Proyectiles lanzados desde el fondo del tiempo

Comparte

Las antiguas culturas que habitaron regiones de San Juan tenían sus armas para, por lo que hasta ahora se conoce, cazar animales. De acuerdo a estudios del Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo “Prof. Mariano Gambier”, hay indicios de la época en que ingresaron puntas de dardos, estólicas y, ayer nomás, el arco y la flecha. Todo, desde el primer grupo humano asentado en territorio sanjuanino.

Fabián Rojas

Luego de un paisaje desierto de hombres y mujeres, la cultura Fortuna (6.500 – 6.000 años antes de Cristo) fue el primer grupo humano que habitó en tierras sanjuaninas. Vivió hacia el oeste, en valles de altura (Vega de Gallardo, Colorada de la Fortuna. Hornillas), y también hacia el este (en Valle Fértil y Cerro Valdivia). Sus integrantes eran cazadores y recolectores. Consumían carne de guanaco, frutas de algarrobo, raíces de cactus. Luego de esta cultura, y quizás en un período en que no hubo población en este territorio, aparecieron los cazadores Morrillos, que duraron hasta hace unos 4.500 años (ocuparon espacios entre 5.900 y 2.500 a de C). Estos grupos se movilizaban desde tierras bajas a tierras altas y viceversa, siguiendo el desplazamiento estacional de los guanacos. Los Morrillos ocuparon la parte sur de la provincia y Calingasta. Luego, hacia 1.800 años antes de Cristo, ingresó en los valles sanjuaninos la cultura Ansilta (su nombre viene de la cantidad de hallazgos arqueológicos en las faldas orientales de la cordillera llamada así). A la cacería y a la recolección de frutos de algarroba, chañar y huevos de ñandú, le sumó la agricultura y ganadería.
De estas tres culturas, muy anteriores a la dominación del desarrollado imperio incaico a finales del Siglo XV, hoy se conservan elementos que constituyeron armas con las que cazaron para su supervivencia. La cultura Fortuna tenía puntas de dardo grandes, algo así como si fueran los primeros esbozos de proyectiles para lanzas. La cultura Morrillos usaba puntas de dardos más pequeñas y con ella también apareció la estólica. La Ansilta usaba dardos para lanzas y estólicas. Las muestras se conservan en perfecto estado en el Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo “Profesor Mariano Gambier” ((IIAM), de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de la UNSJ. “El Instituto tiene 56 años de trayectoria y las piezas fueron llegando en distintos momentos de investigación, hay algunas que están exhibidas y hay otras que están en archivo. Siempre se trae una sola muestra de las piezas de los lugares, no todas”, explica la Mg. Claudia Mallea, directora del IIAM, en diálogo con Revista la U.

Puntas de flecha. En imagen de portada, puntas de dardos. Las piezas se conservan y se analizan en el Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo “Profesor Mariano Gambier” de la UNSJ

Bajaste del norte
Las distintas culturas fueron llegando a territorio sanjuanino en función de diferentes corrientes migratorias. Arribaron desde diversos puntos, pero la mayoría vino desde el norte. Claudia Mallea señala: “Vinieron del norte de Chile, también del sur de Perú, del noroeste argentino, eran grupos humanos que vinieron a su vez empujados por otros, y a medida que fueron llegando trajeron aportes culturales. En uno de esos aportes debe haber venido el arco y la flecha. Por eso es más tardío todo en San Juan, porque esas culturas fueron bajando hacia acá”. Pero también hubo influjos provenientes desde el sur. “La estólica, con su punta de dardo, llegó a San Juan con la cultura Morrillos, en el 5900 antes de Cristo. Y se sabe que esa cultura vino del sur porque la estólica fue detectada en la Patagonia mil años antes que en San Juan”, enseña la investigadora del IIAM.

Conservación
La estólica es de madera y, aunque no lo parezca, aún se conservan en el IIAM – UNSJ. “Vienen investigadores de otras instituciones al Museo y nos solicitan ver el material porque tenemos una excelente conservación por el ambiente árido que tenemos y, además, por el trabajo que realizamos para conservar y resguardar el lugar de procedencia. Por ello, con nuestros proyectos de investigación, que se ramifican, y de extensión, buscamos concientizar a la población en la necesidad de respetar y proteger el patrimonio arqueológico como algo único e irremplazable”, indica Mallea.

Las armas del año 1000
Ejemplo de esa ramificación que menciona la Directora del IIAM – UNSJ, es que recientemente investigadores/as de esta institución trabajaron junto a un equipo de investigación del Laboratorio de Paleo-ecología Humana – Instituto Interdisciplinario de Ciencias Básicas de la Universidad Nacional de Cuyo para discriminar puntas de proyectiles, como dardos (para la estólica o la lanza) y flechas (para el arco). En este caso, se trata de estudios líticos, es decir, enfocados en el análisis de elementos arqueológicos de piedra en Los Andes del sur, como los proyectiles de las antiguas culturas de San Juan. En suma, estas investigaciones son factibles por la conservación de las piezas arqueológicas en el Instituto y Museo Gambier y por la correcta identificación de su procedencia. Claudia Mallea cuenta que el objetivo del estudio fue corroborar cuándo ingresaron en San Juan el arco y la flecha.

