Cuando el mundo empezó a ser otro

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A veinte años del golpe terrorista al símbolo del centro capitalista, financiero y de un modelo pretendidamente universal, una politóloga y un politólogo de la UNSJ analizan las implicancias hasta hoy de aquel 11 de septiembre, cuando Estados Unidos halló motivos para apretar el botón.

Por Fabián Rojas

Parecía que la ficción de la Guerra de los mundos, de Herbert Wells, llevada a la radio por Orson Welles en 1938, finalmente se hacía realidad. Pero ese día de 2001, el escenario y el invasor eran otros, y la ficcional y frenética evacuación de aquella Londres a causa de ataques alienígenas aparecía trocada por reales corridas horrorizadas en el corazón mismo de Manhattan, bajo un humo denso y oscuro post ataques humanos. Se derrumbaban las Torres Gemelas del World Trade Center, luego de recibir el impacto de aviones comerciales secuestrados (el vuelo 11 de American Airlines y el 175 de United Airlines), hecho rápidamente atribuido por el Gobierno estadounidense y los principales medios del país a hombres del saudita Osama Bin Laden, líder del grupo terrorista Al Qaeda. No era la noche londinense aterrorizada por marcianos. Esa del 11 de septiembre era una mañana espléndida, luminosa, con “visibilidad ilimitada”, como relata el documental “Punto de inflexión”, que exhibe Netflix por estos días. Se desmoronaba, literalmente, el centro capitalista financiero de Occidente. Un durísimo golpe a su cultura, a esa suerte de modelo que se pretende universal, cuando despuntaba este Siglo XXI. “Pánico mundial”; “Hecatombe terrorista contra Estados Unidos”; “Terrifying” (Espantoso); “Acts of war” (Actos de guerra); “Un nuevo mundo”, estremecían las tapas de diarios por el planeta al otro día. Era, sí un punto de inflexión. El mundo empezó a ser otro.

La muralla derribada


“El 11 de septiembre de 2001 marcó un punto de inflexión en la historia reciente. Seguramente, hacia adelante, los libros de historia lo marcarán como un momento bisagra, un antes y un después”, reflexiona la politóloga de la UNSJ Yanina Jotayán. La investigadora sitúa sus conceptos en aquel contexto mundial de hace veinte años en que reinaba una geopolítica internacional unipolar, donde Estados Unidos era la hiperpotencia que no conocía, en términos de seguridad, nada que amenazara de manera contundente su poderío. “Pasó algo que nunca había pasado. Además, Estados Unidos es un país continental, amurallado por dos océanos, y eso significó para el Estado y la opinión pública un golpe muy fuerte psicológico, al margen de las pérdidas humanas que hubo”, anota. Jotayán sostiene que es en esa línea que cambió el modo de sentir el peligro, la amenaza, la vulnerabilidad y el concepto de seguridad. El ataque “redefinió la doctrina de seguridad nacional norteamericana e inauguró una nueva modalidad vinculada a la guerra preventiva, vía excepcionalidad, que suspende el derecho internacional e interno. Entonces aparecen las ‘leyes patrióticas’ que buscan enemigos internos y se da por ejemplo la persecución de personas de religión islámica y de todo lo que Bush llamó el ‘eje del mal’”, explica. Esa visión, por supuesto, bajó a Latinoamérica, y diferentes regiones “empezaron a verse susceptibles de anidar posibles cunas terroristas”, dice la investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales (FACSO).
Sergio Guzmán, también politólogo de la FACSO – UNSJ, refiere que del mismo modo que la Primera Guerra Mundial es tomada como inicio del Siglo XX, el ataque a las Torres Gemelas y al Pentágono estadounidenses significó el quiebre histórico que marca el inicio del siglo XXI. “Lo que fundamentalmente cambió es la percepción de Estados Unidos acerca del mundo, es decir, la caída en cuenta por parte de Washington de la existencia de un actor que hasta ese momento era lejano para ellos: el terrorismo internacional”, analiza. “Si bien ese actor desterritorializado, difícil de ubicar, ya tenía un protagonismo en los carteles latinoamericanos o en los grupos separatistas europeos como IRA o ETA, para Estados Unidos era improbable que un acto de semejante ferocidad sucediera dentro de su territorio. Esta caída en cuenta lo llevó a una rápida búsqueda de un responsable. Y para esto nada mejor que identificarlo como un adversario distante a Occidente y a todos los valores que embandera. Al Qaeda, y su apropiación gustosa de la responsabilidad, vino de oportuna excusa para la inmediata intervención en Afganistán, país cuyo régimen era acusado de resguardar a ese grupo terrorista”, esgrime.

