“Hay un gran compromiso con estudiantes de seguir desmontando los discursos machistas”

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La docente Geraldine Conte Grand reflexiona sobre vivencias propias y tareas impostergables para escalar hacia una sociedad sin violencias.

Por Fabián Rojas

Geraldine Conte Grand, doctora en Ciencias de la Educación, es docente en la Cátedra de Política y Legislación Educacional de 4º año, de la carrera Profesorado y Licenciatura en Ciencias de la Educación en la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de la UNSJ. Es socia de la Sociedad de Historia de la Educación Argentina, militante, politizada y tiene un quehacer docente atravesado de inquietudes sociales. “Milito desde 1989 en agrupaciones sindicales”, dice. Uno de los proyectos de investigación del que fue parte es “Educación y Trabajo: estrategia para la reconstrucción de la trama social y productiva en la Argentina. Políticas Públicas en el retorno a la institucionalidad democrática”. “Ese proyecto se enmarcaba desde 2005 en ‘Los procesos de enseñanza y aprendizaje de saberes socialmente productivos. Los saberes del trabajo’, que coordinó Adriana Puiggrós”, cuenta. Conte Grand dirigió también la Cátedra Libre “Problemáticas de la Educación en la Provincia de San Juan. Análisis y Propuestas para la Nueva Ley de Educación Provincia”. Por supuesto, lo dicho es sólo un resumen de su hacer docente, desde donde las desigualdades por motivos de género disparan reflexiones y trabajos.

– ¿De qué manera aborda con estudiantes cuestiones de desigualdad de derechos entre varones, mujeres y minorías?

-Desde la cátedra nos proponemos identificar la igualdad/desigualdad de los derechos en los términos de Política Pública democrática y popular que, como tantas otras, requiere que sea cada vez más visibilizada y de manera urgente. Pensamos nociones de derecho vs. dádiva, privilegios, igualdad/desigualdad, la alteridad y el respeto al “otro”.

– ¿Lo toman desde una perspectiva histórica para llegar al presente?

-Sí, lo pensamos sobre los orígenes históricos, y abordamos la dinámica de configuración de ciertas políticas que habilitan a mayores privilegios y desigualdades en un escenario neoliberal, donde el mercado resulta ser el gran regulador y aniquilador de la Política y cómo la alternativa de transformación real y fáctica consiste en fortalecer al Estado. Dicho tratamiento no es suficiente y sabemos que cada vez el escenario es más complejo, aun así, hay compromiso con el cuerpo estudiantil de seguir desmontando los discursos machistas que de una u otra forma a todos y todas también nos constituyen.

– ¿Sufrió en su carrera docente algún tipo de discriminación machista?

– A decir verdad y de manera sorprendente, sí. En contexto de pandemia y en total abuso de las dificultades de comunicación en tiempo real, sufrí la subestimación de mi integridad como mujer y profesional en la casa académica en la que me formé y me enseñó la defensa de los derechos y los sentidos de lo público y lo democrático. Agradezco dicha formación de algunos profesores y compañeros de trabajo, que además del asesoramiento gremial y jurídico se pudo reconstruir con pruebas testimoniales y documentales las piezas de un gran rompecabezas de maltrato, engaño, daño y discriminación de la mano de prácticas machistas. Viví el desplazamiento de mis tareas académicas sin explicación o argumento, que lógicamente no las había, tampoco se cumplieron las obligaciones legales del Convenio Colectivo de Trabajo de los Docentes Universitarios. Es así que viví distintos tipos y modalidades de la violencia psicológica, laboral, económica y simbólica evadiendo darme respuestas sobre lo sucedido. A partir de ello presenté una solicitud para su adecuada y objetiva investigación ante las autoridades de la Facultad y recientemente presenté la denuncia ante el Rector de la UNSJ, solicitando se inicien actuaciones investigativas, administrativas y sumariales, en la Oficina por la Igualdad de Género, contra las Violencias y la Discriminación de la UNSJ y demás dependencias de esta Universidad que entienda pertinentes.

En contexto de pandemia y en total abuso de las dificultades de comunicación en tiempo real, sufrí la subestimación de mi integridad como mujer y profesional en la casa académica en la que me formé y me enseñó la defensa de los derechos y los sentidos de lo público y lo democrático.

– ¿Entonces es difícil hablar de avances en cuanto a violencias y discriminaciones en la sociedad, o hay señales de cambios?

-Entiendo que los avances están siendo transformadores; sin embargo, nos queda mucho por trabajar y estudiar al respecto, en todos los estamentos de la Universidad. La aplicación de la Educación Sexual Integral como eje transversal durante toda la formación nos habilitará a agudizar la mirada en perspectiva de género y mitigar prácticas abusivas, descalificadoras y patriarcales todavía vigentes. De a poco y en articulación con el Estado provincial y el Estado nacional podremos juntos y juntas sanjuaninos y sanjuaninas expresar con claridad y tranquilidad que estamos muy cerca de desmontar argumentos y prácticas de privilegios que siempre nos han puesto en la condición de desigualdad.

-En este Mes de las Mujeres, qué es lo que debería entenderse?

-Debemos trasmitir para toda la sociedad sanjuanina que los discursos de virilidad están presentes como parte de un sistema patriarcal. Y para afrontar este gran desafío de desmontarlos es necesario volver a repensarlo y reconfigurarlo desde el campo educativo y cultural, familiar y jurídico. Debemos transmitir que la Ley de Educación Sexual Integral es una herramienta en clave de transformación imprescindible y urgente a ser aplicada tal como se expresa en su normativa. Que nada tiene que ver con el amor romántico sacado de los cuentos que nos contaban cuando niñas y esto es un trabajo constante a cada paso que damos mujeres y varones. Que la escuela y la Universidad es EL lugar para ello. La escuela aporta debate a través del estudio, escucha prudente, trato justo e igualitario, además de identificar los casos de abuso y maltrato de menores. Que la escuela como ámbito contractual, tiene que ser transformadora para la construcción colectiva de la justicia de género.