Sequía y clima: El estrés hídrico en San Juan requiere máxima atención

Comparte

El cambio climático está produciendo la disminución nívea y el aumento de la temperatura en la Cordillera de los Andes. Existe un impacto directo sobre San Juan, Mendoza y La Rioja. Hay estrés hídrico. El fenómeno se manifiesta desfavorablemente sobre el agua como uno de los principales recursos de vida. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) pide a los gobiernos emanación cero para mediados de siglo como urgente paliativo.

Por Carlos Barros

El Río San Juan está en sus mínimos históricos, los diques aseguran por ahora las provisiones para riego y consumo, pero la situación es muy preocupante. No nieva en la cordillera y las lluvias son escasas. El calentamiento global y las emanaciones de dióxido de carbono a la atmósfera avanzan. Los mares aumentaron su nivel y afectan los continentes. Urge la necesidad de consumos responsables y el uso de energías limpias.

Eduardo Pucheta es docente e investigador de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de San Juan. Está doctorado en Biología y tiene a su cargo las cátedras de Ecología general y Ecología del desierto. Además, coordina el Grupo de Estudios de Ecología del Desierto (GEDES). Como muchos de sus pares, tiene una profunda preocupación por el cambio climático y sus efectos en la crisis hídrica y en la sequía.

Consultado por Revista la U, Pucheta explica que hay dos temas relacionados con crisis hídrica: uno tiene que ver con períodos y oscilaciones del clima que son naturales, que son variables, que se repiten con cierta periodicidad en nuestra historia reciente, con determinados patrones para sequías, como la de San Juan, que se repiten cada tantos años, luego se normaliza, y así va alternando.

Eso ya era conocido desde la Fundación de San Juan. Tal es así que desde época temprana San Juan ya organizó su riego, sus reservas de agua para consumo de la población, porque se notaba que había años muy secos y otros que no tanto. Y siempre esas vertientes de aguas se originaban a partir de las nevadas en cordillera, y no de las lluvias.

La otra condición que se viene acentuando en las últimas décadas -sostiene el docente-, tiene que ver con el cambio climático, que genera menor precipitación de nieves en cordillera.

Estrés hídrico

Pucheta señala: “Esto está documentado ya desde los años 91 y 92, en trabajos y publicaciones de Labraga y Villalba, referidos a las estrategias del uso del agua y el estrés hídrico, en el que dan cuenta de la disminución de precipitaciones níveas para la zona de Cuyo en Cordillera y la correspondiente disminución del recurso líquido para los próximos años».

Los autores señalan que «el Monte Central se encuentra en la zona árida-semiárida del oeste argentino, con precipitaciones anuales medias que varían entre 30 y 350 mm concentradas en el verano, temperaturas medias entre 15ºC y 18°C, y un marcado déficit hídrico durante la mayor parte del año”. En su trabajo se analizan las adaptaciones al estrés hídrico y las estrategias de utilización del agua que presentan las formas de vida vegetales dominantes en el Monte Central: árboles, arbustos y pastos perennes. Sus adaptaciones abarcan desde la capacidad de acceder a reservorios de agua profundos a través del desarrollo de extensos sistemas radicales, hasta diversas estrategias fisiológicas, morfológicas y arquitecturales de tolerancia a la sequía y la salinidad. Las distintas formas de utilización del agua de las formas de vida dominantes determinan complejos de interacciones, positivas y negativas, entre las especies que regulan la productividad del sistema y, consecuentemente, el potencial productivo.

La vegetación y el ciclo hidrológico están altamente acoplados en los ecosistemas del Monte, tanto a escala local como regional (en muchos casos acoplados al acuífero freático) por lo que conocer funcionalmente este vínculo contribuye a entender su funcionamiento y a predecir escenarios futuros en relación al cambio climático global y cambios en el uso de la tierra” (Ser planta en el desierto: estrategias de uso de agua y resistencia al estrés hídrico en el Monte Central de Argentina. Pablo Villagra y otros. Ecología austral).

Aumento de temperaturas

Dice Eduardo Pucheta que «lo que tenemos hoy como cambio climático es el resultado de la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera desde la era industrial. Existe un crecimiento exponencial de esas emanaciones que han incrementado las temperaturas. Eso hoy lo sabemos por los estudios que se han hecho en los hielos antárticos. Se trata de unos estudios muy complejos que consiste en introducir unos tubos a gran profundidad que permiten obtener columnas de hielo, que tienen aire atrapado, y permiten datar la antigüedad y la temperatura que tenía el planeta en ese momento, por una relación de isótopos y la concentración que había de dióxido de carbono”.

Explica el investigador que esos estudios permiten hoy determinar, a través de gráficos, que las curvas de dióxido de carbono y de temperatura van casi juntas.

Cambios en la temperatura global de la superficie terrestre relativa a 1850-1900 (Fuente: IPCC, informe AR6 WG1)

En las últimas décadas, esas emanaciones se han ido de escala. Son repentinos y están generando un cambio nunca antes visto en este período de tiempo.

El ciclo del carbono y sus efectos

Básicamente, las emanaciones de carbono son producidas por la combustión de combustibles fósiles, que son todos los derivados del petróleo que se usan para quemar y movilizar vehículos, aviones, transportes de todo tipo. Inclusive el gas natural, al ser quemado, emana dióxido de carbono. En muchos países de Europa, por ejemplo, está prohibido el uso de gas natural.

