El cine argentino y el hampa: una relación simbiótica

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En la época dorada del cine argentino, el rol del Estado fue clave. Creyente de que el cine debía ser una herramienta moralizante de la sociedad, intervino de manera directa: censurando, proscribiendo e intertextuando cintas; pero también de manera indirecta, a través de las tramas.

Por Germán Rodríguez

El Delito siempre ha formado parte del imaginario del cine argentino. Desde su primera cinta, que ilustraba un asesinato político, a la criminalidad y marginalidad del Nuevo Cine Argentino el delito se encuentra inherentemente unido a la filmografía argentina. La relación entre el hampa y el cine parece sencilla de ver una vez nos acercamos a la producciones más recientes y contemporáneas; pero un año viendo películas de la Edad de Oro del Cine me obliga a advertir que esto no es nada nuevo.

Amalia, el primer largometraje argentino, trata sobre un romance entre una viuda y un unitario que es asesinado por la Mazorca. Nobleza Gaucha, la primera superproducción y gran éxito es una oda al comportamiento del gaucho que cabalga en el límite de la ley. Tango, primera película sonora, es una historia de arrabales y mala muerte, desengaños y abandonos, muy fiel al estilo musical que da nombre a la cinta. Dios se lo Pague, alabada película en los Óscar, es la historia de un mendigo y una estafadora. Y Las Aguas Bajan Turbias, la película que abrió las puertas de los festivales al Cine Argentino, no tiene ese título por causalidad: violencia, tortura, explotación laboral, abuso sexual y asesinatos a sangre fría rodean este clásico del Cine Argentino.

En la época dorada del cine argentino (comprendidos entre 1931 y 1943), la influencia del Tango es clave, por lo que el juego, el adulterio, el vicio y la violencia son moneda corriente. También el cine vería pronto sus influencias del policial menos pensado; aquel surgido de la prohibición en Fuera de la Ley. Se representaran evasiones impositivas, evasiones personales, crimen organizado, anarquismo, prostitución, consumo de estupefacientes, prisiones. El delito estaba a la orden del cinematógrafo, para desgracia de aquellos que por mucho lo intentaron impedir.

El rol del estado en esta época fue clave. Creyente de que el cine debía ser una herramienta moralizante de la sociedad, intervino de manera directa: censurando, proscribiendo e intertextuando cintas; pero también de manera indirecta, a través de las tramas. El que anda mal… mal acaba, y quizás como respuesta justa a aquellos textos que pedían a gritos que el cine debía servir como defensor del orden público, los pecadores se redimirían de manera milagrosa, o morirían en su ley de manera trágica. No había lugar para criminales simpáticos, ni para personajes grises… los buenos ganaban al final de la historia, a pesar de todo. No hacía falta un régimen de censura, una herramienta institucional que estableciera lo permitido y lo prohibido en el cine, para que esto se cumpliera, como sí existió en los Estados Unidos con el Código Hays. Tampoco fue necesaria una causa a un director o guionista de apología del delito, y quizás por ello cuesta encontrar algún fallo judicial que refiera directamente a la temática.

Lo que sí hemos encontrado son una serie de debates y de instancias de discusión del cine, tanto en los poderes públicos, como en el ámbito intelectual, que dan cuenta de una época de grandes cambios históricos y grandes revuelos culturales. El cine supo ser, en tal sentido tanto causa como reflejo del ambiente en el que fue guionado, producido y distribuido, y por ello quizás es el afán de intervención. La imagen del cine  parece hacerse eco de la realidad socio-histórica en la que es concebido, y por ello es una herramienta vital como elemento de análisis histórico. Un análisis que debemos poner en valor, de modo de conocer el origen del contexto social que encontramos hoy en día, en torno al cinematógrafo; un análisis que permite ilustrar una serie de debates que aún continúan vigentes, muchos años más tarde del estreno de aquella primera cinta local.

(*) Esta publicación es parte de un conjunto de textos redactados por los miembros del equipo del Proyecto «Cine, Estado y Constitución: La regulación de la producción y exhibición cinematográfica en Argentina (1914-1955)» (Res. 59/2020/R). Proyecto ejecutado por el Instituto de Expresión Visual de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes y el Gabinete de Estudio e Investigación Jurídica de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNSJ.

Imagen de portada: «Dios se lo pague» film de Luis César Amadori, 1948.