Construir a Sarmiento en tres momentos de la historia argentina

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El autor propone historiar cómo fue configurada la imagen del sanjuanino a partir de su muerte, en 1888, hasta mediados del Siglo XX. Distintas representaciones del creador de Facundo para diferentes contextos políticos – sociales.

 

Escribe Hernán Fernández
Doctor en Historia. Pertenencia institucional: Conicet-Instituto de Filosofía (FFHA-UNSJ)

La propuesta de este artículo consiste en historiar cómo fue configurada la imagen de Sarmiento a partir de su deceso (1888) (1). Según intentaremos evidenciar, no existe una única representación en torno al sanjuanino ya que en diferentes instancias se apeló –entre otras cuestiones- a su faceta de educador, político, militar o escritor para atender determinados intereses coyunturales. Precisamente, partiendo de esta situación problema, buscaremos exponer los usos de Domingo Faustino en tres etapas de nuestra historia.

Primera etapa

El primer momento que nos concierne es 1889-1912, se inicia con el año siguiente a la muerte de Sarmiento y culmina con la sanción de la ley electoral Sáenz Peña, emitida en respuesta a las conflictividades políticas y sociales desatadas por entonces. Además, según percibió la elite dirigente, dichas problemáticas emergieron por la presencia de inmigrantes indeseables que intoxicaban la población local. En consecuencia, diagramaron como solución la instauración de un tipo de educación, denominada patriótica, con el fin de formar personas bajo una moral de respeto y amor por la argentinidad. Con ese fin aparecieron libros de texto que articulaban fragmentos de varios autores con el fin de ejemplificar los principios del buen patriota.

Dentro de esa operación Sarmiento resultó frecuentado en múltiples oportunidades, necesariamente la faceta de educador será la más utilizada, pero junto a esta surge también la de militar. Dos ejemplos explican esta última opción, Lecturas geográficas e históricas (1897) y Lecturas argentinas (1908) recuperan escritos del cuyano donde exponía la necesidad de contar con fuerzas militares bien instruidas. Tales referencias se debieron a que la modernización del ejército era vista indispensable para la defensa de la patria, más aun a partir de los altercados limítrofes con Chile (2). Dichas circunstancias permiten entender la puesta en valor de un Sarmiento no muy considerado actualmente. Estas apropiaciones variarán en la etapa: 1930-1938.

Segunda etapa

En la década del 30 un giro se practica sobre la figura del sanjuanino por parte de determinado sector académico, específicamente, desde la Universidad Nacional de La Plata. Es un momento histórico singularizado por la crisis del modelo agroexportador y los replanteos en torno a la democracia que surgieron fruto del triunfo radical en las urnas y el posterior derrocamiento de Yrigoyen. En réplica a la crisis del sistema político, el Estado apeló nuevamente a fortalecer la conciencia nacional. En esta oportunidad nuestro principal protagonista será requerido en el papel de escritor. Alberto Palcos –docente e investigador de la Universidad Nacional de La Plata- inicia tal maniobra en 1938 cuando publica su edición crítica del Facundo buscando canonizar una versión definitiva de la obra (3) y un tipo de lectura particular: la literaria, para así consagrar a Sarmiento como el fundador de las letras nacionales.

Según argumentaba el editor, el Facundo “constituye el primer libro argentino que suscita verdadera resonancia en las letras mundiales” (Palcos: 1938. XIII-XIV). Palcos presentaba así el escrito que condensaba la argentinidad en el campo de las letras. De ese modo despejaba al citado título de toda connotación política y la llevaba a un plano literario, escenario donde sus cualidades intrínsecas convertían al texto y su autor en los representantes por antonomasia de la literatura nacional frente al mundo. Sintetizando, a raíz de los inéditos avatares inherentes al contexto, en la década de 1930 hay cambios en la manera de concebir a Sarmiento, las problemáticas del momento impulsaron la imagen del escritor por sobre la del educador y el militar. No obstante, en los tiempos que avecinan con el surgimiento y consolidación del peronismo, esta construcción resultará oportunamente revisada.

Tercera etapa

La última etapa que indagaremos es 1943-1955, periodo abierto con la gestación política de Perón y que culmina con el respectivo derrocamiento. Los años iniciales de la década del ’40 se caracterizan por las inmigraciones internas y el repoblamiento de las zonas urbanas en las grandes ciudades. La integración de esa masa poblacional conforma un objetivo clave de los gobernantes, y para lograr llegar a esas mayorías emplearán al cine como herramienta fundamental. Principalmente el peronismo se hará eco de semejante recurso y lo pondrá a trabajar mediante la película Su mejor alumno (1943), film pensado en años previos a la asunción de Perón pero que su gobierno supo apropiarse para pregonar las ideas que venían a instaurar. La elección significó recuperar otra vez a Sarmiento, aunque en esta oportunidad como educador. Al ser una coyuntura donde urgía la necesidad de instruir a los nuevos actores sociales, el hecho de apelar al cuyano en la faceta de maestro es entendida per se.

Pero en el trasfondo de esta intervención hay un propósito más profundo: asimilar a Sarmiento con Perón (Suárez, 2017). Al mostrar al sanjuanino en una misión conciliadora, educando para incorporar a los habitantes de la Argentina, el líder del movimiento peronista emerge como su continuador, es él quien ahora cumple esa función de redención de las multitudes. No obstante, además de lo educativo, Perón vuelve a insistir en lo militar al decretar en noviembre de 1945 que “cuando en los organismos militares se nombrase a Domingo Faustino Sarmiento se lo hiciera anteponiendo siempre el grado de ‘general’” (Figallo, 2011, p. 42). Abreviando, si Sarmiento significaba el paladín educativo y castrense, era porque el peronismo buscaba apuntalar en el imaginario colectivo estos aspectos de su gestión; ya sea ilustrando a las masas o formando nuevas camadas de militares, Domingo Faustino constituía el fundamento para efectuar tales lineamientos.

Consideraciones finales

El sucinto repaso realizado en estas páginas permite apreciar la existencia de múltiples Sarmientos en la historia argentina. Incluso, evidencia los usos del pasado según intereses políticos del momento; si en los periodos 1889-1912, 1930-1938 y 1943-1955 recurrieron a disímiles facetas del sanjuanino esto fue porque los proyectos de gobierno tenían prioridades distintas. En base a lo expuesto resulta necesario destacar que, tal como nos enseña el pasado, la elección de un determinado Sarmiento –como así también de cualquier otra figura histórica- directa o indirectamente exhibe el modelo de país que proyectamos para nuestro presente y futuro.

 

Notas
1- Este trabajo surge a partir de una charla debate organizada por la Secretaría de Cultura y Turismo de la Municipalidad de la Ciudad de San Juan. En esa oportunidad indagamos los usos de Sarmiento en los siglos XX y XXI.

2- Incluso este conflicto llevaría a la sanción de la ley de Servicio Militar Obligatorio en 1901.

3- Recordemos que Sarmiento publicó varias ediciones del Facundo: 1845, 1851, 1868 y 1874 (Fernández, 2018). Incluso luego de su muerte aparecieron diferentes versiones de la obra.

 


Imagen de portada: Enrique Muiño interpreta a Sarmiento, en el film Su mejor alumno (1943).