Enseña Pucheta que toda combustión de ese tipo «agrega carbono a la atmósfera, que antes no estaba en el sistema. El problema principal está en el ciclo del carbono. Por ejemplo, si tomamos todo el carbono atrapado en las plantas, en el suelo, en animales, en todo tipo de organismos terrestres, en los océanos, previo a la era industrial o antes del descubrimiento del petróleo, circulaba de manera normal entre estos grandes reservorios. Toda esta enorme cantidad de carbono que estaba oculta en el subsuelo, hoy es sacada y emitida a la atmósfera. Comienza a agregarse un carbono que antes no estaba en el sistema”.

Si se piensa en la Inglaterra de fines de 1800, en plena revolución industrial, con el uso de las máquinas de vapor, donde directamente se quemaba el carbón mineral para generar energía, producía una contaminación sin precedentes. Pero entonces no se tenía información al respecto, ni se sabía de las enfermedades pulmonares que ocasionaba ni tantas otras cosas, apunta el investigador.

No obstante, a pesar de los cambios en el uso de las tecnologías, en donde hoy ya se empiezan a ver motores híbridos, autos y motos eléctricos, vehículos de mediano y gran porte que ya no usan tanto el petróleo o que lo usan más eficientemente, «se sigue inyectando una cantidad enorme de carbono a la atmósfera”, asegura Pucheta.

Números calientes

Precisa el docente que «sólo en 2019 aumentó 2,6 % el dióxido de carbono de la atmósfera. Parece un número bajo, pero el carbono que hoy está en 400 partes por millón o más, y lo comparamos con ese porcentaje parece una cifra baja. El inconveniente es la enorme capacidad para elevar temperaturas del dióxido de carbono».

Entonces, ese 2,6% de aumento del carbono explica el incremento de la temperatura del planeta en 1.5 grados promedio en los últimos 10 años, advierte el biólogo Eduardo Pucheta.

Las proyecciones son preocupantes. Hay escenarios posibles que se plantean desde ámbitos científicos y a nivel global para los próximos 50 años. «El escenario más optimista de todos, si se controlaran las emisiones, sería llegar a casi 3 grados de incremento para finales de siglo. Ese sería un escenario optimista. El IPCC está pidiendo a los gobiernos llegar a emisiones cero de carbono. Emisiones netas. Que el carbono emitido sea igual al que se absorbe como única salida al calentamiento global. Llegando a ese balance cero, el planeta seguiría aumentando la temperatura en 1° y medio. No es inmediata la respuesta, pero es la única salida que se avizora para finales de siglo”.

Cambios de la temperatura del planeta con respecto a los años 1850-1900 bajo escenarios de aumentos de 1,5°, 2° y 4°C. (Fuente: IPCC, informe AR6 WG1)

Pucheta vuelve sobre lo preocupante de la situación ante los ojos de la Academia, de los gobiernos, de las organizaciones no gubernamentales y de la sociedad en general. Cree también como otros investigadores de la Universidad Nacional de San Juan en la necesidad de un “shock informativo”, en las publicaciones, en la difusión. Señala que a pesar de lo malo de la situación, “lo bueno” de los grandes medios de comunicación es la cantidad de noticias e imágenes catástrofes que pasan los noticieros sobre sequías extremas, incendios forestales, inundaciones, desastres climáticos que se ven en los últimos meses.

Respecto de la situación en San Juan, Pucheta informa que “el diagnóstico no es bueno. Tanto el dique de Punta Negra y el de Ullum se está manteniendo más o menos a nivel. Si bien el de Ullum está más bajo porque se sigue usando para riego, se mantiene a expensas del dique Caracoles. Hay datos de Hidráulica que dan cuenta que las reservas de los diques han disminuido 73% en cuatro años. De 1.300 hectómetros cúbicos (considerando los 3 embalses) se pasó a 350 hectómetros cúbicos. Una fuerte disminución. El Río San Juan pasó de 36 metros cúbicos por segundo a 18 metros por segundo. y la media histórica, sin nos remontamos en el tiempo era de 52 metros por segundo».

«Para regar y para consumo humano se necesitan unos 40 metros cúbicos por segundo y hoy tenemos 18. Es decir que el resto, está saliendo a expensas de la reserva de agua de los diques», aclara el investigador de la FCEFN.

El ascenso de nivel de los mares

Afirma que «los océanos vienen aumentando su volumen de manera considerable. Hay lugares que ya han aumentado 2 metros su nivel. Se espera para los próximos años que el mar aumente su nivel de 2 a los 5 metros sobre algunas costas. Ese nivel de ascenso va a depender de los continentes y sus costas y la dinámica de los océanos. Todo relacionado al aumento de la temperatura, el derretimiento del hielo de los polos, de los glaciares”.

Dr. Eduardo Pucheta, docente e investigador de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNSJ, y coordinador del Grupo de Estudios de Ecología del Desierto (GEDES).

Entonces, a manera de resumen, el científico remarca que «a mi juicio, hay tres factores determinantes: el aumento de temperatura global que impacta en las corrientes oceánicas; el derretimiento de los hielos y por último, el cambio en los patrones de las lluvias, que nos toca directamente aquí en San Juan, por las sequías extremas que estamos sufriendo».

Paneles solares y nuevas energías

Finalmente afirma Pucheta que no hay una única solución al problema de la crisis hídrica y del cambio climático. Pero hay que actuar ahora. Apuntar a la reconversión del tipo de riego y de las energías debe hacerse a corto plazo. Los gobiernos deben incentivar a productores agrícolas, las industrias y las pymes al uso de riego por goteo mediante kits solares, para evitar pagar mucho más en tarifas eléctricas. Hay créditos que se ofrecen a través de la página del gobierno nacional (argentina.gob.ar).

Lo mismo para las casas de familia. Un kit solar ronda los 7 mil a 10 mil dólares. Obviamente es un costo a tener en cuenta, pero se puede acceder al crédito o subsidios a través de un formulario en esa página web y a mediano plazo es una buena solución.