SAÚL TABORDA, UN GRAN PENSADOR NACIONAL

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Saúl Alejandro Taborda (1885 – 1944) fue uno de los principales impulsores e ideólogos de la Reforma Universitaria de 1918 junto a Deodoro Roca y, a su vez, un gran y original pensador nacional en la primera mitad del siglo XX. Al cumplirse 134 años de su nacimiento (9-11-1885), queremos brindarle este homenaje transcribiendo esta reseña de su vida.

 

Por Elio Noé Salcedo

Saúl Taborda nació en una de nuestras familias criollas y federales afincadas en el interior de Córdoba desde antes de la creación del Virreinato. Fue ese origen y su formación en los decisivos años de su educación familiar lo que lo identificó desde muy chico con la cultura de la Patria Vieja. Esa circunstancia personal no solo lo haría sentirse orgulloso del espacio espiritual  al que pertenecía, sino que además produjo en él los frutos de su pensamiento arraigado.

Tempranamente, mientras la intelectualidad argentina miraba hacia las metrópolis europeas, Saúl Taborda ya se inclinaba por su propia realidad a través de su vocación literaria, que desarrollaría a lo largo de su vida como autor de novela, cuento, poesía y ensayos. El mismo año de la Reforma apareció su novela “Julian Vargas”, personaje que ponía a prueba los valores inculcados por la aristocracia criolla frente a un creciente envilecimiento de los vínculos humanos, apareciendo a su vez en ciernes la problemática universitaria.

Después de recibirse de abogado en la Universidad de La Plata en 1910, y de doctorarse en Santa Fe en 1913, ligado ya a las ideas libertarias de su época, comenzó a participar como joven profesional en el proceso de la Reforma Universitaria de 1918, de la cual fue, junto a Deodoro Roca, su principal intérprete e ideólogo.

 

Ese rol central dentro del proceso de la Reforma, lo llevaría en los meses inmediatamente posteriores de la rebelión estudiantil, a ser designado profesor en la Universidad del Litoral, Consejero en la Facultad de Derecho de la Universidad de Córdoba y Rector en el renovado Colegio Nacional de la Plata. En este cargo propiciaría la sustitución de la disciplina patriarcal por un régimen que favoreciese el autocontrol estudiantil. En esa misma línea propondría en la Universidad de la Plata la creación de «La Casa del estudiante«, con la finalidad de incorporarlo a la comunidad educativa y de mejorar su relación con los educadores. Acusado por esta razón de promover la anarquía, sería expulsado de su cargo.

 

Fue también Taborda, junto a Deodoro Roca, quien plasmó los principios reformistas en los dos Manifiestos Liminares conocidos: el segundo de los cuales –el de 1928– fue redactado totalmente por Taborda, expresando allí su voluntad de cumplir junto a aquella generación universitaria, la misión de elaborar el futuro de Nuestra América Latina hasta su completa realización. En esa línea continental propondría la creación de la Universidad Latinoamericana, iniciativa que hoy debemos rescatar por su absoluta actualidad y vigencia. Del mismo modo, en su momento también impulsó la creación del Seminario de Filosofía y Humanidades, simiente de la actual Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba.

No podemos dejar de lado que Saúl Taborda fue además un eminente pedagogo, que contó para su formación con perfeccionamiento doctoral  en distintas Universidades de Europa, lo que le permitió crear una teoría pedagógica reconocida internacionalmente, hasta llegar a descubrir en sus años de maduración nacional que “el ideal pedagógico” no puede ser una creación abstracta o arbitraria y externa al educando, porque ese “ideal” o “deber ser del educando” es un producto social de la colectividad en la que se educa, y la colectividad modeladora del ideal pedagógico no es otra que la propia Nación”. Pretender como Sarmiento una “revolución” que no tenga en cuenta la tradición educativa –pensaba-, lleva a copiar modelos extranjeros que cargan con un “ideal de ciudadano” ajeno a nuestra idiosincrasia”.

Como resultado del saber adquirido en ese campo, en los dos volúmenes de Investigaciones Pedagógicas, (compuestos por cuatro tomos), Saúl Taborda recorre la historia educacional mundial hasta los comienzos del siglo XX, las relaciones entre Iglesia y Estado, el nacionalismo, las relaciones entre ciencias naturales y pedagogía, entre historia y pedagogía, sociología y pedagogía, y los objetos pedagógicos del conocimiento.

