Hijos de dos mundos, nativos de un Mundo Nuevo

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Al cumplirse un nuevo aniversario de la fundación de San Juan, el autor reflexiona sobre nuestros orígenes e identidad como latinoamericanos.

 

Por Elio Noé Salcedo*

Nuestra América –el Continente indohispano, como le llamaba Augusto César Sandino- fue el resultado del inevitable encuentro, del violento choque –aunque no en todos los casos fue así, como se verifica en la fundación de San Juan (1)- y finalmente la trascendente y mayoritaria fusión entre las civilizaciones prehispánicas y la civilización ibérica, cuyos frutos de carne, hueso y espíritu fuimos y somos los latinoamericanos.

En efecto, después del descubrimiento, y en medio de la conquista española, comenzó un  proceso de mestización genética y cultural, no inédito, si tenemos en cuenta que en la era precolombina había tenido lugar en nuestro territorio semejante fenómeno de interacción y mezcla, producto de anteriores y sucesivos descubrimientos y conquistas (2).

No obstante la violencia de toda conquista –y la conquista española fue particularmente violenta-, no queremos caer en el lugar común de señalar que la mestización indo-ibérica que nos dio origen como nuevo pueblo, fue resultado sin más del rapto y la violación. Ahora bien, dicha fusión fue posible –así lo entendemos- por la convivencia obligada y a la vez cotidiana entre pueblo conquistador y pueblo conquistado o en proceso de conquista, sin dejar de reconocer a la vez que, en muchos casos, “las uniones de españoles con indias fueron amancebamientos más o menos perdurables” (3).

En cuanto al protagonismo de cada cual en nuestra concepción, gestación y nacimiento, no nos quedan dudas de cuál fue en realidad nuestra “madre patria”: ésta (América) en cuyo seno territorial nacimos y en cuyo regazo geocultural nos amamantamos, sin desconocer tampoco que ello ocurrió en situación de pueblo conquistado o en trance de conquista. Por eso somos irreversiblemente hijos de padre conquistador y madre conquistada, es decir de españoles y pueblos nativos. En esas circunstancias históricas, por efecto de “transacciones” o “arreglos”  entre los jefes de una y otra parte en pugna (4), nacieron los primogénitos de nuestra nueva raza.

 

Los hijos de la nueva raza

Si consideramos lo que dice Laura Esquivel en Malinche, comprenderemos que los hijos de Nuestra América fuimos concebidos y gestados por una fuerza mayor que la voluntad de nuestros progenitores… (5), y que en definitiva, desde aquel mismo momento ya no pertenecemos al mundo de nuestra madre aborigen ni de nuestro padre español… sino a ese Mundo Nuevo que nació con nuestra estirpe (6), y que al nacer traía en su sangre –como una nueva síntesis- la integración y superación de esos dos grandes mundos que nos dieron vida.

No dejemos pasar, que esa situación, de ningún modo sucedería con la conquista y colonización anglosajona en Norteamérica, en la que no habría mestización ni “nueva raza” sino la reproducción, hasta hoy, de la misma raza blanca conquistadora. Caso muy distinto al nuestro.

Entre los primeros hijos conocidos de nuestra raza –raza cósmica, superadora e integradora de todas las demás, como lo entendía Vasconcelos-(7), debemos contar a Martín, hijo del propio conquistador de México y la coatlimeca Malinche, que fuera entregada como “regalo” a Hernán Cortés por los propios indígenas (los maya-chontal de Tabasco) que la mantenían esclavizada; a María, hija de la misma Malinche y el hidalgo Juan Jaramillo, casados legalmente a pedido del propio Cortés, como una forma de otorgarle la libertad que la madre de su primer hijo le reclamaba; a Leonor Cortés Moctezuma, hija de Cortés y de Isabel Moctezuma, hija favorita del tlatoani Moctezuma Xocoyotzin.

En lo que atañe a los conquistadores del Cuzco, Francisco Pizarro, que nunca se casó, tuvo amores con una hija de Huayna Capac (Quispe Cusi) y obtuvo de ella varios hijos mestizos (8). Cieza de León refiere la existencia de otra hija del conquistador, Francisca, que tuvo con Inés Huaylas, hermana de Atahualpa (9).

Por su parte, Diego de Almagro –el otro jefe de la conquista del Cuzco- tuvo un hijo del mismo nombre con una india panameña, al que se conoció como «El Mozo«. Su tutor, el almagrista Juan de Rada, encabezaría el asalto al palacio de Gobierno que dio muerte a Francisco Pizarro en 1541. Muerto Pizarro, los almagristas nombrarían a Diego de Almagro, “el Mozo”, como gobernador de Perú, quien se levantaría -¿destino americano?- contra la autoridad del mismo rey que había enviado por su reemplazo (10).

Otro caso es el de los hijos mestizos de Domingo Martínez de Irala (fruto de las relaciones carnales con sus criadas), que fueron reconocidos como tales en su testamento: “Diego Mar­tínez de Yrala y Antonio de Yrala y doña Ginebra Martínez de Yrala mis hijos y de María, mi criada, hija de Pedro de Mendo­za, indio principal que fue desta tierra; y doña Marina de Yrala (casada con Francisco de Vergara), hija de Juana mi criada; y doña Isabel de Yrala (casada con el capitán Gonzalo de Mendoza), hija de Águeda mi criada; y doña Úrsula de Yrala (casada con Alonso Riquel de Guzmán), hija de Leonor mi criada; y Mar­tín Pérez de Yrala, hijo de Escolástica mi criada, e Ana de Yrala, hija de Marina mi criada; y María, hija de Beatriz, criada de Diego de Villalpando, y por ser como yo los tengo y declaro por mis hijos e hijas… a los cuales he dado sus dotes conforme a lo que he podido” (11).

