El agua en Wall Street: la peor amenaza

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Los últimos días del fatídico 2020 se coronan con la noticia de que el recurso agua comenzará a ser incluido como valor a cotizar en la Bolsa de Nueva York. En esta nota, Oscar Dölling, doctor ingeniero de la UNSJ experto en temas de agua, expone su mirada. Casos de mercantilización escandalosa acá nomás, en Chile.

Por Fabián Rojas

Fue en julio de 2010, a través de la Resolución 64/292, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas catapultó al agua como un derecho humano. “La Resolución exhorta a los Estados y organizaciones internacionales a proporcionar un suministro de agua potable y saneamiento saludable, limpio, accesible y asequible para todos”, dice la ONU. Ante esto, la noticia de que el fluido comenzará a cotizar en la Bolsa de Wall Street, abona nuevamente la certeza de que en este planeta explotado y atribulado, el universo financiero y el universo político que vela por derechos siguen por los senderos que se bifurcan. Se especula con que, aunque el índice del valor del agua está basado en los precios de las principales cuencas fluviales de California, donde la escasez del líquido ha aumentado, este valor podrá ser usado como referente para el resto del mundo en los mercados del agua. “El ‘mercado del agua’ puede sonar bonito para algún propulsor economicista-mercantilista que no sepa nada de agua ni de vida ni de derechos humanos, pero en la cruda realidad no se puede incorporar de esa manera al mercado en el manejo de los recursos hídricos y en el ambiente porque lo único que se lograría es distorsionar y generar aún más desequilibrios en el justo uso del recurso agua y en su eficiente manejo y distribución”, dice Oscar Dölling, doctor en Ciencias de la Ingeniería e investigador y docente de la Facultad de Ingeniería de la UNSJ. El entrevistado Dr. Dölling es director del Programa de Gestión Integral de Cuencas Hidrográficas, Ingeniería Hidráulica y Ambiental de esa Unidad académica de esta Universidad.

-¿Qué opina de la cotización del agua en la Bolsa de Nueva York?

-En primer lugar, tratar al agua como una materia prima más, como por ejemplo el oro, el aluminio u otro material es un gravísimo error y un ataque contra los derechos y la dignidad del hombre. Estamos hechos un 70 por ciento de agua, es como si quisiéramos que cotice en bolsa nuestra propia sangre. Existen evidentes consideraciones éticas, sociales y ambientales que impiden el tratamiento del agua como una simple materia prima. La falta de acceso diario al oro o al aluminio no nos produciría ninguna enfermedad o muerte. Si es un bien no disponible, en un mercado como el que usted menciona el precio de acceso a ese “derecho de aprovechamiento de agua” comerciable subiría a cifras estratosféricas. Por ello es que, muy atinadamente, toda la vida en Argentina se ha tratado al agua como un bien público y no como un bien comerciable o económico. Es más, el comercio del agua de uso público está penado por ley y por el código de Aguas de San Juan.

-¿Pero ya había antecedentes de comercialización?

-Sí, los ensayos de comercialización de derechos de uso de agua que han hecho algunos países nos demuestran que generan una tremenda distorsión en la optimización de los recursos hídricos.

-¿Dónde ocurrió?

-Como ejemplo, puedo mencionar a Chile, que tiene implementado un sistema de compra-venta en la bolsa de derechos de uso de agua desde 1981 y, sin embargo, en estos cuarenta años Chile no ha reportado índices de mejoría en el sector hídrico, ni en materia de distribución de agua riego, de agua industrial, ni mejorías reales en el acceso al agua de riego; tampoco muestra ningún impacto positivo en la disponibilidad de uso de agua potable sino todo lo contrario. En Chile podemos encontrar hoy, a lo largo de estos cuarenta años, miles de conflictos de intereses y litigios legales entre usuarios del agua, incluido casos muy escandalosos de empresas que compran todo el agua de un río y dejan sin agua potable a toda una población, como el caso del río Loa en la región de Atacama, entre otros. En Chile el agua potable no tiene prioridad sobre otros usos, sólo porque no es rentable la vida humana respecto de otros usos. Con el agravante que los abogados y los jueces no saben sobre la gestión del recurso agua y por ende cometen muchos errores técnicos en los fallos porque las leyes comunes no están acondicionadas para ello.