Portada de Newsweek (Septiembre 12, 2001), con la hora del ataque: 9.03 AM. (Fuente: imagen perteneciente al sitio www.sopitas.com)

La estela del 11S


La doctrina de seguridad y las guerras preventivas marcaron cambios en la política internacional. Eso inauguró (otra vez, como la invasión de la URSS a fines de los ’70 al país oriental) la intervención a Afganistán. “Después del atentado de 2001 nadie volvió a atacar dentro del territorio de Estados Unidos, pero los talibanes ya habían logrado mostrar la inseguridad de ese país. Y hoy, paradójicamente, podemos ver cómo el régimen talibán regresa al poder de Afganistán previo al 11 de septiembre, que era la fecha en que el presidente Biden había establecido para retirar de allí las tropas norteamericanas. Entonces, esto señala que este ya no es el mismo Estados Unidos, eso marca de alguna manera un fracaso, porque se dieron cuenta de que era muy fácil destruir regímenes (el de Afganistán) pero difícil construir una nación. Hubo millares de muertes en las intervenciones, a parte las muertes en el atentado de 2001 en Nueva York, y después vino la destrucción masiva de Medio Oriente. Aquel ataque de 2001 inauguró una escalada de violencia que no pudo detenerse. Pero ya se habla de una erosión de la hegemonía de Estados Unidos, hegemonía ya en disputa con la vocación imperialista china”, describe Yanina Jotayán.
“Tanto podemos observar hoy rasgos de esos cambios que le ha costado a Estados Unidos una guerra de veinte años con pérdidas políticas, económicas y humanas que han erosionado su poder hegemónico en el planeta”, coincide Sergio Guzmán con Jotayán, y destaca que, increíblemente, a lo largo de esos dos decenios de guerra el ex presidente Obama recibió un Premio Nobel de la Paz. El politólogo añade que esa guerra de Estados Unidos en Afganistán ha dejado tanto atraso como había antes, más rencor, temor y odio que antes de su llegada, y una situación humanitaria de características desastrosas. “Las consecuencias demográficas con los consecuentes movimientos migratorios preocupan en demasía a Europa, continente al que por otro lado le sobran gestos de ingratitud ante el mundo que en más de una ocasión histórica acudió en su auxilio”. Por tanto, Guzmán reafirma que hubo (para mal) cambios, no solamente en la política internacional, sino en la comercial. “Pensemos por caso en cuestiones en las que no reparábamos, como las medidas de seguridad para viajar en avión, en la configuración de la atención y la presencia de Estados Unidos en el mundo y en pretender el sostenimiento de su rol hegemónico”, define el investigador de la UNSJ. Al fin y al cabo, si el 11S logró hacer perseguir y desconfiar de todo lo que representa “otro mundo”, lo de Wells era vaticinio.

Imagen de portada, gentileza de Eva Rojas, residente en Nueva York.

Paradójico

«Si bien Al Qaeda (que significa la base) ya tenía algunos antecedentes de atentados terroristas en su haber, como en las embajadas de Estados Unidos en Kenia o en Tanzania, el 11 de Septiembre le significa su puesta en escena a nivel mundial. Indudablemente ‘disfrutaron’ de tal exposición ante la prensa internacional y la utilizaron para difundir su mensaje a todo el mundo: el rechazo y la intromisión de los valores occidentales dentro de su región. Espacio al cual sin duda consideran como territorio en el que es inadmisible la penetración cultural occidental y donde aplican un respeto a ultranza de la sharia, que es su sistema de normas y valores, y percibiendo como infiel a todo aquel que no acate tales normas. Con esto, lo que digo es que la violencia no es su fin, sino es el medio que utilizan para lograr su objetivo. Medio que, según su visión, lo encuentran más efectivo. Todo se torna paradójico dado que hay informes que revelan que, en sus albores, esta organización fue sostenida política y económicamente, al igual que el movimiento talibán, por Estados Unidos». (Sergio Guzmán)