Póngale por las hileras

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Un estudio sostiene que, aunque el cultivo de la vid cambia paisajes y ambientes naturales de San Juan, esa intervención podría favorecer a algunas especies. “Esperábamos encontrar un gran impacto, como puede llegar a tener el cultivo de la soja,pero con el cultivo de la vid no pasa lo mismo”, reflexiona Valeria Campos, investigadora del CONICET y docente de la UNSJ.

Por Fabián Rojas

     El trabajo «¿La homogenización del paisaje afecta la biodiversidad asociada a los viñedos del Desierto del Monte?» dice que los estudios sobre biodiversidad y servicios ecosistémicos en viñedos aumentan porque a nivel mundial esos cultivos también crecen. Pero hay un gran vacío de información en gran parte de América del Sur, particularmente en los ecosistemas áridos, como en la provincia de San Juan, y Argentina es el país con mayor superficie destinada a la vitivinicultura en esta parte de América.

    Los impactos por la expansión se producen cuando los cultivos se extienden a nuevas áreas reemplazando los ecosistemas naturales. Y los impactos por intensificación implican el manejo de los cultivos para aumentar la producción, mediante el uso de riego, agroquímicos y mecanización. Como resultado se produce la disminución en la riqueza de biodiversidad y la homogeneización del paisaje.

     La vegetación verde per se, explica la investigación, es necesaria pero no suficiente, porque la heterogeneidad de la vegetación es la que provee abundante disponibilidad de recursos y nichos para las especies. Por otro lado, los artrópodos (arañas, abejas, avispas) dotan de importantes servicios ecosistémicos como la polinización, descomposición de materiales orgánicos residuales, incremento de la fertilidad del suelo y control natural de plagas. Todo ello puede verse amenazado por las actividades humanas que producen cambios en el uso de la tierra (producción de invasiones de nuevas especies en las comunidades, influencia en la composición y abundancia de las especies nativas y aumento del peligro de extinción de una población).   

Otra realidad

      Pero este estudio que se centra en San Juan y en su actividad productiva madre, la vitivinicultura, demuestra que, aunque los cultivos de vid avanzan sobre ambientes naturales y los antropiza (el humano transforma el medio), las cosas aparecen de otra manera. “Nosotras esperábamos encontrar un gran impacto, como puede llegar a tener el cultivo de la soja por su expansión e intensificación, pero con el cultivo de la vid no pasa lo mismo, aunque sí cambia el ambiente”, señala la Dra. Valeria Campos, una de las autoras del proyecto de investigación junto a Emilce Amatta y Viviana Fernández, doctoras del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (FCEFN) y del Centro de Investigaciones de la Geósfera y la Biósfera (CIGEOBIO – FCEFN) – CONICET – UNSJ.

    El objetivo del proyecto había sido, pues, ver si el cultivo de vid afecta la biodiversidad, en este caso plantas y artrópodos de esos ambientes naturales de zonas aledañas del cultivo. Por ejemplo, saber de la afectación en cuanto a la biomasa, relacionada con la producción de las plantas, o con la cantidad de verde. “Que haya más biomasa y diversidad vegetal quiere decir que hay más plantas en distintos estratos, como árboles, arbustos, hierbas, por lo que hay más refugios, alimento y hábitat para la fauna”, explica Valeria Campos.

El corredor ecológico
     Lógicamente, esa diversidad está afectada por el avance del cultivo porque éste se encuentra inmerso en un ambiente natural. El estudio indica que en las adyacencias del cultivo de vid hay una franja, un corredor de unos cincuenta metros muy heterogéneo, con mucha biomasa y diversidad; luego continúa un paisaje / ambiente natural, muy árido en el caso de San Juan. “El ambiente intermedio entre la vid y lo natural, ese corredor biológico que rodea las áreas de cultivo, se ve beneficiado por la humedad del cultivo y se favorecería la disponibilidad de recursos tróficos (alimentos) para distintas especies. También ayuda a la existencia de polinizadores y puede llevar a que haya animales que controlen las plagas de cultivos. Por eso no sería tan negativa la acción del cultivo de vid. No ocurre lo mismo con los cultivos de soja, que muestran un alto consumo de agroquímicos y expansión sobre los ambientes naturales. El cultivo de vid acá en San Juan se mantiene, dentro de todo, con matices de naturaleza. Es cierto, cambia el ambiente, pero no sería tan negativo”, remarca Valeria Campos.

     El estudio fue realizado en viñedos seleccionados y ubicados en el Valle de Tulum. Es decir, en Ullum, Caucete y en Pocito. Los suelos donde se implantaron los viñedos fueron vírgenes (sin uso previo para la agricultura), pedregosos y aluviales. “Creemos que la vitivinicultura se ha mantenido amigable con el ambiente. De todas maneras, se puede mejorar aspectos, como apuntar a controlar plagas mediante control biológico y no con plaguicidas que matan plagas del cultivo, pero también el resto de la biodiversidad. Hay productores que lo saben y hacen un manejo sustentable de sus cultivos”, cierra Valeria Campos.

Dra. Valeria Campos: «El cultivo de vid acá en San Juan se mantiene, dentro de todo, con matices de naturaleza».

El estudio «¿La homogenización del paisaje afecta la biodiversidad asociada a los viñedos del Desierto del Monte?» fue enviado a Ecología Austral, revista científica de la Asociación Argentina de Ecología.