Imagen: Télam

-Pero hay un discurso pro mercantilizador…

-El “mercado del agua” puede sonar bonito para algún propulsor economicista-mercantilista que no sepa nada de agua ni de vida ni de derechos humanos, pero en la cruda realidad no se puede incorporar de esa manera al mercado en el manejo de los recursos hídricos y en el ambiente porque lo único que se lograría es distorsionar y generar aún más desequilibrios en el justo uso del recurso agua y en su eficiente manejo y distribución.

 

-O sea que es un camino peligroso…

– En Chile usted puede comprar un derecho de uso de agua y no utilizarlo nunca; es decir, usted puede acaparar agua y no dejar que otros la usen sin necesidad de explicar por qué la compró ni para qué, sólo debe demostrar que su uso es posible de acuerdo a la disponibilidad del agua de la fuente de donde la extrae, sea río, lago o acuífero. Esto ha llevado a numerosas querellas de pobladores y agricultores que los dejaron “sin agua”. Por otro lado, en el caso de que el derecho al uso del agua no implique un estudio de disponibilidad a futuro, en algunas zonas de Chile ha producido la sobreexplotación de los acuíferos y el secamiento de humedales, ríos y la destrucción de glaciares. En suma, se prioriza la competencia entre usuarios, pero en desmedro de los usos esenciales, como para la vida humana, la salud, la dignidad.

-Ese ir en desmedro de los usos esenciales del agua hace suponer que provoca cambios demográficos, éxodos…

-Básicamente en Chile ha existido en los últimos cuarenta años un verdadero “despojo” del agua a los campesinos, agricultores y poblaciones alejadas por parte de monopolios de empresas. Eso ha obligado, debido a la falta de agua para uso humano, a un extraordinario éxodo de población a las ciudades más importantes y abandono de numerosas ciudades y pueblos más alejados, como el caso de Calama. Chile requiere hoy, desde mi punto de vista y compartido con expertos chilenos, cambios legales para establecer el agua como un bien público, establecer usos prioritarios, proteger glaciares, humedales, la gestión pública y la eficiencia en el uso de los recursos hídricos. Es decir, ellos hoy pelean por tener todo lo que nosotros ya tenemos. Después, cuando las sequías aprietan en Chile, todos empiezan nuevamente a mirar al Estado en busca de apoyo, mas control, regulaciones, búsqueda de acuíferos subterráneos, desalinización de agua de mar, gigantescas obras de tuberías submarinas de miles de kilómetros para llevar agua desde las zonas de más precipitación en el centro y sur a las del norte que son más secas. O sea, el rol de estado no desapareció con el mercado, sino que se incrementó pero ahora para atender a más conflictos y más crisis, es decir se convirtieron de haber sido un estado gestor a un estado “bombero” que apaga los incendios, evidentemente los incendios cuestan mucho más apagarlos cuando se pierde el control. Quien no me crea solo le bastará con leer algún periódico de Chile que hable sobre los abusos del mercado del agua y después que corrobore lo que le digo, me cuenta y hablamos.

 

-¿Y en Argentina?

-Un brutal ejemplo fue el vaciamiento en Argentina del sistema Comahue en 2007 debido a la aplicación de una política de un costo marginal “cero” que se le puso al valor del agua colocado en el sistema “Margot” y “Oscar” de manejo hidroenergético de embalses llevada a cabo por CAMESA, en los embalses como el Chocón y Piedra del Águila. Esto provocó que se utilizara el agua en forma indiscriminada para generar energía hidroeléctrica y se vaciara en poco menos de medio año todo el sistema hídrico de embalses en cadena del Río Limay, quedando Argentina al borde de un colapso energético. Tuve el honor de conformar el equipo técnico de la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Nación que recuperó en menos de un año la “salud” del sistema en cascada del Río Limay, logrando recupere el nivel de sus embalses durante el 2008, esto es lo que pasa cuando en un sistema se maneja el agua no como un bien público sino como un bien económico.

-Ya cotizaba el agua dulce en la Bolsa de California a raíz de sus tremendas sequías, ¿esto debe alarmar a San Juan y a otras regiones por acá por la sequía que sufren?

