“No hay que sumarle angustias a padres, chicos y docentes por el eventual año perdido”

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Para el especialista en Educación, Luis Garcés, “esta pandemia tiene que ver con cómo hemos educado a las hoy generaciones adultas y lo que ha pasado con un sistema depredador, que ha mercantilizado la salud, la educación y las necesidades básicas para todos los individuos”.

Por Francisco Lahti

Luis Garcés, doctor en Educación, docente e investigador de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de la UNSJ, se refiere al escenario por el que atraviesa la educación formal, en medio del aislamiento como consecuencia del Coronavirus.

“Esta pandemia tiene que ver con cómo hemos educado a las hoy generaciones adultas y lo que ha pasado con un sistema depredador, que ha mercantilizado la salud, la educación y las necesidades básicas para todos los individuos”, señaló el especialista.

Según Garcés, con el tema educativo aparece una primera dicotomía: la presencialidad versus la virtualidad. Hace mucho tiempo que la Argentina debiera haber implementado sistemas de virtualidad pero no en los términos que reclama el mercado para sustituir la presencialidad.

“La presencialidad no es sustituible, tampoco es admisible que este instrumento tan potente dado por las nuevas tecnologías con acceso a Internet. Se ha comparado el acceso a Internet como una ventana abierta al mundo similar a la apertura de la escuela con la modernidad”.

“Todo debe ser utilizado por la escuela. En nuestra historia reciente hubo algunos avances significativos por aumentos de conectividad, distribución de netbooks hasta fines de 2015, más otras cuestiones relacionadas a la educación como la creación del canal Encuentro y de Paka Paka”.

Para Garcés, “una cosa es que la escuela sea capaz de incorporar a las nuevas tecnologías, de apoyar a los chicos en estas nuevas herramientas y otra cosa es sustituir la presencialidad que conlleva gestualidad, afectos, una serie de otras circunstancias que la pandemia ha puesto en la escena pública: que no podamos abrazarnos, tocarnos, que tengamos distanciamiento, lo que está provocando es angustia según los especialistas. La gente está inquieta porque está faltando el lazo social afectivo que para lo educativo resulta ser muy importante”.

Para Garcés, es un año semi-perdido y esto constituye una oportunidad para ponerse a pensar el futuro de la educación: a todos aquellos que se educan vía canales de educación, medios de comunicación en general e internet. Tenemos que instrumentar una estrategia donde exista una escuela con chicos que no estén desconectados ni con insuficiencia de hardware.

Por otra parte, Garcés sostiene que existen serios problemas para el uso de las tecnologías como apoyatura de lo educativo. “Hay estudios que muestran que en el Gran Buenos Aires, solamente el 6 por ciento de los chicos está conectado regularmente con sus docentes, el resto está afuera. También hay problemas de equipamiento. En muchas familias solamente se cuenta con un celular para todos, que tampoco es la herramienta más completa para la enseñanza virtual. Esto está dejando fuera a mucha gente, además de los lugares carenciados”.

Según un análisis de Garcés, “en una escuela de nivel medio, ubicada en lo que sería el Gran San Juan, los números son muy parecidos a los del conurbano bonaerense: los alumnos que están al día en la entrega de tareas, rondan apenas el 6 o el 7 por ciento. Los demás tienen contactos esporádicos, los chicos se quejan que no entienden, que necesitan que les expliquen de otra forma, las guías son muy pesadas”.

“Esto ha supuesto además una recarga de tareas para los docentes, ya que no tienen horarios, las escuelas siguen cerradas y ellos continúan trabajando todo el día en sus casas, lo mismo pasa con los chicos y los padres que no cuentan con las herramientas necesarias (conceptualmente hablando), con bajos niveles educativos y que de pronto tienen que estar supliendo al maestro en casa. Todo esto ha trastocado absolutamente todo el sistema”.

 

Ir o no a la escuela: esa es la cuestión

Para el experto, “otro debate instalado es si los chicos tienen que ir o no a la escuela. Creo que la vida vale más, no hay que sumarle angustias a padres, chicos y docentes por el eventual año perdido. Esto ya pasó con la gripe de 1918, también se dio el mismo debate, solo que en aquel momento la escuela estaba atravesada por toda la política del higienismo y los chicos aprendían cómo cuidarse si iban a la escuela y terminaban estando mejor cuidados en la escuela que en la casa con el aislamiento”.

«Los docentes no tienen horarios, las escuelas siguen cerradas y ellos continúan trabajando todo el día en sus casas», dice Garcés.

“También hay otra serie de debates que obviamente tienen que atravesar la escuela: ambientales, políticos, democracia, participación, distribución de la riqueza. Enseñar todo a todos y totalmente era la premisa que guiaba la didáctica magna de Juan Comenio, padre de la Pedagogía, allá por el siglo XVII. Proponía (ya en aquellos años) tener en cuenta las necesidades y particularidades de los estudiantes. Han pasado 400 años desde que dijo eso y aún nosotros no lo hemos logrado”.

“Hay que precaverse frente a este debate de la virtualidad contra la arremetida de las grandes corporaciones que quieren que la educación pase a ser una mercancía y un negocio, y que después son los sectores que restringen las posibilidades por quedar a merced de las capacidades financieras de cada sujeto y no es más que una radiografía de lo que sucede hoy”, especificó.

Señaló además que “esto ha puesto en escena que muy pocos se hacen cargo realmente de la cuestión educativa, hoy resulta que hay distintos sectores que opinan y en ese sentido, bienvenida sea la posibilidad de reprogramar una escuela que cumpla con la consigna de Comenio”.