (Mitre y Jujuy)

“Nací en Mendoza, en Lavalle, bastante cerca de San Juan, como si uno ya estuviera destinado para estas zonas”, dice Eduardo. Su nacimiento fue un 18 de septiembre de 1951. Vivió allí en Lavalle sus primeros 9 años y luego con su familia se trasladó a la ciudad de Mendoza porque sus hermanas mayores debían estudiar en la universidad. Ahí vivió hasta sus 26 años y se vino a San Juan. En ese tiempo había estudiado Magisterio. Egresó y ejerció como Maestro de escuelas primarias en distintas instituciones de Mendoza. Fue también Rector de un colegio privado. Estudió también en la Facultad de Filosofía y Letras y egresó como Profesor y Licenciado en Filosofía en Mendoza en 1974.

Hacia atrás
Tenía 23 años de edad cuando en ese 1974 llegó a San Juan. “Me contrataron de la Universidad (Nacional de San Juan) para trabajar en Filosofía, donde trabajé hasta el año ’76. En ese año fui separado por el gobierno militar y volví a mis tareas de magisterio y del colegio privado”, evoca. Sin embargo, desde San Juan lo convocaron luego para dictar Estética.

Volveré siempre a San Juan
Eduardo ya sabía que volvería a San Juan. “Es como la historia de ‘Las tres torres de Hualilán’, en que Draghi Lucero cuenta sobre ese personaje que descubre algo que lo lleva hacia el límite sur del Imperio Inca y busca la imagen de la mujer de la que se enamoró. Yo me enamoré de una sanjuanina, entonces había organizado la venida a San Juan desde antes”, narra. Es que, en realidad, había conocido a esa sanjuanina en Mendoza, porque ella, Ruth Colombi, su actual esposa, hacía la residencia de Medicina en un hospital de esa provincia, y algún día volvería con ella a San Juan, pensaban. Así, fue en el año 77 cuando volvió. “Encontré en San Juan un grupo de solidaridad muy notable, de gente que no conocía y también que conocía. Me contrataron del Departamento de Bellas Artes. En esa época el decano en Filosofía era el profesor José Carrieri y la directora del Departamento era Beatriz Della Motta”, dice. En ese año ’77 se radicó en esta provincia definitivamente, porque además Ruth consiguió trabajo.

El miedo que quedaba
En esos años de juventud Eduardo fue militante peronista. Hacía algo de militancia en la universidad, pero básicamente recorría y trabajaba en barrios. “Era un contexto de dictadura, pero San Juan, comparado con Mendoza, era una ‘dicta menos dura’. En Mendoza la situación para un universitario era terrible. Allí la universidad se valló con alambre, al más puro estiro de campo de concentración, había que ingresar dejando en la entrada los documentos, cosas que yo, al menos, acá en San Juan no vi. De todos modos, yo no volví a militar en política hasta después del año 2000. Es decir, el miedo había quedado desde antes. Si bien la formación ideológicamente siempre estuvo en el mismo lugar, la práctica política como tal sólo la recuperé después del año 2000”, asume Eduardo, hoy padre de Graciana, Guiomar, Gabriel y Carlos.

La línea de fuga
Cuando llegó a San Juan se sintió cómodo y no es un mero decir formal para congraciarse con el ambiente local. “Llegué a un lugar de privilegio, que son los grupos de artistas. El arte es una línea de fuga, siempre, y siempre aparece una singularidad de los personajes con quien uno puede generar alternativas de resistencia a cualquier impacto del mundo exterior. Fue muy importante entrar a un lugar que no estaba cargado de prejuicios”, comenta. La orientación que tuvo en San Juan fue filosofía y arte: trabajar la estética como filosofía del arte.