-Es el Estado el que debe controlar y optimizar el manejo del recurso, el agua debe ser un bien público y por lo tanto regulado por el Estado a través de concesiones de uso, eso permite un acceso universal al agua y no depende de lo que cada quien pueda pagar sino de la constatación real de la necesidad de su uso en un lugar determinado. También el Estado debe controlar que nadie contamine el agua o la malgaste. Lo que pasa con el índice del agua de California, creado en 2018, es que ahora es posible firmar contratos de futuros de agua utilizándolo como referencia, pero no es un precio del agua oficial porque el valor del agua depende del precio medio del agua disponible para la venta en las cinco principales cuencas fluviales de California. En la prensa pasa igual que en San Juan, donde abundan los titulares alarmistas acerca de una supuesta amenaza sobre el agua que la población consume en su vida cotidiana. En San Juan, el consumo del agua poblacional e industrias en el Valle del Tulum es del seis por ciento. Es el agro el que consume el 78 por ciento del recurso. Lo que tenemos que trabajar en San Juan es en la eficiencia de distribución, canales principales y secundarios, y en la eficiencia de aplicación de agua de riego en finca.

-¿Pero para qué se instrumenta eso de los mercados a futuro?

-Lo del “mercado de futuros” es un invento del mercado para amortiguar los efectos de oscilación de precios durante las crisis económicas, en el sector agrícola se utiliza con el trigo o el maíz y la soja. Pero en el caso del agua, nadie puede saber si la sequía seguirá profundizándose y, por ende, el precio seguiría avanzando y esos contratos de futuros no serían muy rentables para el que venda sus derechos de agua, en especial cuando las sequías pueden durar entre 5 y 10 años y los precios no se puedan pronosticar, por ello este mercado de futuros no tendría mucho incentivo para que prospere durante una sequía. Por eso entiendo que colocar en la ecuación de precios al agua, lejos de amortiguar una crisis, la acrecentaría.

-¿Se realiza en algún lugar ósmosis inversa para convertir el agua salada de mar en agua dulce? ¿Eso daría esperanza?

-Sí, no hay que ir a buscar a ningún lado para tener un aparato desalinizador. En Argentina hoy ya se fabrican ablandadores de agua, equipos que sacan las sales del agua. Pueden ser desde domiciliarios hasta industriales y pueden eliminar, con procesos de intercambio iónico, iones de calcio y magnesio, responsables de la dureza del agua, del sarro; además, hierro y manganeso, en forma totalmente automática. Esto permite garantizar el abastecimiento de agua blanda las 24 horas del día todo el año. Claro que siempre el proceso debe ser adaptado al tipo de agua, por ejemplo, agua de pozo, que estamos utilizando y al tipo de uso que le vamos a dar. Y todos estos procesos tienen un costo energético también a evaluar. Pero que existe la tecnología aquí, ya existe.

Un sueño horrible

“Supongan ustedes que viene un magnate y comprara en el mercado todos los derechos de agua del Río San Juan, y lo hace adelantándose a OSSE en la compra de derechos. Es decir, la empresa OSSE llegó tarde al mercado y no pudo comprar sus derechos de agua para producir agua potable para los 500 mil sanjuaninos que vivimos en el Gran San Juan. ¿Sería un problema grande, no? O suponiendo que hay pocos derechos a la venta y el derecho de agua fuera tan caro, porque la sequía hace que la competencia sea muy feroz, y OSSE debe aumentar la cuota de agua que costará fortunas a los usuarios de los nuevos barrios que quisiéramos incorporar al nuevo sistema del acueducto Tulum. Esto repercutiría en el valor del agua que suministra OSSE, porque le aumentaría el costo del derecho de acceso a la materia prima agua. A la vista está cómo funciona esto del mercado del agua. Y en caso de que alguien dijera que se pueden establecer regulaciones al mercado, entonces yo les digo ¿para qué?, ¿si hoy ya está todo armado y regulado para garantizar el acceso al agua a todos? Sería querer volver a inventar la rueda y deberíamos agregar miles de regulaciones al mercado para evitar todas las posibles distorsiones que se vayan a producir. Eso le pasó a Chile: es un mercado del agua con miles de regulaciones y aún así hoy genera conflictos de acceso nada más y nada menos que al agua potable y para riego de las comunidades más vulnerables” (Oscar Dölling).