Tres tristes tesis acerca de Nomadland

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Reflexiones acerca de la multipremiada película de Chloé Zhao, directora, productora y guionista china, una road movie que es una «combinación peligrosa entre encierro y nomadismo».

Escribe: Cristina Pósleman, directora del Instituto de Expresión Visual – Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes – UNSJ

 

Una: Fakenomadism

El tono road movie ha virado a fakenomadism movies. Porque lo que antes era una puesta en escena psicoestética de la fuga del “sistema”, como por ejemplo en Rebelde sin causa (Nicholas Ray, 1955) o en París Texas (Win Wenders, 1984 ), en Nomadland es una romantización pura y llana del andar rondando por los pasillos de la “sociedad de control”. La aparente dinámica rutera, con los típicos primeros planos del perfil de la mujer manejando la combi por las rutas estadounidenses (tenía que ser una mujer -y no una diva-, para hacer más creíble el tono contestatario), se interrumpe eventualmente con la panorámica fija, estática, que muestra otro paisaje. El del mecanicismo que aún no perime. El costado residual fordeano de una transnacional célebre. Pero el guión olvida otra no zona. Olvida otro patio que ya no es el del fondo.

Dos: Fácil de transportar

Los elementos elegidos para llenar los cuadros van en una gama de entre trastos y residuos útiles. Acá no es cuestión de referirnos a la metafísica orientado a los objetos, ni al materialismo especulativo. Nuestro filme ensaya otra distancia entre los objetos y los sujetos. Las cosas han sido relegadas a la trastienda del sistema. Extensiones gigantescas contienen y organizan los trastos. Mientras en oficinas minúsculas se tramitan las operaciones de producción de criterios de gusto, de convencimiento, de afecciones variadas. Para que en un set de gadgets que caben en la cartera de la señora o en el bolsillo del caballero, condensemos la molesta complejidad e imprevisibilidad de nuestros deseos. La subjetividad se vuelve un dispositivo fácil de transportar.

 

Tres: Y de cancelar

Lxs que aún portan la ilusión del derecho a elegir cómo seguir existiendo en este mientras tanto, la respuesta que nos da la película es que no queda otra que esta lascivia masturbatoria, como la que encarna la pintoresca protagonista de nuestra película. Para lxs sin opción, hace rato que sigue siendo lo mismo… La casa rodante, o más bien, la isla robinsoneana móvil, puede operar como la fuga respecto de dicha condición, ¡pero para los yanquis! Para nosotrxs, acá, en este paraje al sur global, significa la reposición de la ficción fundacional colonialista. Los desterritorializados plantan banderas en tierra pretendidamente de nadie. “América”, fue creada por nómades…

Una combinación peligrosa entre encierro y nomadismo, una edulcorada combinación entre automatización y emancipación, que queda a un pelito de cancelar nuestras ansias de posibles.


Fuente de la imagen: laentradaalcine.com