El ideario de la Reforma lo llevaría a relacionarse con grandes personalidades de su época, como Víctor Raúl Haya de la Torre, líder del gran movimiento latinoamericanista y antiimperialista del Perú; José Antonio Mella de Cuba, Germán Arciniegas de Colombia; como así también con otros líderes que después serían presidentes de sus propios países, tales como Natalicio González, de Paraguay, y Juan José Arévalo, de Guatemala. Su relación con Manuel Ugarte, Alfredo Palacios, Leopoldo Lugones, José Ingenieros, Alejandro Korn, Coroliano Alberini, Arturo Jauretche y la generación revisionista del 30, lo ayudaría a incorporar y reorientar sus concepciones pedagógicas y políticas en un sentido profundamente nacional, sentido y concepción que muchas veces sería confundido o no entendido, descolocando a los “clasificadores” de ideas

 

No es casual que las dudas respecto a sus posiciones y concepciones aparecieran justo cuando Taborda había dejado atrás sus concepciones liberales rivadavianas, y asumido, fiel a la tradición federal de su familia y de sus comprovincianos y compatriotas, posiciones y concepciones más acordes con el sentir nacional y popular, que lógicamente lo alejaban de la versión oligárquica de nuestra historia y de nuestra cultura. Justamente, el golpe y gran retroceso de 1930 encontrarían a Saúl Taborda del lado del pueblo, no así a la mayoría de sus compañeros reformistas, incluido Deodoro Roca, que se plegarían al golpe septembrino.

 

A partir de entonces, y ya en plena “década infame”, Saúl se atrincheraría en Unquillo a elaborar la mayor parte de sus reflexiones y pensamiento pedagógico, filosófico y político. Fue en Unquillo donde se dedicó a reflexionar sobre las cosas de la Patria armado de su gran bagaje cultural. Casi en soledad total, durante esos diez años –dice el historiador Roberto Ferrero en la primera y única biografía, hasta ahora, sobre nuestro homenajeado- “Taborda vuelve sobre sus pasos y construye una nueva filosofía, una nueva concepción de la cultura y una nueva fase de su teoría pedagógica: el Comunalismo Federalista, la Cultura Facúndica y la Pedagogía del Genio Nativo, ideas que se encuentran desarrolladas en dos valiosos ensayos: “Sarmiento y el ideal pedagógico”, de 1938, y “La política escolar y la vocación facúndica”, de 1941, método de “educación popular” que hoy se aplica marginalmente en nuestro país mediante la organización de talleres y alfabetización popular, pero es oficialmente subestimada como metodología de enseñanza.

 

Para 1932 ya había organizado con otros destacados intelectuales el “Frente de Afirmación del Nuevo Orden Espiritual”. En esta época produjo lo más importante de su obra cultural y pedagógica, y difundió sus ideas a través de innumerables conferencias; de la prensa de Córdoba y Capital Federal; y de la revista “Facundo” que  fundó en 1935. En mayo de 1940, al asumir Santiago Del Castillo la gobernación de Córdoba -y ya con Taborda al frente del Instituto Pedagógico, recientemente creado como anexo de la Escuela Normal Superior de Córdoba-, se ponían en práctica sus ideas pedagógicas, en línea con los planes de renovación educativa que, bajo aquel gobierno sabattinista, proponía el Dr. Antonio Sobral -también un viejo reformista del 18-, logrando que esta fuera una de las experiencias más trascendentes de la educación comunal-facúndica en la provincia mediterránea.

 

Por esta misma época, Taborda comenzaba a apoyarse en los autores del Revisionismo histórico y del naciente nacionalismo popular, al que comprenderá desde su posición democrática. De esa manera, comenzaba a realizar la síntesis entre estas dos vertientes: el nacionalismo y la democracia, consideradas hasta entonces incompatibles…

 

Incomprendido en su época e injustamente criticado, Saúl Taborda recién comenzaría a ser estudiado sistemáticamente en las últimas décadas del siglo XX y en lo que va del siglo que transitamos, aunque no dudamos en afirmar que él fue y es, uno de nuestros grandes intelectuales nacionales del siglo XX, junto a otros grandes como Manuel Ugarte, Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche, Juan José Hernández Arreghi, Alfredo Terzaga, Jorge Abelardo Ramos, entre otros pensadores afines del campo nacional… por lo que merece ser profundizado y valorado en toda su dimensión argentina y latinoamericana.

 

Su tumba en el cementerio viejo de Unquillo recuerda a todo el que lo visita, que Saúl Alejandro Taborda “vivió y pensó para su tierra”; y en la placa dejada este año en su homenaje, se puede leer una síntesis de sus ideas para proseguir desovillando su rico, profundo y original pensamiento: “La vida de un pueblo es una realidad de historia y cultura”, de la que no se puede prescindir si queremos entender nuestro presente y conquistar el futuro.