Estrategias de racialización en el cine argentino de principios de siglo veinte

Comparte

Una de las marcas de la violencia epistémica que es ejercida a la hora de mapear las poblaciones que se aluden y eluden en el contrato nacional en la Argentina de la etapa mencionada, es la que indica el tratamiento ejercido sobre la población afrodescendiente y afroargentina. (*)

Por Cristina Pósleman

  Presento en esta oportunidad un resumen de la investigación que efectúo en el marco del Proyecto “Cine, Estado y Constitución. La regulación de la producción y exhibición cinematográfica en Argentina (1914-1955)” (Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas y de Creación Artística-UNSJ).
Mi propuesta se enfoca en lo que considero un tipo particular de operación de censura, que es la réplica en el cine argentino de principios de siglo veinte, de una condición constitutiva clave del contrato social nacional: la producción de disimetrías sociales aplicadas en función de criterios de racialización.

   Una de las marcas de la violencia epistémica que es ejercida a la hora de mapear las poblaciones que se aluden y eluden en el contrato nacional en la Argentina de la etapa mencionada, es la que indica el tratamiento ejercido sobre la población afrodescendiente y afroargentina. Alejandro Solomianski (2015), por ejemplo, considera que los grandes relatos fundacionales se delinean recortándose contra o en contrapunto con masas o individualidades negras.

   La etapa de relevamiento de marcas de racialización en el cine que estamos abordando, se encuentra con una primera dificultad. Se trata de un período de la historia del cine donde más del ochenta por ciento de los films producidos se encuentran perdidos. Por lo que se tiene que recurrir a materiales tales como fuentes periodísticas, revistas de época, y por supuesto al trabajo de relevamiento de las escasas investigaciones llevadas a cabo o en proceso. Aunque estos materiales no suplen las películas perdidas, son útiles para perfilar hipótesis acerca de éstas. A mano se encuentran: Amalia (1936), donde se utiliza el “blackface” −tan común en el cine norteamericano de principios del siglo XX−; Juvenilia (1943), en donde aparece una murga que el director prefirió utilizar sin ningún tipo de intervención para otorgar un ambiente de fervor festivo y dionisíaco; la segunda versión de Nobleza Gaucha (1937) y Su mejor alumno (1949), en las que jóvenes afrodescendientes hacen de personal de servicio.

   Pero más allá de estas marcas explícitas, otras, como el hecho de que no aparezcan personajes afrodescendientes y afroargentinos en la mayoría de los filmes encontrados, da cuenta cabal de la continuidad en el cine de esta operación de erosión poblacional.

  Nuestra intención es contribuir con la ensayística sobre la cinematografía argentina, cuyo interés incluye el lugar otorgado a las poblaciones subalternas. Pero nos interesa investigar cómo el cine acata no sólo las consignas de disciplinamiento social, que alcanza a lxs indígenas y a las sexualidades no binarias –entre las más en boga-, sino a un siniestro programa de segregación e invisibilización racial.

(*) Esta publicación es parte de un conjunto de textos redactados por los miembros del equipo del Proyecto «Cine, Estado y Constitución: La regulación de la producción y exhibición cinematográfica en Argentina (1914-1955)». (Res. 59/2020/R – Proyecto), ejecutado por el Instituto de Expresión Visual y el Gabinete de Estudio e Investigación Jurídica de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNSJ.