Dónde poner la basura tóxica

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La Secretaría de Ambiente del Gobierno de San Juan contactó a la UNSJ para solicitar apoyo en la construcción de un repositorio de residuos peligrosos, que esta provincia produce, y muchos. Estudian posibles lugares para instalarlo y no es una determinación sencilla.

 

Fabián Rojas

“Esto aún está a nivel anteproyecto. Ya hemos considerado zonas para realizarlo: tenemos cinco lugares que se van a estudiar nuevamente. No están tan alejados ni tampoco tan cerca”, cuenta José Luis Espinosa, director de Gestión Ambiental de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Provincia. Se refiere a la determinación del sitio preciso para la instalación de un repositorio de residuos peligrosos generados, por toneladas, en San Juan. “Tiene que ser en una zona de campo, no debe ser una zona urbana porque el día de mañana esa zona sigue creciendo y eso quedaría encerrado allí. Se está estudiando en qué lugar se va a colocar, no queremos adelantar nada”, dice el funcionario.

Hace unos días la Facultad de Ingeniería (FI) de la Universidad Nacional de San Juan recibió a agentes de esa Secretaría del Gobierno de la Provincia para empezar, junto con diversas áreas de esta unidad académica, a delinear el establecimiento de un lugar para depositar residuos patogénicos (producidos por hospitales y otros centros de salud) e industriales que ingresan en la categoría de “peligrosos”. Peligrosos para el ambiente y, por ende, para la salud de todo ser vivo. “Voy a reunirme con la Cámara Minera, así como también con otros grupos de empresarios para que tengan participación en el proyecto, porque todos son generadores de este tipo de residuos”, señala Espinosa, y agrega: “Lo que venimos haciendo en San Juan, en el Parque Industrial de Chimbas, es una operación de incineración. Al incinerar acopiamos las cenizas, las cuales todavía no tienen una disposición final”. De ahí, entonces, la necesidad de contar con un repositorio para así completar el ciclo de manejo de esos residuos. “Este proyecto es bastante delicado: primero hay que elegir el lugar, hay que buscar las barreras geológicas que impedirán la contaminación. En el aspecto de la geología, debe ser una cuenca endorreica, en las que, si hay un acuífero, sus aguas no salgan y puedan contaminar”, explica el decano de la FI, Tadeo Berenguer. En tanto, Espinosa agrega: “No se debe romper la barrera artificial ni la barrera natural, y en caso de que fallen esas dos barreras, el agua no debe salir de ese cuenco. La barrera artificial podría ser construida con una base de hormigón y con membranas, pero a eso hay que verlo. Esto lo dirá el área que corresponda de la Facultad (de Ingeniería)”.

 

Confluencia

Como el trabajo de definir el sitio no es sencillo por varios factores, hay distintas áreas de conocimiento de la FI pertinentes para la empresa de construir el repositorio: “Respecto de los acuíferos, aquí entraría a trabajar nuestro Instituto de Investigaciones Hidráulicas. En la parte de suelos, hay que ver sus competencias, por lo que intervendría el Instituto de Materiales y Suelos. También hay que tener en cuenta la cuestión sísmica, para evitar que un sismo pueda deteriorar la seguridad de este enclaustramiento, por eso interviene también el Instituto de Investigaciones Antisísmicas. En este repositorio no se guardarán residuos minerales, sino de otras industrias, y residuos patógenos, pero el tipo de enclaustramiento es similar a los que se realizan en minería. Por lo tanto, tendrá participación el Instituto de Investigaciones Mineras y el Departamento de Ingeniería de Minas”, grafica Berenguer. “Vamos a elaborar el anteproyecto entre la Provincia y algunos consultores profesionales; después, en el proyecto final van a intervenir distintas áreas de la Facultad de Ingeniería. Cada área va a emitir una opinión y entre el Decanato y el Gobierno provincial habrá una coordinación de todos esos informes sectoriales”, corrobora Espinosa.

 

Los residuos

La cantidad de residuos generados tiene mucho que ver tanto con la concentración poblacional como industrial. Mónica Ramírez, jefa del Departamento de Ingeniería de Minas de la FI, explica que hay diferentes maneras de clasificar los residuos y que una de ellas es en “residuos peligrosos y no peligrosos”. Los no peligrosos son aquellos que no producen problemas con el ambiente ni con la salud; los peligrosos sí los afectan. En Argentina existe la Ley Nacional Nº 24.051, de Residuos Peligrosos, en cuyo Artículo 2 dice que “será considerado peligroso, a los efectos de esta ley, todo residuo que pueda causar daño, directa o indirectamente, a seres vivos o contaminar el suelo, el agua, la atmósfera o el ambiente en general”. San Juan adhiere a esta normativa mediante la Ley 522 – L.

La Ley nacional establece que los denominados residuos peligrosos abarcan los que generan las pilas, baterías, tintas de impresoras; además, claro, muchos residuos industriales y residuos radiactivos. Y están también los generados por centros sanitarios, tales como los provenientes de cultivos de laboratorio; restos de sangre y de sus derivados; los orgánicos provenientes del quirófano; restos de animales producto de la investigación médica; algodones, gasas, vendas usadas, ampollas, jeringas, objetos cortantes o punzantes, materiales descartables, elementos impregnados con sangre u otras sustancias putrescibles que no se esterilizan. También menciona residuos explosivos, líquidos y sólidos inflamables; oxidantes o sustancias que pueden después de su eliminación dar origen a otra sustancia, por ejemplo, un producto de lixiviación.

“De acuerdo con esta ley, se tienen que inscribir todos los que generen, transporten y traten residuos peligrosos. La Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable es el organismo contralor de esto en la Provincia”, indica Mónica Ramírez. Y añade: “La tendencia internacional en este momento es tratar de generar la menor cantidad posible de residuos. Lo deberíamos hacer en casa, separando para permitir la clasificación luego en el reciclado. La consigna, entonces, es minimizar. Después del reciclado viene la reducción, que implica un tratamiento para que lo que quede vaya a una disposición final segura (repositorio)”.

 

Barreras necesarias

Ramírez, quien dicta la cátedra “Estudio y control del impacto ambiental” en la carrera de Minas de la FI, explica que los residuos peligrosos en la disposición final son contenidos en cilindros con varias capas aislantes y luego son depositados en el relleno. “Esto normalmente es enterrado, porque además de las barreras de ingeniería tiene que haber barreras geológicas: si existiera algún problema de ingeniería, siempre deben estar las barreras geológicas, últimas para evitar algún problema con el ambiente. Por eso debe ser una zona donde no haya aguas subterráneas que salgan, una zona sin fracturas, que no se produzca problemas con eventos sísmicos, también incluso hay que estudiar la parte biológica. Hay que hacer un importante estudio ambiental previo para realizar la selección del emplazamiento”, apunta.

 

Premura

Mientras el decano Tadeo Berenguer comenta que en la Facultad de Ingeniería esperan el proyecto desde la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Provincia para realizar los correspondientes estudios, el director de Gestión Ambiental de aquella dependencia estatal, José Luis Espinosa, declara: “Yo quisiera como máximo que en dos meses ya esté el anteproyecto; y el proyecto ejecutivo, el proyecto final, me gustaría que esté a fin de año”.

 

Imagen de portada: Fuente SI San Juan