Dos sistemas de aglutinación

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Al celebrarse esta semana el “Día del Pensamiento Nacional” en homenaje al natalicio de Arturo Jauretche (13-11-1901), el autor nos hace llegar esta reflexión en la que afirma la existencia de dos grandes sistemas de “aglutinación” que se disputan la hegemonía geopolítica y cultural e intelectual de los latinoamericanos.

 

Por Elio Noé Salcedo*

Lejos de traducir una realidad étnica” (1), decía Manuel Ugarte, la síntesis racial que configura nuestra identidad latinoamericana expresa, más bien, una realidad histórico-cultural. En ese sentido, como apunta Claudio Maiz, “la nación, como la raza” representan en este caso, tanto “una instancia integradora” de nuestra macro nacionalidad, como así también “las vías genuinas de la universalidad” (2).

Para un defensor de nuestra identidad continental y batallador por una conciencia nacional latinoamericana, como José Martí (1891), “en América hay dos pueblos y no más que dos, de alma muy diversa por los orígenes, antecedentes y costumbres y solo semejantes en la identidad  fundamental humana. De un lado está Nuestra América y todos sus pueblos son de una naturaleza de cuna parecida e igual mezcla imperante; de la otra parte, está la América que no es nuestra…”.

Casi como una profecía, antes de que finalizara el siglo XIX, el apóstol cubano anticipaba: “Pero otro peligro corre, acaso, nuestra América, que no le viene de sí, sino de la diferencia de orígenes, métodos e intereses entre los dos factores continentales y es la hora próxima en que se le acerque demandando relaciones íntimas, un pueblo emprendedor y pujante que la desconoce y la desdeña”… “El desdén del vecino formidable, que no la conoce, es el peligro mayor de nuestra América y urge, porque el día de la visita está próximo, que el vecino la conozca, la conozca pronto, para que no la desdeñe. Por ignorancia llegaría, tal vez, a poner en ella la codicia. Por el respeto, luego que la conociese sacaría de ellas las manos”.

Es por eso que necesitamos saber quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos, para ser –como decía el Gral. San Martín- lo que debamos ser, porque si no, no seremos nada.

 

Los dos sistemas

Ya en 1819 Simón Bolívar se planteaba en Angostura: “ni remotamente ha entrado en mi idea asimilar la situación y naturaleza de dos Estados tan distintos como el inglés-americano y el americano-español”.

A propósito de esa diferencia, escribía Vasconcelos, “llamaremos bolivarismo al ideal hispanoamericano de crear una federación con todos los pueblos de cultura (indo) española. Llamaremos monroísmo al ideal anglosajón de incorporar las veinte naciones (indo) hispánicas al imperio nórdico, mediante la política del panamericanismo” (3).

En el fondo, como bien dirá en su momento César Zumeta, “el panamericanismo no es sino un principio de aplicación del imperialismo” (4). Ya lo decía Simón Bolívar: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad” (5).

En ese sentido, “el revés de la trama del panamericanismo (o interamericanismo) –subraya Claudio Máiz- fueron las veintinueve intervenciones armadas de los Estados Unidos en los países de la región del Caribe, tan solo entre 1898 a 1930” (6), pasando por Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo y Haití, sin contar el despojo de la mitad del territorio de México y el rapto de Panamá a la República de Colombia entre 1840 y 1904.

Incluso, con apoyo u omisión de Estados Unidos, después de la adopción de la doctrina Monroe, se produjeron intervenciones europeas en países americanos. Entre ellas, la ocupación de las islas Malvinas por parte de Gran Bretaña en 1833, el bloqueo de barcos franceses a los puertos argentinos entre 1839 y 1840, el bloqueo anglo-francés del río de la Plata de 1845 a 1850, la invasión española a la República Dominicana entre 1861 y 1865, la intervención francesa en México entre 1862 y 1865, la ocupación inglesa de la costa de los Mosquitos (Nicaragua) y la ocupación de la Guayana Esequiba (Venezuela) por Gran Bretaña en 1855 (7).

Lo mismo ocurrió con el Tratado Interamericano de Apoyo Recíproco –TIAR- en 1982, durante la Guerra de Malvinas, desnudando una vez más los fundamentos del panamericanismo y/o del “apoyo interamericano recíproco”, sin contar la intervención estadounidense en nuestra América a través de presiones diplomáticas directas o a través de organismos internacionales, su participación en los golpes de Estado (blandos o duros), incluidos en pleno siglo XXI el de Honduras, Paraguay, Brasil o Bolivia, o los acuerdos económicos bilaterales o regionales tipo NAFTA o ALCA, que no han hecho otra cosa que confirmar nuestra debilidad, dependencia y subordinación.

Si como dice Julio Ycaza Tegerino, latinoamericanismo y panamericanismo constituyen dos “sistemas distintos de aglutinación”, que “obedecen a bases culturales, espirituales y políticas diametralmente opuestas” (8), sólo uno de los dos sistemas de aglutinación se ajusta étnica, económica y espiritualmente a la amplia visión de nuestros pueblos. “Uno –aclara Ugarte- nos pondría a la zaga de un pueblo de origen y antecedentes distintos”; el otro exige una política “estrictamente celosa de la suprema integridad moral (dignidad nacional, conciencia nacional, valores y pensamientos propios), sin la cual no puede mantenerse nunca la integridad material (soberanía y bienestar) de las naciones” (9).

 * Diplomado en Historia Argentina y Latinoamericana.

(1) Ugarte, M. (1922) Mi campaña hispanoamericana, pág. 221.

(2) Máiz, C. (2003). Imperialismo y Cultura de la Resistencia. Los ensayos de Manuel Ugarte. Córdoba: Ediciones del Corredor Austral – Ferreyra Editor, pág. 241.

(3) Vasconcelos, J. (1937). Bolivarismo y monroísmo. Temas iberoamericanos. Santiago de Chile: Ercilla, pág. 9.

(4) Citado por C. Maiz, Ob. Cit., pág. 265.

(5) Carta del Libertador Simón Bolívar al coronel Patricio Campbell, fechada en Guayaquil, 5 de agosto de 1829 (citado por Maiz, pág. 254?).

(6) Máiz, Ob. Cit., pág. 247.

(7) https://es.wikipedia.org/wiki/Doctrina_Monroe

(8) Ycaza Tigerino, J. (1950). Sociología de la política hispanoamericana. Madrid: Seminario de Problemas hispanoamericanos, pág. 333 (citado por Claudio Maiz, Ob. Cit., pág. 246).

(9)Ugarte, M. (1922). Mi campaña hispanoamericana. (Citado por C. Maiz, Ob. Cit., pág. 248).

 


Imagen: «Gloriosa victoria», del pintor mexicano Diego Rivera. Fuente: https://puntocritico.com/ausajpuntocritico/2019/08/14/gloriosa-victoria/