El “boom” vitivinícola y la estructura económica y social antes del cantonismo

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Si bien la instalación de bodegas en San Juan comenzó ya en la década de 1870, situación que se evidenció en la concurrencia de numerosos bodegueros a la Primera Exposición Industrial de Córdoba –octubre de 1871/enero de 1872- durante la presidencia del sanjuanino Domingo F. Sarmiento, fue en la década del 80 del siglo XIX cuando comenzó la transformación económica de San Juan y el “boom” vitivinícola.

Por Elio Noé Salcedo

En la famosa exposición de Córdoba, a la que concurrieron trece bodegueros sanjuaninos (Facundo Maradona, Rosauro Doncel, Juan M. Tierney, Zenón Castro, F. S. Klapembach, Pedro Coll, Carlos Maffei, E. Serrano, Eleuterio Fernández, Ángel Morcillo, Eduardo Keller, José Brignone y Pedro Caraffa), los premios fueron en su mayoría para los vinos mendocinos. Sólo Rosauro Doncel obtuvo una Medalla de Plata. “Este hecho demuestra –marcan los historiadores Carmen Peñaloza de Varesse y Héctor Daniel Arias- que si en nuestra provincia eran muchos los que elaboraban vinos, la técnica no se había mejorado y se seguía con los procedimientos rudimentarios”.

Fue en la década de 1880 – 1890 –época de la creación del Estado Nacional y la fundación de la Argentina Moderna durante la presidencia del tucumano Julio A. Roca y la correspondencia de sectores de progreso en la provincia- que comenzó en gran escala la exportación de vinos sanjuaninos al Litoral y al Norte. Desde 1876, año en que José Eugenio Doncel obtuvo premios con sus vinos en la Exposición de Filadelfia, surgió una nueva realidad que comenzó a desbordar los terrenos aledaños a la ciudad y extenderse a Caucete, Albardón y Angaco (Sur y Norte), dejando atrás los primeros desencantos. Esa nueva situación no era fortuita: se había comenzado a introducir nuevas variedades de vides y se ensayaban nuevas técnicas.

En 1881, inspirado en aquellos pioneros de la exposición de 1871 y en los nuevos logros alcanzados y reconocidos en certámenes y exposiciones extranjeras, nació el “Club Industrial”. En 1883, en vista a la inminente llegada del ferrocarril a San Juan, el “Club” realizó la primera exposición industrial en la provincia, que exhibió –junto a distintas muestras artesanales locales y otras producciones industriales nacionales- la nueva producción vitivinícola sanjuanina que, esta vez sí pudo lucirse.

En abril de 1885, al llegar el ferrocarril andino, el gobierno de la provincia concretó una segunda exposición. Sin ninguna duda, con la llegada del tren a San Juan, que lo conectó de forma más económica, segura y rápida a prácticamente todo el país, la industria vitivinícola se consolidó.

A los pioneros ya mencionados y a los primeros exportadores de vino como Serú, Maurín y Ruiz, Justo P. Castro, Rosauro Doncel, Juan Tierney, Salomón Ramírez y Vicente Cereseto, se sumó un grupo importante de inmigrantes italianos, españoles y franceses como los Graffigna, Del Bono, Copello, Meglioli, Guilemain y otros, que llevaron nuestra industria madre a un primer plano.

El único problema fue que, al consolidarse la industria vitivinícola como la única alternativa económica a gran escala, cuya riqueza y fortuna se concentró solo en el grupo de los grandes bodegueros y viñateros, se consolidó también una estructura económica monocultora y una estructura social bastante desigual e injusta con relación a los pequeños y medianos viñateros, por un lado, obligados a vender sus uvas al precio que le imponían los que tenían una posición dominante en el mercado local; y a los empleados y obreros de bodegas, cosechadores y peones de viña, paseras, empacadoras, etc., obligados a cumplir de 10 a 14 horas de trabajo, sin derechos laborales, sociales ni previsionales, entre otras injusticias. Esa estructura económica provincial se integró a nivel político, económico y social a la Argentina agropecuaria, productora de bienes primarios exportables de la pampa húmeda e importadora de productos industriales del extranjero.

Al explicar este curioso fenómeno que reunía los intereses industriales de los bodegueros (ligados fundamentalmente al mercado interno) con los intereses de la oligarquía agroexportadora, anti industrialista y ligada exclusivamente al mercado externo como proveedora de productos primarios de las potencias industriales, Arturo Jauretche lo explicaba así: “La forma en que históricamente se ha organizado el mecanismo de nuestro comercio exterior es sutil y difícil de desentrañar. Al estudioso de nuestra historia, lo primero que le llama la atención es el hecho contradictorio de que la oligarquía liberal y libre empresista (anti estatista y anti industrialista), partidaria de la división internacional del trabajo, haya sido “proteccionista” en algunos casos, por ejemplo, en la industria del azúcar, del vino y de la yerba, favoreciendo intereses del interior argentino… Ello ha sido posible porque concurría a facilitar el monopolio del comercio exterior de la zona grano-carne en beneficio de la política imperial dominante”.

En el caso de las mono-industrias provinciales, el desarrollo vitivinícola quebraba la relación comercial con Francia, que nos vendía vinos y le vendíamos lana, y el desarrollo azucarero debilitaba a su vez la relación comercial con Brasil y Cuba, que nos vendían azúcar y nos compraban carne. En ambos casos, “la clave consistía en liberar carnes y lanas de esos clientes, robusteciendo así la vinculación comercial con el Imperio (británico) que se convierte en comprador único”, alejándonos de las “tentaciones” industrialistas y latinoamericanistas. Ello explica tanto la falta de una política industrial para todo el país de parte de la oligarquía agropecuaria, como el atraso y la falta de desarrollo a nivel de las provincias argentinas.

Ese ha sido el secreto de la coincidencia ideológica, la connivencia económica y la complicidad política entre la clase dominante sanjuanina (grandes bodegueros y viñateros) y la oligarquía portuaria durante toda la historia argentina. Esta política contribuyó en principio al desarrollo de la vitivinicultura, aunque también a la consolidación de país-granja, es decir productor exclusivo de carnes y granos para el comercio exterior, en detrimento de la consolidación de un mercado interno poderoso con desarrollo industrial integral y derechos sociales y laborales garantizados para toda la población.

Al consolidarse la industria vitivinícola como única alternativa económica, cuya riqueza y fortuna se concentró en pocas manos, se consolidó además una estructura económica y social que acarrearía una reacción y una respuesta a nivel político: esa respuesta fue el cantonismo en la segunda década del siglo XX (1918), expresión de todos los sectores explotados provinciales ya mencionados, que pudieron así manifestarse y plantear la alternativa de una nueva estructura económica diversificada y una estructura social más justa a nivel local.

Imagen de portada: www.3copas.com.ar