-Primero que nada, ¿cómo era la estólica?, ¿cómo funcionaba?
-La estólica o lanzadardos era un arma realizada en madera, compuesta de tres piezas. Lo principal era el dardo que se insertaba, ataba y pegaba a una varilla de madera dura, el astil, junto con otra varilla de caña colihue conformaban los dardos compuestos. Estos dardos compuestos eran los que se lanzaban desde otra varilla de madera, que era la parte que siempre se conservaba para agregarle nuevamente otros astiles.

-En el proyecto reciente trabajaron en la discriminación de puntas de proyectil, ¿qué diferencia hay entre puntas de dardos y de flechas?
-La diferencia entre puntas de dardo, para la estólica, y de flecha, para el arco, se basan en el espesor, altura y base. Arcos para flechas aún no se han encontrado. Por otra parte, el registro arqueológico evidencia que se utilizaban para cazar animales, no existen por el momento otras finalidades.

Mg. Claudia Mallea: «Estas investigaciones llevan a confirmar o refutar el momento temporal en el cual ingresó el arco y la flecha a la región de Cuyo, en el contexto de estudios líticos de América»

-¿Cuál es el objetivo de discriminar entre puntas de dardo y flecha?
-Se pretende conocer en qué momento temporal ingresó el arco y la flecha a la región de Cuyo, en el contexto de estudios americanos.

¿Y en qué momento ingresaron?
-Según las evidencias, parecieran haber ingresado a partir del año 1000 a la provincia, durante el denominado periodo agropecuario tardío. Estuvieron presentes con las culturas Calingasta y Angualasto.

¿Y esas evidencias a qué conclusión pueden llevar?
-Es un cambio importante para los grupos humanos que practicaban la cacería, además de ser un adelanto tecnológico que tenía sus secretos en la manufactura, que se daba en el peso, la ligereza que debía tener, la madera y el lítico a utilizar. Estas investigaciones llevan a confirmar o refutar el momento temporal en el cual ingresó el arco y la flecha a la región de Cuyo, en el contexto de estudios líticos de América.

-Además de por las buenas cualidades de conservación de piezas en el Instituto y Museo que usted dirige, ¿cómo se dio esta sinergia con equipos de investigación de Mendoza?
-Nosotros nos dedicamos a cerámica, arqueología histórica, conservación, geoarqueología, vamos tomando diferentes líneas de investigación, y se han hecho estudios líticos generales. En Mendoza sí están haciendo estudios líticos específicos y por eso trabajamos con ellos.

Prehistoria y difusión en Iglesia y Calingasta
El Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo “Profesor Mariano Gambier” (IIAM) tiene proyectos en departamentos alejados como Iglesia y Calingasta. En Iglesia su equipo de investigación trabajó durante 2020 en proporcionar documento de información para escuelas, organizar un corpus de datos y publicaciones referidas a la prehistoria de ese departamento, obtenidas en los más de medio siglo de investigación del IIAM. La idea central es acercar a la comunidad el conocimiento obtenido a través de los diversos proyectos de investigación, además de organizar trípticos, material para turistas y un documental audiovisual de la prehistoria de Iglesia. Eso último se encuentra en elaboración. También brindaron cursos a personal relacionado con la actividad turística y a estudiantes de escuelas. En un futuro cercano continuarán con otros cursos de identificación de bienes culturales para las fuerzas de seguridad y otros sectores de la comunidad. “Todo ello se realiza en colaboración con la Dirección de Patrimonio Cultural de la Provincia y especialmente con la Secretaría de Cultura de Iglesia. En cuanto a Calingasta, recién se están iniciando las mismas actividades, con los mismos objetivos. Con todo esto buscamos difundir el conocimiento científico como una forma de erradicar la difusión irresponsable y sin fundamento. Queremos dejar plasmado que la Universidad, en este caso por intermedio del IIAM, tiene un fuerte compromiso con la sociedad en general asistiendo en la difusión de los conocimientos”, comenta la Mg. Claudia Mallea.

Equipo de investigaciones líticas
En el proyecto internacional dirigido por el Dr. Erick Marsh para discriminar puntas de proyectil participaron, por el IIAM – UNSJ, la Mgter. Esp. Claudia Mallea, La Dipl. Prof. Gladys González Cívico, la Esp. Prof. Lorena Ré y las estudiantes pasantes Maira Cejas, Vanesa Digüilmi. Además, personal Nodocente, como Esther Campodónico, Rosa Biltes y Hugo Sosa. Mientras por el Laboratorio De Paleo-Ecología Humana participaron, además de Marsh, las Dras. Silvina Castro y Carina Llano.