Ya hemos comentado el primer caso de mestización después de la fundación de San Juan de la Frontera, fruto de la unión del capitán Mallea y la princesa huarpe Teresa Ascensio (12), como sucedía y sucedería en muchas de las ciudades iberoamericanas una vez fundadas o en el curso de su fundación y conquista.

 

La fusión tierras adentro

A propósito escribe Mario Di Rienzo, médico afincado en Fiambalá (Catamarca, Argentina): “En Fiambalá son comunes los apellidos hispánicos: Carrizo, Quiroga, Herrera, Oviedo, Barrionuevo, Navarro, Castro, etc. También se escuchan otros de origen precolombino como Mamani, Chanampa, Baquinsay, Aballay, Camisay… Naturalmente, encontrar un indio puro sería tan raro como encontrar un castellano puro, todos los latinoamericanos somos mestizos en mayor o menor medida. El fenómeno americano de la cruza étnica ya lo planteaba el Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616), mestizo él mismo, hijo de un conquistador español y de una princesa inca, historiador peruano preferido del también mestizo San Martín, quien leyó los “Comentarios Reales de los Incas”, que hablaban de la historia y la cultura incaica y de otros pueblos del antiguo Perú”. Causalmente, “luego de la sublevación de Túpac Amaru II el libro sería prohibido (1781) en todas las colonias españolas de América por considerárselo subversivo y peligroso para los intereses de la Corona española, aunque se siguió imprimiendo en España” (13).

La mezcla con sangre indígena –continúa Di Rienzo- la tenemos presente en nuestros grandes dirigentes: en Yrigoyen, en Perón, en San Martín, en Hugo Chávez, en Evo Morales, etc. Incluso Túpac Amaru no era indio puro. También existían genes indígenas aún en doña Tomasa, la copetuda suegra de San Martín, la aristocrática patricia Tomasa Francisca de la Quintana y Aroiz, que no lo quería para nada a su yerno, al teniente coronel, el “soldadote” José, por “plebeyo”, por “ordinario”, por “mulato” y otros calificativos poco cariñosos. Sin embargo, la encumbrada suegra tenía entre sus ancestros a Irala, que era español puro, pero poseía un acogedor (vocablo evocador de aviesas intenciones) harén guaraní, de donde provienen sus descendientes, incluyendo a la copetuda buena señora, lo que por cierto no constituye ningún agravio, ni deshonra, ni afecta a su buen nombre, prosapia y honor” (14).

Cabe concluir que las relaciones estables o temporales de blancos con mujeres indígenas se mantuvieron como norma aceptada incluso cuando, a fines del siglo XVI, se equilibró el porcentaje de mujeres de origen europeo dentro del grupo minoritario dominante (15). Asimismo, aparte de muchos casos de casamientos legales entre españoles y nativas, otro fenómeno que ayudó a la mestización fue la poligamia de los españoles, costumbre que existía en las civilizaciones precolombinas y que practicaban sobre todo las altas jerarquías y sectores pudientes (16).

Por todas las razones señaladas, no es de extrañar que hacia el final de la Colonia, el número de mestizos o criollos hubiera alcanzado gran aumento, siendo ya mayoritario. Cierto es que ello fue posible, también, debido a la simultánea, progresiva y alarmante disminución de la población indígena, tema que merece un capítulo aparte en la revisión de nuestra compleja y controvertida historia. Nuestra… –es necesario admitirlo-, a pesar de todo.

*Diplomado en Historia Argentina y Latinoamericana de la FFHA de la UNSJ y de la UNVM.

Notas

1-Fundación e Identidad. Revista “Dos Puntas”, Año VIII – Nº 13/2016, pág. 205 a 212:

http://www.facso.unsj.edu.ar/publicaciones/2Puntas-13.pdf y Revista digital de la UNSJ: Fundación e identidad: tercera posición: http://www.revista.unsj.edu.ar/?p=1956.

2-Revista digital de la UNSJ: Encuentro, choque y fusión en las civilizaciones prehispánicas: http://www.revista.unsj.edu.ar/?p=2271

3-Alberto M. Salas. https://es.wikipedia.org/wiki/Mestizaje_en_Am%C3%A9rica

4-Práctica común en pueblos antiguos y monarquías, y aun hoy por “razones empresariales”.

5-Laura Esquivel. Malinche. Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara. 1ª Ed. 7ª R., Bs. As. 2013, pág. 158.

6-Ídem, pág. 186.

7-José Vasconcelos (precursor del pensamiento nacional latinoamericano). La raza cósmica. Misión de la raza iberoamericana. Ensayo publicado en 1925.

8-https://es.wikipedia.org/wiki/In%C3%A9s_Huaylas_Yupanqui

9-https://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Pizarro

10- https://es.wikipedia.org/wiki/Diego_de_Almagro_el_Mozo

11-https://es.wikipedia.org/wiki/Mestizaje_en_Am%C3%A9rica

12-N. Salcedo. Fundación e identidad. Revista Binacional “Dos Puntas” Nº 13, 2016, citado en Revista la U del 16/09/16: www.revista.unsj.edu.ar/?p=1956

13-Mario Di Rienzo. Memorias de un médico rural de Fiambalá (Inédito).

14-Ídem.

15-https://es.wikipedia.org/wiki/Mestizaje_en_Am%C3%A9rica

16-Ídem.