Una “verdadera revolución social” un año antes de 1816

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La historiadora de la UNSJ, Cristina Nacif, realiza un breve repaso de un “proyecto federal muy distinto a los de las elites porteñas latifundistas vinculadas al puerto y a los negocios con Inglaterra” que precedió al 9 de Julio de Tucumán. Luego, sí, vendría la Declaración de la Independencia desde esa provincia, imperiosa para que San Martín llevara a cabo su gesta libertadora.

Por Cristina Nacif (*)

La Revolución de Mayo de 1810 en el Río de la Plata desencadenó tres procesos heterogéneos, simultáneos y convergentes, que caracterizan la primera década revolucionaria, entre 1810 y 1820: libre comercio, guerras de la independencia y la cuestión de la construcción de un Estado nacional, que reconocen diversos desarrollos en correspondencia con las realidades regionales de la época. Podríamos visualizar tres realidades diferentes en lo que es hoy el territorio argentino: el Litoral, el Interior mediterráneo, Buenos Aires y su puerto.

José Gervasio Artigas, caudillo de la Banda Oriental, enfrentado a la elite porteña que ya había consolidado su posición centralista respecto a la organización nacional, sostenía en sus banderas el lema Federación y Libertad.
La Asamblea del Año 13, que debió declarar la independencia y redactar una constitución, no cumplió su cometido. Allí asistieron los diputados orientales sosteniendo los intereses generales de los pueblos, es decir, su soberanía particular, a través de la que no querían “quedar sujetos a las directivas de un pueblo hermano”, aludiendo a Buenos Aires, cuyo gobierno pretendía encauzar la revolución en beneficio de su comercio portuario. Se tensó así la relación entre Buenos Aires y el caudillo oriental, declarando a éste traidor a la patria. Mientras, Artigas, hacia 1815, organizaba la Liga de los Pueblos Libres, aglutinando fuerzas militares provinciales de El Litoral, las misiones, para enfrentar a los porteños, ejerciendo un Protectorado sobre Entre Ríos y Santa Fe. La bandera federal flameaba entre Córdoba y Montevideo, de Paraná hasta Misiones.
El 29 de junio de ese año, Artigas convocaba a la reunión del Congreso de los Pueblos Libres, en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, donde entre otras resoluciones se declaraba la independencia respecto de todo poder extranjero, y se aprobaba la reforma de los reglamentos de tierras y de aranceles y la organización institucional federal.

Cristina Nacif: «El relato de la Historia oficial que se pretende Historia argentina es el relato de las elites de Buenos Aires»


El “Reglamento provisorio de la campaña y seguridad de sus hacendados” establecía el reparto de una parte de tierras fiscales para ser distribuidos entre los grupos más desposeídos de la época, tales como indios, negros, viudas. Poblamiento, subdivisión de la tierra, justicia social, reparto de cabezas vacunas, eran algunos de los objetivos que se planteaba, iniciando así una verdadera revolución social en su territorio. Proyecto federal muy distinto a los proyectos de las elites porteñas latifundistas vinculadas al puerto y a los negocios con Inglaterra. En este sentido, el relato de la historia oficial que se pretende Historia argentina es el relato de las elites de Buenos Aires, y negacionista de los aportes en la construcción de la nación de otros territorios, tales como El Litoral y el Interior mediterráneo.
Otras realidades se desarrollaban en el Interior mediterráneo. Hacia 1814, San Martín había solicitado su designación como Gobernador Intendente de Mendoza para asentar sus bases para la organización del Ejercito Libertador, a fin de lograr la prosecución de su Plan de liberar Chile para, por mar, ingresar al Perú y desde allí por el interior avanzar sobre el corazón donde tenían asiento las fuerzas los realistas. Durante ese año llegaron allí los patriotas chilenos que habían sido derrotados en su territorio y se ponen al servicio de San Martín.
Para poner en marcha su Plan, era imperiosa la declaración de la independencia. En este sentido, es que da instrucciones precisas a los diputados de la región sobre el imperativo de lograr esa declaración.
A fines de julio de 1816 llegó la circular de Narciso Laprida, presidente del Congreso de Tucumán, comunicando la declaración de la Independencia. Son los tiempos de San Martín y el Ejército de los Andes. Es por ello que solicitó el relevo de su cargo de Gobernador para dedicarse de lleno a concretar la emancipación americana.

(*) María Cristina Nacif, profesora de Historia de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de la UNSJ. Especialista en docencia universitaria

Imagen de Portada: Telam