¡Una hora latinoamericana!

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Una vez que la semilla de la Reforma Universitaria cordobesa prendió, el pensamiento reformista se extendió a toda la juventud latinoamericana.

Por Elio Noé Salcedo*

Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón
nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución,

estamos viviendo una hora americana”.
Manifiesto Liminar de la Reforma

 

Sin duda, el grito de 1918 no podía dejar de tener basamento en las hondas raíces indo-hispano-criollas, es decir latinoamericanas, de la ciudad de la Reforma. Después de todo, la Universidad de Córdoba (1613) –junto a la de Santo Domingo (1538), Lima (1551), México D.F. (1551) y Santa Fe de Bogotá (1580)- era una de las cinco universidades más antiguas de Nuestra América.

Para empezar, el Manifiesto Liminar de los estudiantes cordobeses se dirigía “a los hombres libres de Sudamérica” y concluía saludando “a los compañeros de América toda”, a quienes los incitaba “a colaborar en la obra de libertad” que se iniciaba. En el Manifiesto, la Federación Universitaria de Córdoba le hacía conocer “al país y a América” las circunstancias de orden moral y jurídico que invalidaban el acto electoral verificado el 15 de junio, y recomendaba a los “compañeros de toda América” recoger la lección que le había prodigado el propio rector de la Casa de Trejo, al ver “en cada petición un agravio y en cada pensamiento una semilla de rebelión”. En definitiva, para aquellos jóvenes cordobeses del ‘18, la única recompensa para ellos era “la redención de las juventudes americanas”, pues sabían que sus verdades “dolorosas” lo eran “de todo el continente”.

En su Orden del Día del 23 de junio de 1918, la Federación Universitaria de Córdoba (FUC) consideraba: “El nuevo ciclo de civilización que se inicia, cuya sede radicará en América porque así lo determinan factores históricos innegables, exige un cambio total de los valores humanos y una distinta orientación de las fuerzas espirituales…”.

 

El movimiento reformista en Latinoamérica

Aquella exigencia de renovación espiritual y pedagógica se extendió no sólo por las cinco Casas de Estudios del país, sino también a lo largo y ancho de toda América Latina.

El escritor colombiano Germán Arciniegas, autor de “El Estudiante de la Mesa Redonda”, daba en su libro la clave del fenómeno: “El estudiante de Córdoba interpreta la voluntad de los estudiantes de América. Su grito se estaba esperando. De Méjico a Magallanes se oye una misma voz”.

En 1919, Alfredo Palacios lleva la buena nueva a Bolivia y al Perú. En éste último país, es tomada la bandera por Víctor Raúl Haya de la Torre, un joven del interior, estudiante de la Universidad de San Marcos, que años después organizará sobre la base de los ideales latinoamericanos de la Reforma un partido poli clasista y antiimperialista de alcance continental: la “Alianza Popular Revolucionaria Americana” o APRA. En este país, donde el movimiento caló hondo, José Carlos Mariátegui, el creador del marxismo peruano, le dedicará a la Reforma muchas páginas de su célebre estudio “Siete Ensayos de interpretación de la realidad peruana”. Años más tarde, Ezequiel Ramírez de Novoa le dedicará un libro entero, escrito desde el punto de vista del aprismo.

En Chile la Reforma es rápidamente aceptada por los universitarios trasandinos, que celebran ya en 1920 su primera Convención Nacional y tiene su primer mártir en el estudiante y poeta Domingo Gómez Rojas.

De septiembre a octubre de 1921 se realiza en México el 1º Congreso Internacional de la Reforma, poniéndose énfasis allí “en los problemas latinoamericanos” y denunciando “la acción del imperialismo yanqui”. No es casual que fuera en esos años, siendo presidente Álvaro Obregón, que José Vasconcelos -el autor de “La raza cósmica. La misión de la raza iberoamericana”- volviera a ocupar la Secretaría de Educación Pública de su país. Presidía la delegación argentina en aquel Congreso un joven de la ciudad de La Plata: Héctor Ripa Alberdi, talentoso poeta y dirigente de la Reforma Universitaria.

Comprometido con el ideario latinoamericano de la Reforma, debido al lamentable fallecimiento de Héctor Ripa Alberdi, el gobierno mexicano organizó en 1923 un homenaje público a su memoria.

Justamente a México llega al año siguiente Haya de la Torre para disertar sobre el rol de “La Nueva Generación Hispanoamericana”. En Córdoba, La Voz del Interior, por entonces un diario de izquierda y entusiastamente reformista, saludaba la gira continental del líder estudiantil peruano y reproducía sus conceptos.

En cuanto a su expansión continental, Julio V. González, hijo del autor de “Mis Montañas” y fundador de la Universidad de La Plata, percibía en 1923 que la “Nueva Generación” no era ya argentina, sino americana.

La Reforma llega también a América Central, especialmente Costa Rica. Miguel Ángel Asturias, el celebrado autor guatemalteco de la novela “El Señor Presidente” relataría años después: “En todas nuestras universidades, la llamada de Córdoba, el campanazo, el grito cordobés, fue escuchado en todas partes. Yo era joven en ese tiempo, tenía dieciocho años, y empezamos la lucha por lograr que en todas las universidades hubiera representación estudiantil…”.

En Cuba, lidera el movimiento reformista José Antonio Mella, en lucha contra la dictadura de Gerardo Machado, que lo mandará asesinar en 1929.

Al movimiento reformista en el Uruguay le toca resolver uno de los temas centrales que inquietan a sus claustros: la representación estudiantil, tema que ya había sido tratado por el Parlamento en 1908. Pero es en el curso de ese proceso de extensión y crecimiento del movimiento reformista, que en 1929 se crea la “Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay” (FEUU).

La Reforma deslumbró también en Paraguay a un hombre como J. Natalicio González, líder político de los campesinos guaraníes. Durante su exilio en Buenos Aires se relacionó estrechamente con los hombres de FORJA y recibió las explicaciones de Gabriel Del Mazo sobre la Reforma, comprometiéndose a aplicar sus postulados en Paraguay si alguna vez llegaba a ser Presidente. Llegó a serlo en 1948. Pero apenas comenzó a realizar reformas en su país a favor del pueblo, fue desalojado del poder por la rosca oligárquica, contraria a toda reforma y progreso político, civil, económico, social y educativo en Nuestra América.

 

* Diplomado en Historia Argentina y Latinoamericana de la UNSJ y de la UNVM.


Imagen de portada: El 12 de mayo de 1551 se fundó la Universidad de Lima que, a partir de 1574, toma el nombre de Universidad Nacional Mayor de San Marcos. (Fuente: http://agenciaperu.net)