La profundidad marginal
Peñafort afirma que en aquellos años el mercado del arte no era tan hegemónico como lo es hoy, sino que los y las artistas provinciales, por importantes que fueran, no perdían el rasgo de ser marginales. “La marginalidad del arte provincial le da otros tiempos y una profundidad a la creación, algo que no tiene la gente de Buenos Aires, que tiene que vivir apegada a las modas. Para los artistas provinciales, no había que estar en la carrera que impone el mercado del arte, que es impiadoso y no deja lugar a esos espacios de creación que la provincia da”, sostiene. En esa línea, Eduardo hoy recuerda al gran artista Polo Suarez Jofré, por ejemplo, pero también, entre muchas personas del arte visual, a “Pepe” y Leonor Carrieri, Eneida Rosso, Silvina Martínez, de quienes subraya sus prestigios, incluso, internacionales.

El gran logro de 2007
Transcurrió gran parte de su vida profesional y docente en la UNSJ y Eduardo en 2007 fue secretario del Comité Ejecutivo del Segundo Congreso Internacional Extraordinario de Filosofía que se desarrolló en esta provincia. “Tuvimos más de cinco mil personas en San Juan. La idea surgió de un muy feliz encuentro entre Horacio González -en esa época, director de la Biblioteca Nacional- y Juan Carlos Gioja, que era director de la Biblioteca del Congreso. Logramos algo maravilloso, que fue que las universidades nacionales públicas adhirieran y participaran. Fue un logro notable porque se desconfiaba del Congreso en la medida en que no era convocado por una universidad solamente. Hubo que luchar contra el prejuicio de sostener que iba a ser un meeting político. Conseguimos que el Congreso tuviera un nivel excepcional, no sólo por los invitados, que fueron de primera calidad, sino por la participación de los filósofos de Argentina, que fue soberbia. Fue una convocatoria imponente que además sentó las bases para el Congreso de Ciencias Políticas que se pudo organizar en el Bicentenario de la Nación”, describe.

La adultez mayor y la vida
Eduardo es director de la “Universidad para Adultos Mayores – Por un nuevo proyecto de vida”, de la UNSJ. Fue un proyecto de Bertha Varas de Klement, docente de la UNSJ, que empezó a tomar forma en 1996, cuando Peñafort era quien dirigía el flamante Instituto de Filosofía de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de esta Universidad. En ese tiempo, junto a Bertha, pensaban en un proyecto para unas 200 o 300 personas que se interesarían en las diversas disciplinas. “El primer día se inscribieron quinientas, en 1997, entonces nos dimos cuenta de que era de otra magnitud. Yo personalmente no me había dado cuenta del éxito que tenían estas instituciones en el mundo, y era la respuesta que ya había por el alargamiento de vida de las personas. Bertha le impuso a esta institución un estilo, el de manejarnos con el máximo nivel que podíamos. En este momento hay unos mil inscriptos. Hoy funciona con el mismo espíritu de hace 26 años”, reflexiona Eduardo.

El ciudadano ilustre
Eduardo se jubiló de la UNSJ en 2017 y continúa al frente de «Por un nuevo proyecto de vida». Dirige esa Universidad para personas adultas desde 2018. El 15 de junio pasado la Cámara de Diputados de la Provincia de San Juan lo reconoció como ciudadano Ilustre. “Yo lo he aceptado básicamente como reconocimiento a los docentes, no en mi persona, sino como un reconocimiento de la tarea docente. Yo no he hecho más que eso. Es reconocer a la docencia en general y por eso me parece algo muy significativo”, confiesa.

“Me siento gratificado”
Cuando la decana de Filosofía, Myriam Arrabal, consejeros y consejeras Superiores de la UNSJ consideraron otorgarle el título Doctor Honoris Causa a Eduardo Peñafort, tuvieron en cuenta sus méritos como docente e investigador de larga trayectoria en la UNSJ, tanto a nivel provincial y nacional. “No es habitual que se den Honoris Causa a profesores de la casa de estudio. Yo recuerdo al Ing. Tulio Del Bono, pero siempre se ha dado a personas de fuera de la UNSJ. No creo que haya sido tan sencillo alcanzar un consenso sobre la oportunidad y justicia de este Título. Me siento enormemente gratificado por haber logrado que hubiera acuerdo”, cierra Eduardo Peñafort, signo de la docencia en la UNSJ.